Églogas. 9. Bethesda o piscina de las ovejas

Por Carlos de Bustamante

(Ovejas en Peñaflor de Hornija)

Nuevas e importantes connotaciones bíblicas: “Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las Ovejas, una piscina llamada Betesdá, Bethesdá en hebreo, de Siloé o por Eusebio de Cesarea piscina de las ovejas con cinco pórticos, bajo los cuales yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos. Entre ellos estaba un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Al verlo ahí tendido y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo en tal estado, Jesús le dijo: «¿Quieres curarte?» Le respondió el enfermo: «Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua. Cuando logro llegar, ya otro ha bajado antes que yo». Jesús le dijo: «Levántate, toma tu camilla y anda«. Al momento el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a andar.

Cuentan las crónicas que también en ella eran lavadas las ovejas para una vez limpias ofrecidas en el Templo como sacrificio.

Aprovecho esta connotación bíblica para hacerla propia de las ovejas recién esquiladas.

Al abrigo de la lana, las churrillas, como las de raza “awassi” israelitas, tenían abundantes parásitos. A falta de los productos químicos de los que se disponen hoy en día, antaño disponían aquí y allí del desinfectante natural del agua. De la piscina de Bethesda en Jerusalén, y del río Duero para las de los tres hatajos de referencia en esta serie. Despojadas de la protección de las guedejas, pulgas, chinches, garrapatas y demás parásitos estaban expuestos a la limpieza con mayor facilidad.  Sin piscina, el padre Duero era la nada sencilla solución.

-Pos o te digo, Marcia, que servidor es de secano y que ó no me mojo   nian los pies en el río ése, terció Perico con la mirada fija en la no muy lejana lejanía del río.

-A qué tón te se van a mojar los pies, Perico, si las que se van a lavar son las uvejas, le replicó el mayoral.  A vei crees que ó me voy a meter en las aguas que no sé nian `bañar´ (nadar), afirmó Marcia, con   no menos `pavor´ en la mirada `ande´ se desataba el río en plácidos meandros.  Pa qué   te crees que está la barca   allí bajo, prosiguió, pa´ tranquilizar al   buen Perico que, como él, tampoco sabía `bañar´.

Espectacular el `aseo´ del ganado.

Al frente de   su hatajo, marcha decidido Marcia camino de la ribera. Las ovejas, confiadas, caminan `agudas´ tras el pastor sin reparar que tras ellas va el siempre temido enemigo: Devora, la perra del mayoral.

-¡Barcaaa!, vocea  Marcia llamando a los navegantes.  El   ganado se inquieta… Y   de nuevo: ¡¡Barcaaaaaaá!!, insiste aún más fuerte.

-¡Va, hombre, va, que a vei te crees quésta lleva motor como las del mar!,   contesta, Eutimio que asido a uno de los remos suda por cada pelo una gota.

Y Pedro que empuña el otro remo hace bocina con las manos para también `vociar´: ¡¡Prepara deseguida el carnero que a escape estamos contigo!!

Atracan en el remanso `ande´ está Marcia y se llevan de pasajero al carnero 505, el caporal del hatajo.

Atan las dos manos y una pata del `simental´ y con nuevos sudores y trasudores por la brega con los remos, lo desembarcan en la otra orilla.

A duras penas mantienen luego la barca en medio del río y cachaba en ristre esperan…

Con un movimiento del mayoral con la mano, su perra azuza por detrás a las uvejas empujándolas hacia la corriente temerosa que sin embargo se despereza suavemente en un amplio meandro. Instintivamente las `uvejas´ se detienen al llegar a la orilla del agua. A otra orden del mayoral   la perra hace presa en la nalga de la uveja más rezagada. Presa ésta de mayor pánico, penetra en el hatajo con balidos angustiosos. Presas `áhura´ todas de terror aún mayor, penetran en el agua y nadan más mal que bien hacia la orilla opuesta `ande´ el   carnero `páice´ que las llama con berridos, más que balidos, sin poder librarse de las ataduras. En pie los de la barca, vigilan el baño de las uvejas del compañero…

-¡¡Rema agudo Eutimio, que la Mielga   se nos áhuga!!, exclamó nervioso Perico.  Ora asomando la cabeza, ora con ella sumergida, la mejor de las uvejas del aprisco hace esfuerzos desesperados por mantenerse a flote. Cuando ya el animalejo se hundía definitivamente, alarga Perico la cachaba y haciendo presa en el cuello por la comba del inseparable adminículo, subió a bordo a la Mielga, rilándose de miedo, pero relimpia como los chorros del oro…blanco. Haciendo pie suben todas por la suave pendiente de la orilla ande ¡áhura!  enmudece el carnero.  Como en cueros, salen del agua una tras otra muy blancas y sin pulgas, chinches, garrapatas, ni parásitos que se llevó la corriente. Superior esta piscina de Bethesda- Duero.

Diestros ahora los pastores en el oficio de improvisados socorristas, los tres hatajos aprendieron superior a `bañar´ (nadar). Repetida la faena  de con los otros dos hatajos de la misa manera y lugar y sin baja alguna, todo el ganado quedó muy blanco y desinsectado. Frescos para afrontar el ferragosto castellano.

 

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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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