Blanca Paniagua pinta el Campo Grande 

Por José María Arévalo

(Blanca Paniagua. La Fuente de la fama. Óleo sobre tabla, 50 x 60 cm)

En la Sala de exposiciones del Teatro Zorrilla -Plaza Mayor, 9-, con horario de martes a domingo, de 12 a 14 y de 17 a 19 horas, expone hasta el próximo día 27 de este mes de junio la artista vallisoletana Blanca Paniagua una serie pictórica que titula “Un paseo por el Campo Grande”, de la que ha dicho la prensa que en ella la figuración y la abstracción se funden en su encuentro con la naturaleza. No es mala definición de su estilo, pero para mi gusto algo genérica y por lo mismo incompleta.

Hace unos días, concretamente el pasado día 12 comentábamos en estas misma páginas las acuarelas de Faustino Blanco en el salón de cabildos de las Angustias –por cierto hasta el 26 de este mes, un día antes de la que ahora comentamos, todavía pueden acercarse ustedes a verlas- que también suponen una aproximación a la abstracción, en su caso, y dentro de la expresión figurativa, a base de reducir al máximo los detalles dejando únicamente la forma de bulto de las imágenes de personas que incluye en la mayoría, con el pretexto de representar sobre todo la luz que nos las hace incluso borrosas, por lo que el  título de la muestra, “A través de la luz”, comentábamos nos resulta un título muy adecuado.

(Blanca Paniagua. Rosas. Óleo sobre lienzo, 27 x 22 cm)

Les decía en ese artículo sobre estas aproximaciones de pintura propiamente figurativa hacia una mayor abstracción –que es el recorrido habitual que tenemos generalmente los creativos, buscando normalmente una mayor síntesis- que en otras ocasiones he comentado que la acuarela es una técnica poco adecuada para la pintura abstracta por la falta de intensidad de los colores –en cambio facilita muchísimo obtener en la paleta colores reales gracias sobre todo a su efecto de transparencia- teniendo en cuenta que cuanto más se prescinde de las formas más hay que explotar el color, que es lo que queda. Y, en esta  línea, les decía que las nuevas acuarelas más abstractas de Blanco se sustentan en la luz en vez de en el color, que  aprovecha más en los acrílicos que también enseña con los mismos motivos, pero ciertamente más vibrantes. Viendo y comparando pensaba que las acuarelas se defienden –facilitan-  de la abstracción por el pequeño tamaño; que  no podrían pintarse en 50×70 por ejemplo, mientras que sus acuarelas menos abstractas, aunque muy impresionistas, como la del folleto de mano, sí podrían plasmarse en gran formato.

Transformar la realidad

Pues bien, de la exposición de Blanca Paniagua quizá tendría que decir todo lo contrario, pues mientras Faustino Blanco busca recoger la luz real que nos lleva tantas veces a prescindir de los detalles, Blanca busca por el contrario transformar la realidad, como veremos ella misma ha reconocido. Además, frente a la transparencia –propia de la acuarela- y el pequeño formato que le son útiles a Blanco para sus abstracciones, justo en Blanca es el formato grande (en torno a 100 centímetros) y la opacidad de sus óleos favorecida con el manifiesto grosor de sus pinceladas –al estilo de la técnica de la espátula, o como trabajaba nuestro Benjamín Palencia- pero en atrevidos colores muy bien conjuntados, lo que hace creíbles sus abstracciones.

(Blanca Paniagua. El jardín y la fuente. Óleo sobre lienzo, 80 x 100 cm)

En la pintura de trazo grueso al óleo ocurre lo mismo –o parecido- que sucede en la técnica de la acuarela en húmedo, que facilita mucho la abstracción pero se corre el riesgo de que los paisajes o personajes representados sean difícilmente identificables. Y así, la mayor parte de las escenas de jardín representadas en la exposición que comentamos, probablemente no diríamos que son del Campo Grande vallisoletano si no nos lo hubiera dicho el propio título de la muestra, “Un paseo por el Campo Grande”. Algo tan concreto en este nuestro céntrico jardín como es la Fuente de la Fama, que reducido en dos de los cuadros de Blanca Paniagua a dos columnas que bien pudieran representar otra fuente cualquiera o una estatua alargada. Pero en cuanto nos dicen que es nuestra famosa fuente central del Campo Grande, la identificamos enseguida. Y lo mismo ocurre con el estanque central, con su chorrito ornamental, o los palomares tan típicos de este parque.

Tal es el trabajo decididamente desfigurador de Blanca con sus gruesas pinceladas, que me ha parecido se pasaba un poco con el excesivo realismo con que incluye en varias de las obras ese personaje tan típico del Campo Grande que son los pavos reales, casi lo único que se identifica a la primera sin que te expliquen nada. Y aún así, es fácil que se te pasen desapercibidos por el juego del color utilizado con moderación respecto al entorno en que se incluyen. Me parecen todos muy conseguidos, y de una decisión de puesta en escena de gran dificultad. Mi enhorabuena a la autora.

Perderse en esos serpenteantes caminos del Campo Grande

Además de los textos que figuran en el folleto de mano de la muestra, tan magnífico como nos tiene la Diputación acostumbrados para sus exposiciones de esta sala del Zorrilla, y que después reproduciremos, la prensa local ha recogido algunas interesantes declaraciones suyas. Y así, el pasado 7 de mayo, El Día publicaba: «Mi trabajo camina entre la figuración y la abstracción constantemente, de forma intuitiva, emocional. Yo no mando, es la obra la que me lleva por serpenteantes caminos que yo intento seguir», reconoce la artista, que busca «el apoyo en las coincidencias, en las manchas que surgen y se escurren de forma inesperada, que se aparecen y se descubren de repente para modificar y transformar la realidad». La artista Blanca Paniagua invita estos días a perderse en esos serpenteantes caminos con la muestra “Un paseo por el Campo Grande”, que permanecerá hasta el 27 de junio en la sala del Teatro Zorrilla.

«Descartar, en realismo, formas y detalles no es tarea fácil. Esa síntesis de elementos claves, ese ‘destilado’ para posar sobre el lienzo la esencia del lugar está al nalcance de muy pocas personas. Blanca es una de ellas. Esos descartes le hacen asomarse en ocasiones a esa abstracción a la que parece recurrir, conocedora y sabedora que las formas y las texturas abstractas son y están en la naturaleza y por tanto son una parte de la realidad», aprecia con motivo de la muestra el artista Enrique Reche, que aplaude su «osadía» en el uso de los pigmentos. Bueno, vamos al texto completo de Reche.

En el folleto de mano que ha editado la Diputación para esta muestra se recoge este texto de Enrique Reche, que titula “Aceites esenciales”:

“Los perfumes tienen como base para su elaboración los aceites esenciales. La imposibilidad de sintetizar estos elementos en los que se ha descartado lo molesto y lo inútil a través de destilados y redestilados, hace de estos preparados ese alma-base que despertará, con idónea compañía, nuestros sentidos. Ese “despertar” neuronal alertado instantáneamente por el epitelio olfativo provoca en nuestro sentir esa sensación tan agradable y placentera. Sensación que inmediatamente asociamos a momentos, a lugares o simplemente, y ante la imposibilidad de asociarlo, al placer por el placer porque nuestra cualidad racional no nos exime en muchas ocasiones de lo irreflexivo del instinto.

(Blanca Paniagua. Estanque y pavo Óleo sobre lienzo, 73 x 92 cm)

Esos aceites esenciales definen con extrema nitidez la obra de Blanca Ruiz Paniagua.

Descartar, en realismo, formas y detalles no es tarea fácil. Esa síntesis de elementos claves, ese “destilado” para posar sobre el lienzo la esencia del lugar está al alcance de muy pocas personas. Blanca es una de ellas. Esos descartes le hacen asomarse en ocasiones a esa abstracción a la que parece recurrir, conocedora y sabedora que las formas y las texturas abstractas son y están en la naturaleza y por tanto son una parte de la realidad.

Cromáticamente, Blanca Ruiz depura sus mezclas de pigmentos hasta casi la osadía. Ese inteligente atrevimiento forma parte, como componente, del definitivo perfume que presenta y representa.

En pintura no basta con el conocimiento para comunicar lo que se pretende. Hay algo más. Algo que tiene mucho que ver con lo instintivo, con lo irracional del alma. Y en ese sentido Blanca Ruiz Paniagua ecualiza su música a la perfección. Sus pinturas, sus óleos, libres de lo que no es importante, son extractos. Perfumes con “aceites esenciales”.

Datos biográficos

El folleto de mano incluye esta biografía escrita por la misma autora:

“Licenciada en Filosofía y Letras por la Universidad de Valladolid, mi formación ha sido prácticamente autodidacta, si bien he venido realizando cursos de pintura con pintores de mi ciudad, Valladolid, como Pablo Ransa o Samaniego.

Considero fundamental en mi obra la Mención de Honor conseguida en 2018 en el Curso Superior de Pintura de Paisaje, organizado por la Universidad Complutense de Madrid y la Fundación Albarracín, y especialmente mi participación en el curso de pintura realizado por Antonio López, en Fabero (León).

En estos últimos años he sido seleccionada en el Certamen de Pintura de Ponferrada (León), finalista en el Certamen de Pintura Ramón Portillo de la Ciudad de Motril, en el Concurso de Pintura de Coín (Málaga) y seleccionada en el IX Premio Caneja de Pintura (Palencia).”

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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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