Los lunes, revista de  prensa y red

“¿Qué se les puede dar a esos catalanes?”, de José García Domínguez, “El `selfie´ de Sánchez”, de Antonio Burgos, y “En mi nombre, no”, de Enrique López

(Viñeta de Ramón en El Norte de Castilla el pasado día 15)

¿QUÉ SE LES PUEDE DAR A ESOS CATALANES?

Artículo de José García Domínguez publicado en Libertad Digital el pasado día 15

Eso del referéndum es un engañabobos que no va a ninguna parte. Entonces, ¿qué se puede hacer? Sería muy bonito, claro, poder engañarlos como a chinos, algo que con toda seguridad andarán maquinando a estas horas los asesores áulicos del presidente Sánchez. Pero, para empezar, a los chinos no los engaña nadie. Y, para continuar, conviene saber que esto va de catalanes, no de chinos. Va de unos catalanes, los de la Esquerra, que hace apenas cinco minutos en el reloj de la Historia tumbaron en las Cortes a todo un Gobierno del Reino de España. Y también va de otros catalanes, los de la CUP, que bien poco antes habían hecho exactamente lo mismo, tumbarlo, con todo un presidente de la Generalitat de Cataluña, aquel Artur Mas del mentón mussoliniano y el altivo tupé enlacado. Sánchez y sus aprendices de brujo van a tratar de tomar el pelo, pues, a unos catalanes acostumbrados a lanzarse al agua sin flotador. Porque si el Gobierno de España depende de la Esquerra, urge no ignorar que el de Cataluña sigue en manos de la CUP, chiruquera colla asilvestrada que no tiene miedo alguno a perder el sillón porque nunca en su vida se ha sentado en nada remotamente parecido.

Así las cosas, por muy listo que se crea ese chico, Redondo, habrá que darles algo, algo concreto, tangible y mensurable, algo que vaya más allá del indulto y de la cargante quincalla retórica sobre lo mucho que nos queremos todos cuando hay buen rollo, resiliencia y afán transversal de concordia. Y como tampoco son tontos, no se les podrá contentar con la promesa de un referéndum descafeinado, lo que vende por ahí Illa. Más que nada porque un referéndum tal lo podrán convocar ellos mismos por su cuenta y riesgo (la iniciativa legal para otra eventual reforma del Estatut corresponde al Parlament de Cataluña, no a la Moncloa). Eso del referéndum es un engañabobos que no va a ninguna parte. Entonces, ¿qué se puede hacer? Bueno, se puede hacer el ridículo. Y, compatible con lo anterior, se puede reactivar, siempre por la puerta de atrás, aquella Disposición Tercera del Estatut, la anulada en su integridad por el Constitucional, que imponía a las Cortes y al Gobierno de España un trato financiero exclusivo y privilegiado para Cataluña en detrimento del resto de las autonomías. Por ahí, nadie lo dude, acabarán yendo los tiros de la mesa de negociación. Al tiempo.

Artículo en: https://www.libertaddigital.com/opinion/jose-garcia-dominguez/que-se-les-puede-dar-a-esos-catalanes-6790125/

EL «SELFIE» DE SÁNCHEZ

Artículo de Antonio Burgos publicado en ABC el pasado día 16

Ahora que estamos en el centenario de Berlanga, le faltaba al fondo una música cañí, como por ejemplo «Dame limosna de amores». Hablo de la indignante imagen para España de ese Sánchez corriendo por los pasillos de Bruselas para ganarse los 29 segundos de fotos con los que Iván Redondo pudiera vender en su marcado de manipulaciones el anunciado encuentro del presidente del Gobierno con Joe Biden durante la cumbre de la OTAN. Ni eso fue encuentro ni eso fue nada. Eso fue como cuando el «fan» de un cantante famoso corre tras él para hacerse un «selfie» y presumir ante los amigos. Eso no fue encuentro. Eso fue un lamentable paseíllo mientras los asistentes a la cumbre se dirigían a otra sala. Sánchez se le pegó a Biden, quien lo miró con indiferencia y hasta sorpresa, con cara de preguntarse: «¿Pero quién demonios es este tío que no me deja tranquilo?». Si, España no se merece la imagen de pedigüeño de fama que dio Sánchez ante Biden. Quien lo miraba como pidiendo auxilio: «¿No me puede quitar nadie a este tío de encima?». La imagen de Sánchez me recordaba al mendigo o al drogadicto que se te pega por la calle y te acompaña con su insistencia: «Anda, dame para un bocadillo». Ni un mal bocadillo de dignidad le concedió Biden a España; quizá ni se creía que «aquello» era un presidente, el sucesor del mismo partido del que no se levantaba al paso de la bandera de las barras y estrellas.

Y mientras esto ocurría en Bruselas, no saldría de su asombro en Sevilla el Rey Don Felipe VI. Tras un baño de multitudes en el muelle gaditano al desembarcar del embajador de España en forma de bergantín-goleta llamado «Juan Sebastián de Elcano», presidía en el Estadio Olímpico el primer partido de la selección española de fútbol, vulgo La Roja, en la Eurocopa, según costumbre de la Casa. No se lo creería. Que salía al palco de honor y le daban una ovación de tarde grande, en vez de los habituales abucheos de otros territorios de nuestra Patria que no quieren pertenecer a ella. Y luego, empezaba a sonar la Marcha Real, y no se escuchaba un solo silbido, sino aplausos, flamear de banderas de España y el canto coral de esa letra deportiva que le han puesto al Himno: «Nero, nero…»

Antes, por la mañana, en el Palacio de San Telmo, donde regiamente «una dalia cuidaba Sevilla», Don Felipe había recibido la primera Medalla de Honor de Andalucía y había pronunciado un bellísimo discurso en que, alusiones a las graves circunstancias políticas presentes al margen, había hecho unos hermosos y casi isidorianos «Laudes Baeticae» con las excelencias de nuestra tierra, leal a la Corona como pocas desde siglos. ¿Dos Españas? Pues sí: la triste España mendicante de Sánchez acosando a Biden para hacerse un «selfie» y decir que ha habido un encuentro de alta política, y esta España real en todos los sentidos de la palabra, de una Andalucía fiel a la Constitución del Estado de las Autonomías, cuyo impulsor, el profesar Clavero, lo que son las cosas, fallecía en aquellas mismas horas, porque la muerte sí que nos sirve «café para todos».

Artículo en: http://www.antonioburgos.com/abc/2021/06/re061621.html

EN MI NOMBRE, NO

Artículo de Enrique López publicado en La Razón el pasado día 13

El Gobierno está intentando convencer a los españoles de que la imposición de penas de entre 9 y 13 años de cárcel a nueve dirigentes políticos independentistas condenados por sedición y por delitos de corrupción, abusando gravemente del poder que tenían, es una venganza impropia de un Estado democrático que el Gobierno tiene que reparar en aras de la concordia. La realidad de la que el Gobierno no habla es que indultar delitos de esta naturaleza a personas no arrepentidas, dispuestas a reincidir, y con planes detallados para volver a intentarlo, es una forma de pagar las letras de cambio que firmó Pedro Sánchez para sacar adelante, de forma sucesiva, su moción de censura, su investidura y sus presupuestos.

Estamos ante decisiones con consecuencias penales que se toman con finalidades que, lejos de la utilidad pública invocada, afectan al puro interés personal y partidista de quienes las toman. Los mismos que dudan en excepcionar del turno de vacunación a la selección que representa a España en un torneo internacional, se muestran firmes para dictar la mayor arbitrariedad concebible. Porque estos indultos nada tienen de magnánimos, toda vez que suponen un castigo encubierto, tan duro como sutil, para todos los españoles cumplidores de la ley, para los catalanes que defienden la idea de España y, sí, también, para los que, teniendo y expresando ideas independentistas, nunca traspasaron los límites de la ley. Solo una letra separa el indulto del insulto, la «S» de Sánchez, una ignominiosa letra que da razón a quien utilizó la fuerza y abusó de su poder para imponer su ideología, traspasando todos los límites de la ley. Es grave que un Gobierno de España lance el mensaje de que, ante los graves delitos que se cometieron en Cataluña durante el «procés», el culpable de lo que ocurría era otro Gobierno de España, el que presidía Mariano Rajoy, y que los condenados por el Supremo no sólo eran inocentes, cosa que la sentencia ha dejado claro que no eran, sino que además merecen ser perdonados de sus delitos y considerados como víctimas, e incluso como héroes, comparación con Mandela incluida. Solo hay algo más grave que los indultos que se anuncian, y es la forma de justificarlos. Porque en la escala de valores de Pedro Sánchez lo condenable es prohibir un referéndum ilegal o aplicar el artículo 155 de la Constitución y lo perdonarle cometer actos de sedición, malversar recursos públicos y dividir y arruinar a la sociedad catalana.

La doctrina que transpira el indulto a un golpe de Estado que sigue en marcha no sólo es irresponsable y profundamente antidemocrática e inconstitucional, sino que tiene un fondo esencialmente antisistema y de claudicación ante los que quieren arrodillar al Estado. Por eso, decir de forma cívica «en mi nombre no» a los indultos, es además de un acto democrático, una forma de decir sí a España, a la democracia y a la libertad de los españoles, que no podemos claudicar ante quienes, abusando de su poder hoy, quieren perdonar los delitos de quienes abusaron de su poder ayer.

Artículo en: https://www.larazon.es/opinion/20210613/u5ypyg7dwzertgp5qwzfcuo7pu.html

 

 

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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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