Por Javier Pardo de Santayana
(Rescate de migrantes en el Mediterráneo, durante la Operación Tritón en junio de 2015)
Centinela en la encrucijada
(continuación)
- Las migraciones
También es Ceuta – tan cargada de Historia – testigo privilegiado de algunos fenómenos de actualidad. No hace tantos años que vimos reaparecer un fenómeno que mi generación sólo conocía de aquellos libros de texto que nos hablaban de los grandes desplazamientos humanos de la antigüedad. Todos tenían en común que generaban enormes cambios de todo tipo: culturales, religiosos, sociales, políticos, étnicos y económicos. Ahora estos fenómenos han vuelto de nuevo en forma de grandes migraciones. Y siendo el Mediterráneo la zona de mayor gradiente socio económico del mundo, estar aquí es como estar en el borde de la catarata.
Me parece a mí que este hecho tiene, entre sus muchos aspectos, dos muy interesantes: uno de ellos es que los ceutíes sois testigos presenciales de este fenómeno, casi imparable, que se materializa en el continuo paso de emigrantes desde las costas africanas hacia Europa; el otro es el de sentir en la propia carne la presión casi insoportable de esa inmigración que plantea enormes problemas de control y de asimilación. Para mí éste puede ser el problema de mayor dificultad: no perder el carácter de ciudad española y europea en un entorno tan presionante. Porque lo normal sería que quienes buscan una vida mejor se acogiesen a ella con entusiasmo; y sin embargo ya se han constatado las dificultades que se encuentran a la hora de intentar una integración armoniosa de los inmigrantes incluso de segunda o tercera generación. Recuerden ustedes los atentados de Londres o los disturbios de la “banlieu” de París, por no mencionar otros más cercanos. Y Ceuta es, como toda Europa, un territorio abierto, de libertades, fuerte por ello mismo, pero al mismo tiempo, y por las mismas razones, vulnerable.
- Las amenazas
Otro fenómeno moderno que, afectándonos a todos, está muy relacionado con el entorno de esta ciudad singular, es la amenaza del terrorismo – esa lacra de perfiles anacrónicos, pero que en realidad es fruto característico de la época en que vivimos -, que tan bien aprovecha las facilidades que proporcionan la globalización y el ambiente de libertad de las sociedades avanzadas, así como las ventajas de una confrontación asimétrica, o sea, del débil frente al poderoso.
Pues bien, un ingrediente muy perturbador para quien se esfuerce en neutralizarlo – el terrorismo suicida, es decir, el terrorismo yihadista -, ha tomado como uno de sus objetivos expresos la recuperación de Al Andalus, por lo cual España se halla en su punto de mira. Ahí están las repetidas menciones a este objetivo en las habituales proclamas de Al Qaeda. En esto coinciden con las reivindicaciones marroquíes sobre Ceuta y Melilla. La organización terrorista ya ha formado un grupo específico en esta vecindad, que es Al Qaeda del Mahgreb. Este problema ha movilizado a los EEUU, que ha decidido crear un mando para África – el Africom – y ha establecido acuerdos con nueve países africanos, entre ellos, Marruecos, para evitar que el Sahel, o sea, el bajo vientre del Sáhara, se convierta en un nuevo Afganistán como foco de formación de terroristas.
Decía yo antes que en el Mediterráneo repercuten considerablemente los conflictos que se producen en sus orillas, y ponía como ejemplo estelar el conflicto palestino-israelí. Pero éste no es el único. Precisamente, una novedad estratégica de los últimos tiempos ha sido la presencia de fuerzas internacionales en Asia Central, y está claro que lo que hay ahora allí es un amplio arco de conflictividad que abarca desde Israel hasta Pakistán. Cualquier acontecimiento de importancia en ese espacio de inestabilidad acaba repercutiendo en el conjunto, y de esta forma el Mediterráneo y sus orillas sufren estos efectos de forma casi automática.
En el catálogo de las amenazas ocupa un lugar destacado el narcotráfico y, en general, la criminalidad organizada. Ceuta, como lugar fronterizo y de paso, se ve especialmente afectado por ella. Dan fe los denodados esfuerzos que han de realizar nuestros cuerpos de seguridad en esta ciudad y en toda el Estrecho en general. Y no ayuda mucho a rebajar esta presión el estatus de Gibraltar y su tradición transgresora.
(seguirá)
