Resulta que la culpa es de las vacas

Por Javier Pardo de Santayana

(Vacas pastando. Acuarela de Zbukvic en jzbukvic.com/Home.html)

Escribo en favor de las humildes vacas, a las que ya alcanzó la politización omnipresente.

A nadie se le escapa la angustiosa situación causada por la pérdida de empleos y la dificultad para recuperarlos. En suma, una tragedia de dimensiones colosales. No es de extrañar, por tanto, que nuestros avispados dirigentes se adelantaran a aprovechar la circunstancia y compusieran un gobierno tan numeroso que casi no encontraban un lugar donde cupieran todos. Con lo cual demostraron su valía, por lo menos para maniobrar en beneficio propio: bastaría con añadir cuatro vicepresidencias y elevar de categoría un puñado de puestos importantes. Y lo hicieron fingiendo simplemente la existencia de unas cuantas necesidades nuevas. O sea, que lo más difícil fue encontrar un local en que meter lo que llamamos hoy gobierno, convertido en un verdadero regimiento de personal asalariado y, por supuesto, agradecido al Jefe. ¿Que qué pensó nuestra ciudadanía? Pues por lo que se ve, no supo ya reaccionar ante las más que astutas maniobras de una agitprop perfectamente organizada.

Tal es el caso ante la iniciativa presentada por un ferviente comunista elevado al cargo de ministro; curioso caso en esta Europa que conoce bien el paño desde el pasado siglo. Un sujeto que, buscando un tema relevante para mostrarnos públicamente su valía – o por lo menos fingir que sirve para algo – se marcó el detallazo de presentar en público una cuestión relacionada con nuestra dieta alimenticia y la supervivencia de la raza humana. Nada menos. Así que ha elaborado la consigna de reducir la ingesta de carne en nuestra dieta, castigando de este modo a los “perversos ricachones” – que deben consumirla en cantidades industriales – pero también a los humildes y sufridos ciudadanos que de cuando en cuando se permiten consumirla. Y sobre todo a los esforzados ganaderos, que, naturalmente, han puesto el grito en el cielo temiendo quedarse sin lo que fue su vida.

Lo más curioso de este asunto es que el ministro que tanto se preocupa por nosotros que se ha lanzado a denunciar nuestro principal defecto alimenticio, se le olvidó recordar un dato interesante: el de que los españoles hemos hemos llegado a ser, precisamente gracias entre otras cosas importantes a esa dieta que conocemos como “mediterránea”, el pueblo más longevo del planeta.

Claro que en otra cosa más se apoya el hombre para sus preocupantes amenazas, y es en la teoría de que, aunque cueste creerlo, las modestas vacas son culpables de la emisión de gases perniciosos para la supervivencia del planeta, y lo hacen en grandes proporciones. Pero aún dando esta teoría como posiblemente cierta, no me diga usted que no tiene remedio; que llegados al siglo XXI no la hemos abordado en toda su posible trascendencia y no estaremos ya en trance de superarla, pues de entrada nadie puede aceptar que quienes hemos puesto ya un hombre en la Luna y pretendemos aterrizar en Marte no seamos capaces de encontrar solución a este problema tan concreto que, sea dicho de paso, afectaría igualmente, aunque por supuesto atenuado, a los flatulencias de otros muchos millones de animales, incluidos – con perdón – nosotros mismos. Y no me diga que no sabemos resolverlo cuando  sabemos manejar el átomo.

Quizá la cuestión sea que tememos que las encuestas no funcionen, y que ocurra como con las que estudian los ronquidos, cuyo resultado sería que en España nadie ronca. O sea, que – con perdón de nuevo – aquí nadie se ve forzado a expeler nada.

PS: Supongo que el lector valorara mi esfuerzo por no llamar a las cosas por su nombre.

 

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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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