¿Ya nadie pinta?

Por José María Arévalo

(Fuente la Mora, en la salida de Valladolid a Renedo. Acuarela de José María Arévalo realizada el pasado 21 de junio. 36×46)

Me impresionó el pasado 29 de mayo un artículo de Piedad Bonnett en el ABC Cultural cuyo título, “Ya nadie pinta”, me obligó a meterme en él dada mi afición a la acuarela y la de tantos que formamos parte de las asociaciones de acuarelistas en nuestro país y en todo el mundo. Ya he comentado en anteriores ocasiones el enorme tirón que ha tenido la técnica de la  acuarela sobre los aficionados a la pintura y cómo su facilidad de secado, que permite concluir una obra en pocas horas, ha llevado a la proliferación, a finales del siglo pasado y hasta la actualidad, de asociaciones de acuarelistas que salimos semanalmente –y los jubilados varias veces a la semana- a pintar al campo juntos. ¿A qué se quería referir, entonces, la autora de este artículo, con la afirmación de que nadie pinta ya, cuando, justamente lo contrario, cada día es mayor la afición a la pintura del natural?.

Pues –cita a un crítico- a que “todos los lenguajes artísticos, en cierto momento, entran en crisis, y el deber del artista está en volverlos a hacer hablar de una forma nueva”. Nada más cierto, y –lo justificaré al final- precisamente la crisis de la pintura tras el impresionismo, no se ha podido resolver –no la hemos podido resolver- todavía, a estas fechas, tan entrado el siglo XXI. Drama real que se añade al personal de la autora del artículo que finalmente nos reconoce que lo escribe pensando en su hijo, que por una enfermedad mental tuvo que renunciar a una carrera de pintor, y finalmente se quitó la vida. Reproducimos el artículo completo, y después añadiremos algunas conclusiones nuestras.

Pues como ya nadie pinta …

“Hace unas semanas, en un rincón de esos en que vamos almacenando cosas que luego olvidamos, hice un hallazgo que me estrujó el corazón: unos sólidos estuches repletos de óleos, pinceles y otros elementos de pintura que pertenecieron a mi hijo Daniel, un artista plástico que murió en 2011 a los veintiocho años. Como esos materiales, finos y costosos, sirven todavía, llamé a una amiga, artista del video muy reconocida, a ver si sabía de un estudiante de arte a quien regalárselos. Su respuesta me dejó estupefacta: «Pues como ya nadie pinta, tal vez a una persona mayor que pinte para entretenerse». La respuesta me impactó porque Daniel, que desde a adolescencia se ejercitó como dibujante y’ pintor en talleres locales y neoyorkinos, debió enfrentar en la universidad la rotunda certeza de sus profesores de que la pintura había muerto. Como he contado en mi libro “Lo que no tiene nombre”, aquel juicio brutal pareció confirmarse cuando visitó en 2003, la Bienal de Venecia, y constató que la pintura estaba relegada a un sótano que nadie visitaba.

Tony Godfrey en ‘La pintura hoy”, un extraordinario libro de Phaidon, nos cuenta que a raíz de la Documenta de 1968 se empezó a decir que la pintura «parecía la decoración intelectual de la élite institucionalizada». Las críticas lanzaron juicios implacables, que hablaban de falta de vitalidad. Obsolescencia, formalismo inocuo e incapacidad de criticar el mundo. Según ellos, la pintura estaba destinada a ser reemplazada por la fotografía y los medios tecnológicos. En 2003, por ejemplo, Robert Storr acusaba a los pintores de «carecer de discurso», en consonancia con una época en que buena parte de las obras de arte son ante todo discurso, «en favor de significados y mensajes simplificados que le son encasquetados», como bien dice Byung-Chul Han.

No fue la pintura la que murió en 1968

Una reflexión tan compleja es imposible de sintetizar aquí. El caso es que Godfrey es contundente: si creyera que la pintura está muerta, dice, no habría escrito un libro de casi 500 páginas sobre la pintura de hoy. «No fue la pintura la que murió en 1968, sino un tipo de pintura que se hallaba atrapada en un callejón sin salida», escribe. Y es que todos los lenguajes artísticos, en cierto momento, entran en crisis. y el deber del artista está en volverlos a hacer hablar de una forma nueva. Y hasta donde yo sé, jamás un ser humano dirá «es que ya nadie canta» o «ya nadie escribe poesía o teatro». Los niños aman pintar y siempre habrá artistas cuya vida sólo adquiere sentido pintando. En la biblioteca de Daniel todavía reposan los libros de arte de Egon Schiele, Bacon, Jenny Saville y muchos otros pintores que amó. Para su trabajo de grado, pintó perros de vigilancia, contradiciendo a su tutora, que le aconsejó que los fotografiara en vez de pintarlos. Él, que lidiaba con una enfermedad mental pero era intelectualmente brillante, se quitó la vida mientras se especializaba en administración de arte en la Universidad de Columbia, una carrera que escogió para eludir la pintura. Nadie se mata por una sola razón, pero casi siempre, como dice Jean Amèry, en la renuncia del suicida hay implícita una confesión de fracaso.”

Efectivamente, muy interesante la afirmación de Godfrey de que «No fue la pintura la que murió en 1968, sino un tipo de pintura que se hallaba atrapada en un callejón sin salida». Algo sobre ello escribimos en nuestra serie “El arte moderno, ¿es arte?”, cuyo último capítulo, el 23, publicábamos el 16.05.19, y todavía pueden ustedes ver en https://www.periodistadigital.com/tresforamontanos/20190516/title-9013-689403959753/  , en el que recogimos y comentamos el libro “¿Qué estás mirando? 150 años de arte moderno en un abrir y cerrar de ojos”, de Will Gompertz, director de Arte de la BBC.

Precisamente en ese último capítulo de su libro hace Gompertz –y nosotros lo reproducíamos- un resumen del arte surgido en las dos últimas décadas del siglo XX y el comienzo del XXI, y lo titula “El arte hoy en día. Fama y fortuna, 1988-2008, y hoy”. Yo decía que no compartía el entusiasmo que Gompertz muestra por los movimientos – que llama artísticos, yo creo que poco de creativos tienen- de esta época, si bien es cierto que él mismo reconoce que algunos sobresalen solo porque su cometido es la provocación. Tampoco creo en el entusiasmo del público que por ellos describe, aunque duda si no será porque ese público los considera una simple diversión. Lo que él llama “boom del arte contemporáneo” creo que es debido más al crecimiento económico que al artístico.

Artentretenimiento

“Hay varios rasgos –escribe Gompertz- que destacan a primera vista: uno de ellos es la proliferación de esculturas monumentales y espectaculares que han surgido como setas en los espacios públicos de todo el mundo. Estas obras gigantes de arte contemporáneo, que a menudo son encargos de ayuntamientos o instituciones locales para mejorar la imagen de una ciudad, han terminado por cautivar la atención y la imaginación del público. En consecuencia, eso ha contribuido a que aumente el interés por el arte moderno hasta alcanzar unos niveles nunca antes vistos. Todo ello ha hecho surgir precipitadamente una etiqueta para calificar el fenómeno: arte de la experiencia. Como ya expliqué en el capítulo dedicado al arte conceptual, estos entornos interactivos son, mitad parques de atracciones y mitad instalaciones. Para los museos representan una forma ideal de «artentretenimiento» para todos los públicos: desde el académico más reputado hasta una familia joven en busca de diversión. Una mezcla alucinógena de capuchinos muy caros y programas educativos accesibles, siempre a disposición de todo cliente que quiera intensificar su experiencia museística. Estas obras de arte, gratas para el público, reflejan además hasta qué punto se ha borrado a lo largo de la última década la frontera entre el arte moderno -antaño un nicho de ocio reservado a las mentes cultivadas- y el entretenimiento de masas representado por ámbitos como el cine, el teatro y los parques temáticos.”

Si quieren profundizar en el tema lean el artículo entero cuyo link les he reproducido, pero quizá sea suficiente con quedarnos con el concepto «artentretenimiento» con el que propone denominar el arte de los últimos años. Lo cierto es que el concepto clásico de arte como creación de belleza ya no es aplicable al arte contemporáneo –salvo excepciones- que ha sufrido lo que hemos llamado un proceso de destrucción con los “ismos” y sobre todo con la abstracción. Pero no me cabe la menor duda de que a pesar de todo la pintura sobrevivirá, ciertamente con un lenguaje nuevo que volverá a atraer a la gente, y que siento no poder decirles en qué consistirá, pero sí que será belleza y no mamarrachadas.

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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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