Un futuro pendiente

Por Javier Pardo de Santayana

(Prepara la vacuna)

Parecería, no sólo normal sino también y sobre todo conveniente, empezar a plantearse cómo será el futuro tras este periodo inesperado de amenazas y peligros que ha trastocado lo que durante muchos años fue “nuestra normalidad”. En el entretanto los políticos han intentado dulcificar una realidad incómoda con expresiones que no debieran engañar a nadie, mas ya parece llegado el momento en el que nos enfrentemos a lo que será nuestro futuro, probablemente muy distante de lo que fue nuestro pasado, y que seguramente incluirá la incorporación de nuevas modas y soluciones adquiridas durante este interregno de confusión y de estrecheces.

No sé si mi improbable lector habrá ya percibido la preocupación de algunos pensadores que  han empezado a plantearse cuáles podrían ser los efectos de estos años de confusión y de pandemia – tan desconocida como inesperada – que la globalización hizo llegar a todos los puntos del planeta. Pero de entrada ya he podido percibir cómo afectaron incluso a los rincones más sutiles de la intuición y el pensamiento, del ser y del estar en este mundo. Proceso de reflexión en el que aparecerán seguramente algunos gestos y reacciones adquiridos que permanecerán quizás en el futuro. Así que la pregunta bien pudiera ser hasta qué punto retornaremos a lo que fue nuestro pasado: lo que entonces consideramos ser “nuestra normalidad de siempre”.

Y seguramente veremos cómo incorporamos a nuestras costumbres determinados cambios de sensibilidad frente a los potenciales peligros de la convivencia, y con ello los nuevos gestos y actitudes cotidianos que supondrán la supresión de contactos humanos hasta hoy tenidos por normales, mas que de ahora en adelante adquirirían la condición de “prohibidos*; lo cual podrá ocurrir en un buen número de aspectos morales y sociológicos relativos al ser humano y a su vida, sus relaciones sociales y sus preocupaciones; es decir, de  nuestras relaciones con el prójimo.

Será curioso imaginar entonces detalles tan diversos como el de si las iglesias volverán a poblarse de fieles los domingos, o si volveremos a utilizar las pilas del agua bendita, o incluso si volverán a oírse las toses en invierno o se reanudarán las reuniones de antiguos alumnos o las visitas de amigos y parientes. Pero también ver cómo variarán las cuestiones morales del trato con el prójimo e incluso en relación con cosas tan sutiles como la forma de vivir la vida en aquello que exige una relación de tú a tú como es, afortunadamente, casi todo.

Hasta nuestra apariencia habitual y nuestra visión del otro seguirán siendo distintas. Y la relación del profesor con sus alumnos en las escuelas y colegios adoptará nuevas maneras, como lo harán seguramente los trabajos de oficina o estudio. Y aún podrán quedar algunas cosas más visibles, si es que, tal como parece, se mantienen, siquiera parcialmente, las mascarillas, quizá recomendables en invierno o en determinadas condiciones de la salud pública, e incluso utilizadas como un truco de belleza para resaltar una mirada.

Pero quizá quede también para el futuro la identificación del otro como una especie de peligro indeseable en el contacto físico. Y, al identificar al otro como un ser que puede causarnos un perjuicio quizá busquemos un grado más completo de aislamiento. En fin, que los efectos del trance experimentado pueden llegar a alcanzar aspectos sociales muy concretos que a todos nos atañen, como el de la conciencia de la debilidad del ser humano o el de su visión como superviviente.

Así podríamos enumerar otros aspectos de la cotidianidad, y hasta llegar incluso, como está ahora mismo sucediendo, a cambiar en nuestra percepción actual del tiempo o del entorno.

* Me permito recordar a mi improbable lector como ya en octubre del año 2001 se me ocurrió escribir un relato titulado ”El Virus” en el que imaginaba una situación de temor al vecino muy semejante a aquella en la que estamos.

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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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