Del presente y el futuro de los chinos

Por Javier Pardo de Santayana

(Establecimientos chinos cierran por el coronavirus)

Una de las repercusiones principales de la tragedia afgana, es, según todos los comentaristas, el beneficio que supone para los propósitos de China, respecto a lo cual me permitiré recordar una vez más a mi improbable lector los dos artículos recientes en los que me permití hacer ver la necesidad sentida hace ya bastantes años de estudiar y analizar la situación de un futuro presumible cuando la citada potencia asiática se encontrara en situación de hablar de tú a tú con los Estados Unidos y disputarles su papel de liderazgo. O sea que ya podemos decir que con el paso del tiempo aquella preocupación es ya un presente. Y el caso es que se vio venir y nos cogió desprevenidos y en el peor momento imaginable: cuando ya China había dado muchos grandes y pequeños pasos en su avance. Ahí tenemos a los chinos en nuestra propia casa; tan es así que sólo en el pueblo de la Alcarria donde tengo ahora residencia existen nada menos que tres grandes almacenes suyos, dos de los cuales de enormes proporciones. Además, a diferencia de lo que suele suceder con otros grandes vendedores internacionales, quienes hoy comparten sus vidas con nosotros son personas y familias igualmente procedentes del gran país asiático, siendo  la razón de esta abundancia que China ha pasado a ser el mayor fabricante del planeta y necesita vendernos sus productos.

Mas no es sólo esto el motor de la abundante presencia de los chinos en España, puesto que antes de vendernos sus productos tendrán que fabricarlos, de tal forma que una buena razón de su presencia se debe a la necesidad que sienten de dotarse de materia prima suficiente para la fabricación de lo que venden. Ahí tienen ustedes la avidez que se les supone ahora por ganar amigos y así alcanzar mayores posibilidades de acceso, por ejemplo, a los interesantes minerales afganos; que a ésta y no a otra razón de peso responderá seguramente la búsqueda del apoyo que puedan brindarles los impresentables talibanes. Un claro ejemplo de ello sería el interés que mostrarían en su día  los asiáticos por ganar amistades africanas con su ambicioso “Plan Marshall” de desarrollo; un plan cuya aparente generosidad encubría el deseo de acceder a unas materias primas bien sabrosas, y un hecho de cuya de eficacia puedo dar fe personalmente, puesto que su anuncio coincidiría con una de mis estancias en Ghana y luego tendría ocasión de comprobarlo en Mozambique, donde ya pude ver como de su autoría surgían a buen ritmo grandes hoteles y nuevas carreteras.

En todo caso tendremos que reconocer que en los últimos tiempos China ha evolucionado sabiamente combinando su carácter comunista con mucho de lo aprendido de Occidente en el plano económico y social. Ahí tienen ustedes la pandemia, en cuya contención los chinos han mostrado su habilidad hasta unos extremos asombrosos, de forma que aun estando su país en el origen del desastre han manejado con la mayor habilidad las consecuencias desde el punto de vista sanitario, y además han evitado las penosas circunstancias sociales y de imagen derivadas, transmitiendo así la imagen de un país perfectamente organizado. Y sin embargo leo ahora una curiosa noticia sobre sus políticos, por lo que se ve seriamente concernidos por la influencia que pudieran ejercer sobre su gente las nuevas tendencias de un pensamiento occidental obsesionado por romper con los moldes del tratamiento clásico en todo cuanto pueda referirse a la relación entre los sexos: algo que a juicio de sus gobernantes está ya en trance de sembrar una profunda confusión que consideran peligrosa. Y es que, según ellos estiman, los ya citados devaneos podrían tener penosas consecuencias en un terreno que hasta tal punto han controlado siempre por sus contundentes gobernantes, que dio lugar incluso a la regulación del número de hijos por decreto.

Se ve que en la opinión de los actuales mandatarios chinos habría que evitar que la obsesión de nuestros actuales gobernantes por los sexos – sean éstos el masculino, el femenino o aquellos “intermedios” conforme a una interminable sucesión de siglas – acabe amenazándoles a ellos con la perspectiva de un futuro que incluya un cierto grado de “afeminamiento” en el pensamiento y el futuro de la acción política.

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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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