En esto estamos

Por Javier Pardo de Santayana

 

(Atentado de las Torres Gemelas)

Transcurridos ya con creces los primeros veinte años de siglo XXI parece adecuado y conveniente ver cómo va la cosa, partiendo sobre todo de  aquellas esperanzas que albergamos respecto al futuro. Y el resultado no puede ser más negativo.

Aquel horizonte de paz protegida en un contexto de esperanza en las tendencias marcadas por la globalización cambiaría bruscamente recién empezado el nuevo siglo con el episodio sorprendente de las Torres Gemelas para acabar recientemente con el fracaso lamentable de la salida a toda prisa del territorio afgano y el consiguiente desprestigio de los Estados Unidos como líder. Mientras tanto la República China parecía alcanzar ya definitivamente a Norteamérica en cuanto a su peso internacional sin que se aprovecharan los veinte años que aún mediaban para orientar nuestros esfuerzos en el nuevo siglo. Por otra parte los ilusionantes esfuerzos emprendidos en el sentido de consolidar una Unión que evitaría cualquier posibilidad de nuevas guerras en nuestro continente acabarían siendo torpemente desaprovechados, desbaratando así un proyecto de extraordinario alcance: el de una Europa como ejemplo de paz y de eficacia para el resto del mundo y como aconsejable tendencia de futuro.

Proyecto que viene a ser, por el contrario, una prueba de que hoy por hoy tal sueño es imposible; impresión ésta que parece ser aún más evidente tras el paso del anterior presidente norteamericano. Que así se esfuma la consolidación de aquella idea según la cual lo que llamamos Occidente podría ser un buen modelo para el resto del mundo.

Muchas son, pues, las luces que se han ido apagando tontamente en estos veinte años y cuya desaparición nos están conduciendo a una situación escasamente meditada que, lejos de responder a un plan previsto de gran alcance, parece ser el resultado de determinados acontecimientos no previstos. Como si, en lugar de partir de unos esfuerzos encauzados por una visión consciente y global de lo que pretendemos con vistas al futuro, se tratara de improvisar sobre la marcha a partir de lo que está ocurriendo en cada instante.

De todo este proceso desdichado ha sido testigo día a día nuestro blog, convertido hoy en la crónica de un  tiempo marcado por la confusión y por el olvido de unas lecciones que debieran haber sido aprendidas e inteligentemente aprovechadas en su día. Así ha surgido el Brexit y con él se han esfumado las ilusiones que nos hicieron convertirnos en modelo de lo que puede hacer el ser humano en el camino hacia el progreso gracias a la unión de quienes comparten una forma de vida bien organizada y razonable como la alcanzada por nosotros. Incluso hay quienes se atreven ya a plantear, como sucede aquí en España, ir aún más allá y deshacer sin más una nación de muchos siglos que fue capaz de materializar la primera globalización de la historia del hombre. Todo esto en un contexto de descomposición moral y de inmersión en la mentira, donde los signos del progreso se están convirtiendo en posibilidades para medrar en la política. Se trata de lo que don Julian Marías definió en su día como “la instalación en la mentira”, hoy profusamente manejada a todos los niveles y que ha acabado desvirtuando incluso los valores democráticos; preocupante circunstancia de la que no solemos ser conscientes.

Así que en eso estamos: en una situación de flagrante desconcierto de la que debemos ser conscientes porque entraña el peligro de hacernos vivir fuera de la verdad en todos los niveles y arrastrados por la confusión más absoluta. Lastrados, como estamos, por una abundancia incontrolable de falsa información manipulada y transmitida por unos recursos tecnológicos aún no suficientemente digeridos.

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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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