Senda o camino de los aragoneses

Por Carlos de Bustamante

(Retrato de Isabel la Católica situado en el monasterio franciscano de Santa María La Rábida, en Huelva)

Fueron muchas las charlas que allá por los años dos mil y pocos, impartidas -como creo haberos dicho en la miniserie pasada- sobre   Isabel la Católica. Con  ello  y lo  publicado en nuestro blog, creí finalizado cuanto quería comunicar a mis amigos y únicos probables lectores. Sin embargo, y por gentileza de ENRAIZADOS, espero aportar más información sobre a que ya es sierva de Dios, por haberse admitido a trámite de beatificación por las virtudes heroicas   y méritos reconocidos para ultimar el proceso.

El rey de Aragón Juan II por medio del arzobispo de Toledo, ofreció a Isabel, la entrega de veinte mil florines de oro y un soberbio collar por más del doble, para el casamiento con su hijo Fernando. Para recoger el regalo, Isabel envió a Alonso de Palencia. Los presentes se hallaban empeñados en Valencia. Al final Fernando logró desempeñar el collar y el préstamo de los veinte mil florines y los entregó a Alonso de Palencia, iniciándose de esta forma el noviazgo, a escondidas del hermanastro de Isabel, el rey Enrique.

Isabel, mientras, estaba con su madre en Madrigal de las Altas Torres. Gutierre Cárdenas, uno de los hombres de más confianza de Isabel junto con Alonso, con el “Sí” de Isabel partieron hacia el Burgo de Osma, para preparar la entrada del novio en Castilla, siempre a escondidas del rey Enrique. Fernando fingió que se dirigía a sus tierras catalanas, pero disfrazado y con una pequeña escolta se dirigió a Burgo de Osma donde le esperaban unos trescientos caballeros.

El día 9 de octubre llegó a Dueñas y el 14 a Valladolid, donde departieron los dos jóvenes novios, solo con la presencia del arzobispo de Toledo. Por la noche Fernando regresó a Dueñas, durante cuatro días.

El 18 de octubre de 1.469 por la noche, se celebraron en Valladolid los desposorios. Estaban presentes el arzobispo de Toledo, el almirante don Fadrique, abuelo del novio y muchos nobles. Se leyó la bula del papa Pio II que les dispensaba del impedimento de consanguinidad, luego Fernando pasó a dormir al palacio arzobispal e Isabel permaneció en su casa.

Al día siguiente 19 tuvo lugar el enlace matrimonial con las capitulaciones establecidas: que lo mío seguiría siendo mío y lo suyo solo suyo, aunque los dos firmásemos tanto en un reino como en el otro, las cartas, provisiones, escrituras, etc.…ayudándonos en nuestras empresas y en la crianza y formación de los hijos que Dios quisiera otorgarnos en virtud del Sacramento del Matrimonio.

Cuando allá por los años 40 trillaba a golpe de zapatillas de esparto, – único calzado que usaba en el campo durante el verano en la Dehesa   de Peñalba- páramos y laderas de Peñalba de Duero, solía utilizar hasta llegar al cazadero una senda, que, siguiendo las sinuosidades del río, enfilaba directo a capital (Valladolid).  Creyendo ser sendero hecho por el   ganado que acudía desde Peñalba a pastar por vaguadas y laderas, con finas hierbas sólo en las cárcavas, lo recorrí una y mil veces sin saber qué personaje de suma importancia   dejó marcada allí su real huella.

Muy perdido en la memoria de la gente, pero no desaparecido, el Camino Real de Aragón, que también se conoce como camino o senda de los Aragoneses, fue un importante itinerario medieval de la España interior. Servía de vía de comunicación entre los reinos de Castilla y Aragón y para ello atravesaba de Este a Oeste la provincia de Valladolid siguiendo el curso del Duero por su orilla derecha. Una desafortunada señalización en los mapas topográficos actuales y algunos percances naturales que han desdibujado el camino en algún tramo, contribuyen aún más si cabe a borrar las huellas del camino que, sin embargo, aún perviven y son visibles.

Este camino, que viene de Roa de Duero, entra en Valladolid por Corrales de Duero y, además de poblaciones, fue buscando algunas grandes granjas (Sardoncillo, hoy La granja de Sardón) e importantes monasterios, como el de San Bernardo o el de Abrojo. Debe tenerse en cuenta que los que lo transitaban necesitaban de lugares donde ampararse durante la noche, proveerse de viandas y guarecerse en días de adversas condiciones climáticas.

Antiguamente la mayoría de la población moría donde nacía, y apenas hacía largos desplazamientos. No obstante, el camino Real de Aragón fue vía de comunicación para las más diversas necesidades: las migraciones para trabajos temporeros; los soldados de permiso o de vuelta a casa tras su licencia; familias que tenían que atender el duelo de deudos cercanos… Por el camino trajinaban profesionales que iban a ofrecer su pericia pueblo por pueblo (alarifes, lañadores, cómicos, curanderos…), vendedores ambulantes y hortelanos de ligera carga. Seguramente, además, había cacharreros ofreciendo cántaros y otros recipientes.

Tampoco faltarían letrados y litigantes camino de los juzgados y la Chancillería vallisoletana —era un foco de actividad muy importante—, hidalgos y nobles que iban y venían a atender sus intereses a la Corte, a las ciudades principales (Valladolid, Zaragoza…) o a sus posesiones de los municipios del camino. Y monjes y frailes de los conventos ribereños del Duero, que con alguna frecuencia viajaban para atender asuntos y pleitos relacionados con sus extensas y repartidas propiedades: pastos, molinos, tierras de labranza…

…El Camino Real de Aragón a su paso por Valladolid también ha servido para alimentar la fantasía, pues en Tudela de Duero algunas familias cuentan a sus hijos que cada 6 de enero los Reyes Magos vienen por el camino de los Aragoneses. Y no mienten, pues el camino viene de Oriente.

Pero aquellos desplazamientos necesitaban, además de aldeas o granjas donde refugiarse, de accidentes geográficos que permitieran a los viajeros orientarse y verificar que se hallaban en el buen camino: ríos, arroyos, grandes árboles, montes… en fin, alguna singularidad del paisaje que es, en definitiva, lo que ofrecen las Mamblas de Tudela a cuyos pies vamos a recorrer un tramo del Camino Real de Aragón y luego subirlas para disfrutar de espléndidos paisajes. Será un paseo de apenas un par de horas.

Iniciamos nuestro paseo por un camino que nace al pie de la carretera que desde Tudela lleva a Villabáñez. La senda de los Aragoneses entra en el término de Tudela de Duero después de haber salvado los cortados de Peñalba (las Derroñadas), y tiene su principal referencia en las llamadas Mamblas. El término mambla viene del latín “mamma”… mámula… es decir mama, teta, pecho como queda de manifiesto en el perfil que ofrecen las de Tudela

Atrás, salvado Peñalba dejamos una de las Mamblas. Hay que aclarar que las llamadas Mamblas de Tudela son, en realidad tres picos: el de la Mambla a la izquierda, el de la Cuchilla, a la derecha y, lo dicho, otra Mambla que apunta a Villabáñez.

Aunque llegó al siglo XX muy en desuso para comunicar los reinos de Aragón y Castilla, sí ha continuado su uso al menos en los tránsitos interiores: en el puente medieval sobre el arroyo Jaramiel, al pie de la Mambla de Tudela (allí donde a la derecha un amplio camino se adentra en el valle del Jaramiel), se atestiguan obras de consolidación en 1892, tal como reza en la piedra clave que mira hacia el Sur. En este punto volvemos sobre nuestros pasos para subir a la Mambla

Según ascendemos el camino que separa la Mambla y la Cuchilla, veremos algunas arruinadas construcciones que seguramente tengan que ver con el uso militar que la Mambla tuvo brevemente, y con la actividad de extracción de yeso de una mina que todavía conserva en su vientre…

También se ha escogido como lugar ideal para sendos depósitos de agua con los que, junto a los que hay en Piña de Esgueva, abastecen a los municipios del valle del Jaramiel y de la Esgueva con el agua captada en el Duero en Olivares y Tudela respectivamente. En la Mambla hubo una importante mina de yeso que estuvo en explotación hasta los años 60 del s. XX, con un breve paréntesis de uso militar (polvorín).

(Continuará  Dios mediante).

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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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