La invasión del mal llamado “orgullo”

Por Javier Pardo de Santayana

(Celebración del orgullo gay)

Una de las capacidades más importantes de las que tiene el ser humano es la del asombro, facultad que está ligado nada menos que a la inteligencia y uno de cuyos frutos principales es el descubrimiento del porqué de las cosas siguiendo un proceso natural de búsqueda en el que la realidad es sometida a prueba según criterios regidos por la lógica.

Tan es así que quien haya leído mis artículos se habrá seguramente dado cuenta de que en un alto porcentaje de ellos mi inspiración procede del descubrimiento de alguna faceta insólita y escasamente comprensible en el comportamiento humano, y en la búsqueda de una explicación que lo haga comprensible.

Por ejemplo, un hecho llamativo que vemos actualmente con frecuencia se refiere a algo tan esencial como es nuestra capacidad reproductiva: aquella posibilidad de mantener la especie, aunque la muerte sistemáticamente nos destruya. Y hay que reconocer que el sistema utilizado por la naturaleza para conseguirlo es sumamente curioso e interesante: la existencia de dos tipos de personas cuya unión física produce a su vez nuevos seres que también son aleatoriamente diferentes, con lo cual este proceso se mantendrá en funcionamiento indefinidamente. Y la unión física que cito tiende a producirse gracias a la atracción que, por naturaleza sienten mutuamente unos y otros.

Pero todo en el ser humano tiene sus excepciones en la práctica, que en este caso van contra natura, de forma que cuando se produce y el proceso natural sería hacer un esfuerzo por evitar o corregir la situación sobrevenida, inconveniente para la buena marcha de las cosas en algo que es tan importante para la supervivencia y el buen orden de la humanidad viviente. Y aquí es donde en mí surge la sorpresa, pues no veo que la ciencia se haya empeñado en serio en corregir el desorden que provoca en la conducta social de quienes se ven afectados por el desarreglo: daño éste de múltiples efectos. Así que me resulta difícil admitir esta ficción contra natura que consiste en considerar que el desarreglo citado pueda ser motivo de natural “orgullo” en los damnificados que se ven forzados a poner patas arriba el empleo de unos órganos creados para ser utilizados de distinta forma. Y no me parece que la lógica conduzca a calificar de motivo de “orgullo” (según mi diccionario – Espasa 1951 arrogancia, engreimiento, exceso de amor propio), a un comportamiento tan soez y desmadrado como al que nos referimos ahora, que hasta da vergüenza ajena. Un proceder que en realidad merecerá el rechazo de cualquier persona cultas y educada que aunque se encontrara en las mismas condiciones se negaría – estoy seguro de ello – a participar como comparsa en el deprimente espectáculo en que se ha convertido la torpe exhibición de impudicias y gestos de mal gusto hoy conocidas con el absurdo remoquete de “el orgullo”.

Pues la palabra “orgullo” merece mejor suerte: la que forjaron nuestros predecesores en la vida cuando la aplicaron a la satisfacción que producen la obra bien hecha y el esfuerzo realizado. o el ejercicio de virtudes transcendentes, o la que se vinculó a la salvaguarda de la familia o de la patria, o bien la que exigió el despego de lo propio y la generosidad en el esfuerzo, pero que ahora se aplica a una variopinta exhibición de desnudeces y de excesos sexuales y se concede el uso y abuso de las grandes avenidas de la capital de España. Y uno llega a pensar que esta condescendencia no es sino una cesión que conceden las autoridades para no ser tachados de enemigas de la corrección política, que en cambio despreciará con la mayor facilidad nuestra cultura, nuestras tradiciones e incluso la lógica, mientras que se mostrará sin más condescendiente con cualquier estridencia de mal gusto.

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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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