Batalla de las Navas de Tolosa. Memoria histórica. 3 

Por Carlos de Bustamante

(La Historia de los hechos de España, “De rebus Hispaniae”, describe la batalla)

Al clarear el día 16 de julio, ambos ejércitos se habían desplegado en espera de la orden de ataque. El cristiano estaba dividido en tres cuerpos alineados que ocupaban la llanura. En el central iban las tropas castellanas, cuya vanguardia estaba al mando del vizcaíno Diego López de Haro. En el flanco izquierdo, las de la corona de Aragón, con el rey Pedro II, reforzadas con milicias castellanas; y en el derecho, las tropas navarras capitaneadas por Sancho el Fuerte, engrosadas con milicias de Segovia, Ávila y Medina del Campo. El ala aragonesa tenía también tres líneas: la vanguardia, al mando de García Romero; la segunda, dirigida por Jimeno Coronel y Aznar Pardo; y la retaguardia o zaga, con el rey al frente. En la batalla intervinieron también por cuenta propia algunos caballeros leoneses —aunque su rey, Alfonso IX, continuaba enemistado con Alfonso VIII— y algunas tropas portuguesas. Para aprovechar la ventaja de su caballería pesada, el ejército cristiano se dividió en tres cuerpos. Los castellanos y las órdenes militares en el centro, flanqueados por los contingentes de Aragón y Navarra reforzados con milicias castellanas experimentadas.

El centro castellano incluía tres líneas. La vanguardia, al mando de López de Haro. La segunda línea, dividida en dos cuerpos; uno de ellos, mandado por el conde Núñez de Lara, con los caballeros de las órdenes militares: los templarios, dirigidos por el maestre Gómez Ramírez, los hospitalarios, los de Santiago y los de Calatrava, más las milicias de Cuenca, Huete y Alarcón. Al frente del segundo cuerpo estaba Rodrigo Díaz de los Cameros, con las milicias de Almazán, Atienza, Ayllón, Berlanga, Medinaceli, Soria y San Esteban de Gormaz. En la tercera línea o retaguardia iba Alfonso VIII con los arzobispos de Toledo y Narbona, y las milicias de Arévalo, Béjar, Coca, Cuéllar, Olmedo, Plasencia, Olmedo, Toledo y Valladolid. Escarmentado por la derrota de Alarcos, Alfonso VIII dispuso la caballería pesada en la reserva, y esa fue la fuerza que destrozó la última defensa almohade y decidió la victoria. Entre los caballeros iban mezcladas las tropas de a pie (peones) aportadas por los concejos de las ciudades castellanas, que componían una numerosa milicia bien organizada y abastecida, y daban más cohesión a los cuerpos de ejército. El arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada, dijo de estos combatientes que «acudieron tal cantidad de escuadrones dotados de caballos, armas, transportes, víveres y todo lo preciso para la guerra, que no había entre ellos quien necesitara nada».

LA GUARDIA NEGRA

Contra la masa hispanocristiana, el ejército almohade presentaba cuatro líneas, con la intención de limitar la superioridad de la caballería cruzada y procurar el combate cuerpo a cuerpo, donde debería prevalecer el mayor número de los musulmanes. En la primera línea se integraban las tropas de infantería del alto Atlas, con la caballería ligera cubriendo los flancos. En la segunda iban combatientes de las tribus de todo el imperio almohade de África. La tercera línea estaba compuesta por la caballería almohade, con los arqueros a caballo y una tropa selecta que ocupaba la ladera del cerro de las Viñas (donde se agrupaba la reserva o cuarta línea), en cuya cima Al-Nasir había plantado su lujosa tienda roja, protegida por una empalizada de troncos unidos con cadenas que servían de defensa a su nutrida guardia personal, la llamada «Guardia Negra», cuyos componentes estaban encadenados entre sí para permanecer juntos en la lucha e impedir cualquier tentación de huida La Guardia Negra del palenque del Miramamolín eran fanáticos magrebíes y soldados-esclavos senegaleses. Los llamaban imesebelen —los ‘esposados’—, y habían jurado dar sus vidas en defensa del islam.

Como institución guerrera, los imesebelen perduraron hasta fechas recientes. Uno de los últimos ejemplos de esta modalidad combatiente se produjo en la resistencia que los argelinos de la Kabilia opusieron a los franceses cuando, en 1830, estos invadieron Argelia. Los cronistas árabes mencionan que los almohades reunieron una masa de 600.000 combatientes en Las Navas, pero modernos estudios rebajan este número a unos 150.000, que se enfrentaron a unos 70.000 cristianos, y otras estimaciones aun los reducen más después de la retirada de los cruzados de Francia. Algunos autores, como Carlos Vara Thorbeck, dejan estas cifras en unos 20.000 combatientes musulmanes y 12.000 cristianos, que la mayoría de los historiadores estiman demasiado bajas, teniendo en cuenta los recursos potenciales de ambos bandos y el eco que la cruzada tuvo en la España cristiana y en el resto de Europa. En el contingente hispano destacó la aportación de las órdenes militares del Temple, Calatrava, Hospital y Montesa. Estos freires o monjes soldados, comandados por los maestres Ruy Díaz de Yanguas (calatravos), Pero Arias (santiaguistas), que murió en la batalla, Gómez Ramírez (templarios), y Gutierre Ramírez (hospitalarios), formaban una fuerza guerrera profesional selecta, muy valiosa y disciplinada, y su actuación en la batalla fue ejemplar. La formación y sostenimiento del ejército cruzado supusieron un sacrificio económico muy importante para las arcas de Castilla, que corrió con la mayor parte del gasto. Además, hubo que contar el dinero de la Hacienda Real y las rentas de la Iglesia, más las aportaciones de los nobles y las órdenes militares, que mantenían a sus propias mesnadas. Solo para el transporte de armas, alimentos y enseres se utilizaron unas 60.000 acémilas, lo que da una idea de la movilización de efectivos que requirió la campaña.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

Lo más leído