Sitio de Cartagena de Indias (1741). Y 8    

Por Carlos de Bustamante

(Blas de Lezo y Olavarrieta)

La alegría general de los habitantes de Cartagena empañó el recuerdo de los héroes que hicieron posible tan sonado triunfo.

`Lezo, el gran protagonista de aquella enorme victoria´, murió pocos meses después, el 7 de septiembre de 1741, en la ciudad que con tanto empeño defendió —pobre y menospreciado, como muchos otros héroes de la historia de España—, a consecuencia de las heridas recibidas en el sitio. Fue enterrado en una fosa común. La Corona le concedió el marquesado de Oviedo a título póstumo.

Sebastián de Eslava culminó su carrera militar siendo ascendido a capitán general y posteriormente fue nombrado director general de infantería y secretario de Guerra. En cuanto al coronel Carlos Desnaux, que con tanto acierto y valor defendió los castillos de San Luis y San Felipe, fue promovido a brigadier general.

La noticia del desastre inglés en Cartagena de Indias llegó en el mes de julio de 1741 con sordina a Londres; pero, aunque se omitieron muchas circunstancias de la retirada de Vernon, la magnitud del descalabro resultó imposible de ocultar a la opinión pública y el Parlamento.

En un vano intento de paliar el desastre, los británicos justificaron la derrota por las desavenencias entre Vernon y Wentworth. Una frágil excusa teniendo en cuenta que lo mismo ocurrió en el bando español, donde también se produjeron muchas discusiones, enfrentamientos y palabras duras entre el virrey Eslava y Blas de Lezo.

La enemistad entre estos dos hombres, que se prolongó después de concluida la batalla, es la nota más triste de esta página de gloria. Cuando el peligro ya había pasado, el virrey Eslava —cuya actuación en el asedio, por otra parte, había sido encomiable—escribió al gobierno de Madrid descalificando a Blas de Lezo con frases insultantes `cargadas de bilis´, regateándole méritos en el combate y pidiendo que lo sacaran de Cartagena, la ciudad que con tanto valor y talento militar había contribuido a salvar.

«Lezo es poco veraz —decía Eslava—, tiene achaques de escritor, está tan lleno de apariencias como solícito de coloridos para ostentar servicios».

Este ataque al honor del almirante Lezo pudo más que toda la artillería inglesa y terminaron por destruirle físicamente.

Lezo murió tanto de las heridas como de las despiadadas críticas de Eslava; aunque, por fortuna, su hijo consiguió años después reivindicar su memoria – ¡a buenas horas mangas verdes! – y el rey Fernando VI le otorgó los honores que le fueron negados en vida.

La mayor escuadra inglesa que surcó los mares hasta el desembarco de Normandía en la Segunda Guerra Mundial había sido vencida. Fue una de las mayores derrotas de la orgullosa Albión (1-2) en toda su historia, hasta el punto de que muchos en España la consideraron revancha equivalente al desastre de la Gran Armada en 1588, irónicamente bautizada Armada Invencible por los británicos, aunque nunca los españoles, nunca,(¿) le dieran ni emplearan tal nombre.

 

(1).Orgullosa-pérfida-  Albión: «La pérfida Albión» es una expresión peyorativa utilizada para referirse a Inglaterra (o al Reino Unido) en términos anglófobos u hostiles. Tuvo su enorme divulgación por el uso reiterado de Napoleón Bonaparte en las llamadas «guerras napoleónicas» o «guerras de la coalición» durante los años que gobernó en Francia. La tomó del poeta y diplomático francés de origen español Augustin Louis Marie de Ximénès (1726-1817) en su poema L’ère des Français (publicado en 1793), en el que animaba a atacar a «la pérfida Albión» en sus propias aguas

(2)Origen:  El nombre tiene probablemente origen celta, pero los conquistadores romanos lo entendieron como «albus» («blanco»), en referencia a la clara tonalidad de los famosos acantilados de Dover; y A. Holder (Alt-Keltischer Sprachschatz, 1896) lo traduce como «Weissland» («tierra blanca»). Los primeros autores (siglo VI a. C.), cuyos periplos son traducidos por Avieno a finales del siglo IV d. C., no utilizan el nombre de «Britannia»: hablan de «nesos ‘Iernon kai ‘Albionon» («isla de los iernos y los albiones»). Así, Piteas de Massilia (siglo IV a. C.) habla de «Albion» e «Ierne».

El nombre de Albión fue tomado por autores medievales de los trabajos de Plinio el Viejo y Ptolomeo («Alouion»).

Beda el Venerable, en su Historia ecclesiastica gentis Anglorum, hace referencia al antiguo nombre de «Britannia» como «Albión». Lo hallamos tanto en el texto original latino: «Brittania oceani insula, cui quondam Albion nomen fuit…» (Beda, I, cap. I), como en la versión en anglosajón de Alfredo el Grande de Wessex: «Breoton is garsecges ealond þæt wæs iu geara Albion haten» («Britannia es una isla del océano, que antiguamente se llamó Albión»)

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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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