MARINA CASADO ENTREVISTA A EDUARDO MARTÍNEZ RICO SOBRE 'CARLOS V. EL VIAJE DEL EMPERADOR'

Eduardo Martínez Rico: «Carlos V era un hombre con un gran sentido de la responsabilidad y del deber»

Eduardo Martínez Rico: "Carlos V era un hombre con un gran sentido de la responsabilidad y del deber"

Eduardo Martínez Rico es un escritor incansable y prolífico, que cuenta ya con una notable producción novelística y ensayística a sus espaldas. Esto no le impide dedicar un gran detalle y cuidado a la hora de elaborar sus obras, como demuestra con su novela más reciente, Carlos V. El viaje del Emperador, publicada este año por la editorial Imágica, con la que ya ha trabajado anteriormente. Se trata de su tercera novela histórica, tras haber publicado Cid Campeador (Imágica, 2008) y Fernando el Católico: El destino del Rey (Imágica, 2015).

A través de la obra, acerca al lector una figura sobresaliente en la Historia, hijo de los legendarios Juana la Loca y Felipe el Hermoso; nieto por la rama materna de los Reyes Católicos; apodado “el César” por ser Rey de España y Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico –Carlos I de España y V de Alemania–. Más allá de su poderío, fue un hombre, y esta faceta humana es la que aborda Eduardo Martínez Rico, detrás de cuya obra se adivina un ingente trabajo de preparación y de inmersión en una época histórica cuajada de personajes interesantes que desfilan por las páginas, sorprendiendo y deleitando al lector. La historia se presenta en forma de relato que un maduro Carlos, retirado ya en el monasterio de Yuste, cuenta a su hijo, el futuro Juan de Austria.

P: Lo más interesante de la novela es el perfil humano que trazas de Carlos V. El lector deja de verlo como una figura histórica distante y remota y comienza a contemplarlo como una persona, con sus luces y sus sombras. ¿Qué luces y qué sombras destacarías de su personalidad, después de haber tenido que profundizar en ella para escribir esta novela?

R: Las sombras me parece que son más propias de la época, sombras a mi juicio que pesaron mucho en el ánimo, en la personalidad y en la actuación del Emperador. Yo creo que Carlos V era una buena persona, muy buena, y un gran gobernante, pero el excesivo peso de la religión en su tiempo, y en el cargo que él ostentaba, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, e incluso como Rey de Española, le perjudicaron, a él y su pueblo, a sus múltiples pueblos, digamos. Carlos V, o Carlos I, tenía muchas virtudes: era muy trabajador, tenía un sentido de la responsabilidad como gobernante muy fuerte, tenía verdadero celo profesional diríamos hoy, celo de hacerlo bien. Sus defectos no me parecen importantes, la verdad, al lado de sus virtudes. Cuando era joven, si no recuerdo mal, fue bastante mujeriego, pero luego cambió mucho y se dedicó sobre todo a trabajar. Tenía debilidad por la comida y por la cerveza, pero todo esto se me antoja algo muy pequeño al lado, como digo, de sus virtudes. Bastante le perjudicaron a él personalmente, por ejemplo con la gota que tanto sufrió.

P: Además de trazar el perfil de la personalidad de Carlos V, aparecen muchos más personajes históricos en la novela que al lector le resultan familiares. Me ha gustado especialmente la honda conversación entre el Rey y Hernán Cortés, en la que el primero le exige al segundo un trato decente y humano para con los indios del Nuevo Mundo. ¿Cuál ha sido tu episodio favorito, el que más has disfrutado escribiendo?

R: No quiero desvelar el final de la novela, pero debo decir que mi episodio favorito es ése, y desde luego el que escribí con mayor placer. ¿Por qué mi favorito? Porque pertenece a la última etapa de la redacción de la novela. Yo me armé de valor, digamos, para terminarla, y el hecho de terminarla responde a un gran esfuerzo de la voluntad, de mi voluntad. Hubo un momento en que vi claro el final, el desenlace, y todo el acabado del libro, con su armonía. Ahora no quiero extenderme en esto porque no quiero hablar del final, desvelarlo. Que sea el lector el que lo descubra.

P: En una de tus “Notas” redactadas durante la elaboración de la obra te asombras porque llevas cuatro años trabajando en este libro, considerándote tú un autor que, generalmente, escribe muy rápido. En mi opinión, todo es poco para abordar una novela de esta envergadura. Has tenido que empaparte de Historia, estudiar y conocer muy bien la época. Me gustaría preguntarte cuál ha sido el proceso que has seguido. ¿Ibas escribiendo a medida que fuiste averiguando cosas sobre el tema y el personaje? ¿O empezaste a escribir cuando ya lo conocías todo? ¿Cuántos años te ha llevado finalmente?

R: Calculo que le he dedicado cuatro años y nueve meses, aproximadamente, a esta novela, haciendo otras muchas cosas, eso sí, publicando otros libros, escribiendo artículos e incluso dando clases. Este era un proyecto que tenía guardado a largo plazo y que lo iba dejando al margen cuando me surgía algo más urgente. Efectivamente, leí mucho, me documenté mucho, hice algunos viajes también. En realidad sólo empecé a escribir cuando tuve una cierta seguridad de que conocía bien el tema. Pero luego tuve que dejarlo varias veces, por diferentes razones, sobre todo, ya digo, porque me surgían otros trabajos o porque perdía las fuerzas, el ánimo, o el empuje. Lo primero que escribí de la novela fue el capítulo “Un hombre que espera”, que comienza de este modo: “Aquella mañana el emperador vio amanecer.” Iba a ser el principio del libro, pero al final decidí añadir una especie de prólogo que muestra al emperador llegando a la playa de Laredo, el 28 de septiembre de 1556. Carlos V llega a España para retirarse en Yuste.

P: Continuando con la pregunta anterior, ¿qué consejos le darías a un joven autor que se plantee escribir una novela histórica?

R: Lo deseable sería que tuviera, en primer lugar, vocación de escritor. Eso empuja mucho, ayuda mucho, en mi caso muchísimo. Pero es posible que no la tenga y quiera escribir una novela histórica para divertirse, o simplemente para darse el placer de escribir un libro, o por otra razón. Yo le diría que escogiera un tema que le gustase mucho, o mejor, que le apasionara. Que se documentara profundamente durante bastante tiempo, o mucho tiempo, tal vez años, tal vez no tanto. Yo me puse a escribir, a redactar, Fernando el Católico. El destino del rey cuando sentí mucha fatiga, o mejor, ya hartazgo, de todo lo que había estudiado al personaje, en general los Reyes Católicos, la época. También le diría que le meta tiempo a su novela, que la trabaje bien, y que escriba, que deje correr la pluma todo lo que pueda, para ir avanzando, porque además eso da mucha satisfacción. Tiempo habrá luego para corregir y recortar.

P: Antes de profundizar en Carlos V, ya publicaste otra novela histórica sobre la vida de un rey, Fernando el Católico, que ha tenido muy buena acogida. Además, tu penúltima novela, esta vez de tema contemporáneo, fue El pequeño rey. Se puede decir que te apasiona el papel de la realeza en general y, más concretamente, en España. ¿Cómo explicarías este interés? ¿Qué papel juega hoy la monarquía en nuestro país?

R: Me interesan mucho los reyes, aunque yo creo que me interesaron más en otra etapa de mi vida. De hecho El pequeño rey la escribí hace años. Digamos que sí, me interesan los reyes, pero sobre todo, pienso yo, ciertos reyes, ciertas personas, como Carlos V o Fernando el Católico. Yo creo que también podría escribir, perfectamente, sobre presidentes u otros personajes. De hecho tengo  varios libros sobre escritores y periodistas. Considero que los reyes han formado parte de la Historia de forma muy importante, y lo siguen haciendo, y que los ha habido buenos, regulares y malos. Creo que Carlos V fue un gran rey, que es un ejemplo para los gobernantes y para todos nosotros, porque sobrellevó bien todos sus defectos, que fueron muchos, los sobrellevó bien y puso todas sus cualidades al servicio del papel que encarnaba. Era un hombre con un gran sentido de la responsabilidad y del deber, un trabajador y un viajero incansable. Para terminar, creo que la monarquía está buscando su sitio hoy en España, un sitio que viene del pasado pero que ha evolucionado, como está evolucionando la propia España. Me parece que el rey Felipe VI está trabajando con mucha seriedad y competencia, y también con simpatía y bondad, por hacerse querer y apreciar por los españoles.

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