Muy lentamente la sociedad vasca intenta recuperarse del terrible trauma que ha supuesto la enorme actividad criminal de ETA en el último medio siglo con el apoyo expreso o tácito de una buena parte de la gente corriente. Muy lentamente. A los ya abundantes testimonios críticos y autocríticos que están apareciendo se suma ahora esta pieza teatral, que enmarca el episodio en un ciclo temporal más amplio y lo relaciona con anteriores episodios de violencia fraticida, las guerras carlistas del siglo XIX y la guerra civil del pasado siglo. Texto, trama y montaje se aúnan en una sobresaliente propuesta de austera belleza, de enorme impacto emocional.
‘La historia de cien años de una familia vasca marcada por secretos que nadie desvelaba’, define el autor esta introspección por su árbol genealógico, una selección en cuatro episodios que comienza en 2015 y se retrotrae hasta 1898. Sea la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad de su familia, o haya mucha ficción incorporada, Borja Ortiz de Gondra asume todo el protagonismo desde su introducción al tema nada más subir el telón, explicando en persona a los espectadores la génesis de la pieza y aprovechando para formular ese mea culpa que debieran formular la mayor parte de los vascos, que miraron a otro lado mientras a su lado crecía el horror.
Esa inusual presencia del autor, que se repetirá en la escena final, busca remarcar la autenticidad y verosimilitud de lo que se cuenta, pero quizás no sea imprescindible. Lo de menos es que se trate de los Gondra o de los Azurmendi o de los Goicochea. Lo de más, es que desfilan ante nuestros ojos tres episodios palpitantes de la historia del País Vasco que nos transmiten con gran poder de evocación que estamos ante una comunidad muy especial de las que forman España, una comunidad aferrada a su identidad como ninguna otra (y decimos ninguna) con sus pros y sus contras, a una lengua y una cultura ancestrales que se han reafirmado con el paso del tiempo mientras que en casi todas partes saltaban en pedazos y prácticamente desaparecían.
El apellido Gondra en España lo tienen 384 personas como primero, 343 como segundo. El apellido Catalán lo tienen 12659 como primero y 12261 como segundo; y el apellido Deus lo tienen 670 personas como primero y 674 como segundo. Pero las buenas familias conocen su pasado y las del montón ignoramos casi todo de nuestra estirpe. No sabemos que es peor. Ortiz de Gondra nos traza con gruesas pinceladas la trayectoria del abuelo Alberto que de joven guerrillero carlista mató a su hermano mayor en un accidente originado en enfrentamientos políticos, que volvió rico de Cuba obsesionado por que le enterraran en el panteón familiar; el episodio en el que Josechu vuelve en 1940 y termina siendo condenado a ocho años de cárcel por sus responsabilidades durante la guerra civil; el día en que se casó Juan Ignacio, extorsionado por ETA, y a la boda asistió su prima Ainara hija de una refugiada en Francia. Jalones de siglo y medio de odios y divisiones familiares, de vencedores y derrotados en alternancias asimétricas; de violencias carlistas, anarquistas y etarras.
Del autor hemos visto dos buenas adaptaciones, la de «El largo viaje del día hacia la noche» de Eugene O´Neill en 2014 en el Teatro Marquina (ver nuestra reseña), y cuatro años antes una dramaturgia de Hamlet firmada con Juan Diego Botto y dirigida por él (ver nuestra reseña). En cuanto a Josep María Mestres hay que destacar su dirección en 2014 de la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico en ‘La cortesía de España’ de Lope de Vega (ver nuestra reseña), y la puesta en escena de ‘Purgatorio’ de Ariel Dorfman en 2011 en Las Naves del Español (ver nuestra reseña).
Esta vez también Mestres ha captado el espíritu de la pieza, ha ideado una puesta en escena adecuada y ha realizado un importante trabajo de conjunción actoral, acertando con el tono y el ritmo, sirviendo un menú de precisión al que no es fácil encontrar defecto. La escenografía de Clara Notari es la pista de un frontón donde se instalarán sucesivamente las estancias de la casa familiar en las tres épocas. Simple y evocadora a base de detalles puntuales. La iluminación y el vestuario contribuyen a una perfecta ambientación. Los cantos y bailes de los personajes irradian autenticidad, y las frases y diálogos en euskera no necesitan traducción en plena plaza de Lavapiés: resultan próximos, entrañables, como antes de la barbarie lo fueron. Coreografías cálidas y proyecciones simbólicas completan un montaje magnífico y una producción encomiable del Centro Dramático Nacional, más nacional que nunca en la atención a nuestros dilemas.
El reparto, once actores en 32 personajes, genera absoluta convicción en las distancias cortas en que se presenta, difíciles pero quizás esenciales para una pieza de estas características. No sabríamos a quién destacar pero Marcial Álvarez en sus tres papeles, Cecilia Solaguren en esa Klara vestida de novia, y Sonsoles Benedicto como matriarca y sobre todo como la tía monja, son seguros responsables de la atmósfera de verosimilitud que irradia la pieza. Una gran selección de caracteres creíbles.
Este domingo, mediada la andadura de la propuesta, el espacio tan especial de la sala superior del Valle Inclán parecía hecho a medida del espectáculo que presenciábamos. Lleno completo y emoción sentida en las ovaciones finales. Las Musas quieran que Los Gondra recorran el País Vasco de arriba a abajo, suscitando catarsis liberadoras individuales y colectivas. La obra exige arrepentimiento y perdón sin invocarlo. Mucho más vale tarde que nunca.
Aproximación al espectáculo (del 1 al 10)
Interés, 9
Texto y trama, 8
Dirección, 8
Escenografía y vestuario, 7
Interpretación, 8
Iluminación: 7
Música: 8
Coreografía: 8
Producción, 8
Documentación para los medios, 7
Programa de mano, 8
Teatro Valle-Inclán / Sala Francisco Nieva
LOS GONDRA
(una historia vasca)
de Borja Ortiz de Gondra
Dirección Josep Maria Mestres
Del 18 de enero al 19 de febrero de 2017
Reparto (por orden alfabético)
Marcial Álvarez
Sonsoles Benedicto
María Hervás
Iker Lastra
Borja Ortiz de Gondra
Francisco Ortiz
Juan Pastor Millet
Pepa Pedroche
Victoria Salvador
Cecilia Solaguren
José Tomé
Escenografía – Clara Notari
Iluminación – Juanjo Llorens
Vestuario – Gabriela Salaverri Solana
Música original – Iñaki Salvador
Movimiento y coreografía – Jon Maya Sein
Videoescena – Álvaro Luna
Asesor lingüístico (euskera) – Karlos Cid Abasolo
Asesor pelota vasca – Fernando Larumbe
Fotos -marcosGpunto
Producción – Centro Dramático Nacional
Teatro Valle-Inclán / Sala Francisco Nieva
Plaza de Lavapiés, s/n
28012 Madrid
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De martes a sábados, a las 19 h.
Domingos, a las 18 h.