Con las miras puestas en Biarritz, Francia, donde se alberga la Cumbre del Grupo de los Siete (G-7), las tensiones comerciales se postulan como uno de los puntos de fricción entre los líderes de las economías desarrolladas más importantes del planeta. Mientras que en los últimos meses la contienda arancelaria entre Washington y Pekín ha copado buena parte de la atención de los mercados, las tensiones entre Estados Unidos y la Unión Europea cobrarán protagonismo en los próximos meses.
Son muchos los frentes comerciales abiertos entre la Casa Blanca y Bruselas, donde en estos momentos se preparan para que la Organización Mundial de Comercio (OMC) dé luz verde a la administración Trump para imponer aranceles a productos europeos por valor de hasta 7.000 millones de dólares en relación con el caso de los subsidios a Airbus.
Sin embargo, más allá de este caso, que también repercute de forma similar en la demanda presentada contra EEUU y Boeing, las tensiones comerciales podrían acentuarse en noviembre. Para entonces el presidente de EEUU, Donald Trump, deberá determinar si impone o no aranceles a la industria automotriz europea en caso de que no se llegue a un acuerdo comercial limitado que reduzca o elimine las tasas en los productos industriales, incluidos los coches.
Una negociación que se postula complicada dada la presión de Washington por incluir el sector agrícola como parte de las conversaciones, una línea roja para Europa. Todo ello en un momento en que la Oficina del Representante Comercial de EEUU (USTR, por sus siglas en inglés) está completando una investigación sobre el impuesto digital francés sobre los servicios digitales que podría allanar el camino para imponer algún tipo de gravamen como represalia.
La administración Trump ya impuso aranceles sobre el acero y el aluminio europeos, lo que llevó al bloque a imponer aranceles del 25% sobre 2.800 millones de dólares en productos estadounidenses en junio de 2018.
Ahora la pregunta es qué ocurrirá en los próximos meses, dado que una contienda comercial entre ambos socios podría tener un daño potencial más profundo que la guerra arancelaria en curso con Pekín.
Los datos del USTR muestran como en 2018, EEUU importó 683.900 millones de dólares en productos y servicios europeos y 557.900 millones de dólares en productos y servicios chinos. No obstante, las exportaciones estadounidenses a la UE alcanzaron los 574.500 millones de dólares y solo 179.200 millones a China. Si tenemos en cuenta las exportaciones e importaciones de bienes y servicios entre la UE y EEUU, el comercio bilateral entre ambos superó al de Washington y China en 2018 en más del 70%.
Con estas cifras en mente, ni EEUU ni la UE pueden permitirse en estos momentos entrar en una contienda comercial a todo gas cuando ambas economías se están desacelerando y es probable que el efecto cíclico potencial de nuevos aranceles sea bastante fuerte.
La zona euro creció a un ritmo de tan solo el 0,2% en el segundo trimestre mientras Alemania amenaza ya con sufrir una recesión técnica. Como resultado, está previsto que el Banco Central Europeo (BCE) anuncie nuevos estímulos después del verano.
En EEUU, la economía creció a una tasa anualizada del 2,1% en el segundo trimestre, 1 punto porcentual menos que en los tres primeros meses de 2019 mientras que la Reserva Federal llevó a cabo el pasado 31 de julio su primer recorte de tipos desde diciembre de 2008.