Innovación tecnológica en el sector vitivinícola

“La implantación de aplicaciones de negocio, la utilización de sistemas integrales que gestionen todos los aspectos de la empresa o la relación con sus clientes, no es el tipo de aplicaciones que más interesen al sector, aunque desde nuestro punto de vista se convertirán en elementos que mejorarán la posición competitiva de la empresa”. Esta es una de las conclusiones del Diagnóstico Tecnológico del Sector Vinícola, realizado por el Observatorio de las Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información y por la Entidad Pública Empresarial Red.es. El estudio, basado en una encuesta realizada en 2007 a empresas del sector del vino, pone de manifiesto lo mucho que queda aún por hacer, e incluso la necesidad de concienciación que se requiere transmitir a muchas empresas del sector vitivinícola de cara a que no caigan en un detrimento de la competitividad, hecho aún más acuciante en una época de crisis económica grave como en la que nos encontramos.

Por todo ello, el estudio citado concluye con una recomendación del máximo interés: “Será necesario desarrollar -y en este punto deberían participar tanto las empresas del sector del vino como también las empresas tecnológicas-, aplicaciones y sistemas que mejoren la prestación y ejecución de diversas tareas dentro de la cadena de valor del sector, desde la recogida y el tratamiento de la cosecha de uva como materia prima, el tratamiento de la producción y la gestión de la post-producción y la distribución hacia los clientes finales”.

En suma, se recomienda con insistencia la necesaria innovación tecnológica en el sector, en la confianza de que la mejora en la tecnología conllevará mejoras en la calidad de los productos y reducción en los costes, así como posibilitará un acceso más directo a los clientes y la posibilidad de ofrecerles un valor añadido. No olvidemos que precisamente han sido los propios clientes, así como los proveedores, quienes más han influido en la incorporación de las nuevas tecnologías en el sector vitivinícola. Estar apegados a la tierra, vigilar la climatología, y todos los usos y costumbres tradicionales, todas las herramientas vinculadas al cultivo de la vid y a la posterior elaboración del vino, no deben descuidarse, pero han de irse adaptando a una nueva situación global, en el que cada vez se precisa más de la tecnología para gestionar de modo sistemático todos los aspectos relativos a la producción del vino, abrir nuevos canales de comercialización a los productos, analizar la demanda del modo adecuado que permita adelantarnos a los acontecimientos, etc.

Para acceder a estos objetivos, partimos de una situación no del todo halagüeña. Por ejemplo, muchas empresas, aunque no todas, cuentan ya con programas ofimáticos de gestión económico-administrativa, e incluso de facturación, de suministro de materias primas, gestión de almacenes y clientes, etc. Pero si tratamos de ir un poco más lejos, nos encontramos con que no llega ni al 5 % el porcentaje de empresas vitivinícolas que tienen implantado un sistema de gestión integral con clientes o de gestión de la empresa en general, y la implantación de soluciones específicas para el negocio es muy limitada en este sector. Las tecnologías referentes a aspectos como el embasado y la selección del producto, la gestión agrícola en lo que se refiere a cultivos y cosechas o la propia trazabilidad del producto, tienen hasta este momento un nivel de implantación muy bajo.

El primer clúster del vino. Con un escenario en el que queda aún tanto por construir, hay que celebrar que se vayan produciendo iniciativas que contribuyen a promover y alentar la innovación tecnológica en el sector vitivinícola. Un ejemplo relevante al respecto lo constituye el proyecto que han iniciado recientemente diez empresas riojanas, líderes en el desarrollo de proyectos de I+D+i y nuevas tecnologías para el mundo del vino, que han creado el primer clúster del vino en España, denominado 26CRV. La decena de entidades que agrupa suman 23 millones de euros de facturación anual, contando con 220 empleados y una cartera de clientes de las principales zonas vitivinícolas del mundo.

El uso de la palabra clúster, que se suele castellanizar con el acento, se refiere en el ámbito industrial a una concentración de empresas vinculadas entre sí, usualmente en un espacio geográfico definido, que trata de provocar ventajas competitivas para el grupo así asociado. En el sector del vino, éste es el primer clúster con este nombre que se formaliza, y está integrado por las empresas riojanas Avanzare, Intranox, Talleres Ruiz y Vinomio, de Logroño; Estuchería Vargas, Micalanda y Centro de Ensayos y Análisis Dolmar, de Gimileo; Inter química, de Navarrete; Magreñán, de Alfaro; y Dolmar, de Haro.

Estas empresas participan en proyectos nacionales de primer nivel que están relacionados con la articulación y el desarrollo de proyectos de I+D+i (investigación, desarrollo e innovación) destinados a la industria vinícola española. Actualmente se estima que la inversión global del clúster 26CRV en proyectos de I+D+i asciende a cuatro millones de euros al año, el 6% del total del sector, según sus propios datos. Sus primeras acciones, como manifestaron en el momento de su presentación, se centrarán en presentar nuevos proyectos nacionales promovidos por el CDTI (Centro de Desarrollo de Tecnología Industrial).

Un portavoz del clúster riojano, Mariano Fernández, gerente de Dolmar, una de las diez empresas fundadoras del grupo, expone a nuestro requerimiento cómo se analiza, desde su perspectiva, la situación que atraviesa en estos momentos el sector: «La situación actual en cuanto a innovación tecnológica en el vino en España ha evolucionado en los últimos años de forma notable. Un creciente número de bodegas es consciente de la necesidad de innovar en producto y en procesos, tanto en el viñedo como en bodega. El escenario de fuerte competitividad en el sector del vino hace cada vez más necesaria la innovación como estrategia de diferenciación frente a la competencia».

Ahora bien, el momento de crisis económica que estamos atravesando entra, como es lógico, dentro de las preocupaciones del sector, y del clúster 26CRV en particular, lo que nos alerta sobre la conveniencia de incrementar nuestra propia competitividad: «Nadie sabe lo que va a pasar, lo que es seguro es que los niveles de competencia van a aumentar por el previsible descenso del consumo. Esto propiciará una mayor necesidad de mejora continua en toda la cadena de valor de las industrias del sector. Por lo tanto la innovación, la investigación y el desarrollo obrarán un papel decisivo».

Desde la perspectiva del portavoz del primer clúster del vino recientemente constituido en La Rioja, pese a la actual situación, las expectativas de cara al futuro son estimulantes: «El futuro en el campo de la innovación se presenta bastante prometedor. Desde hace unos años hemos observado una actitud cada vez más abierta y positiva hacia este tipo de proyectos. De hecho, las empresas que forman parte del clúster 26CRV estamos desarrollando de manera conjunta e individual un gran número de proyectos de I+D+i a escala nacional, e incluso internacional, muchos de ellos relacionados directamente con la innovación tecnológica en el mundo del vino. Sirva como ejemplo un proyecto de I+D+i en el que participamos tres de las empresas del clúster (Avanzare, Dolmar y Vinomio) y que desarrollamos junto a nueve bodegas de Rioja. Estamos tratando de desarrollar vinos con una concentración de resveratrol muy superior a la de los vinos actuales a través de tratamientos realizados en el viñedo. Los ensayos que hemos hecho hasta ahora nos han dado uvas con diez veces más resveratrol de lo habitual. Se trata de un proyecto relacionado con el vino y la salud pionero en todo el mundo que está despertando un gran interés».

Un grupo que se estrena con proyectos claramente innovadores y punteros, incluso en una dimensión internacional, por lo que seguramente están señalando hacia una de las posibles direcciones donde deben dirigirse quienes no quieran quedarse estancados en esta época de cambios y de duros ajustes en todas las secuencias de la actividad productiva y comercial.

Pero este tema de la innvoación tecnológica da para mucho más. Mañana seguiremos profundizando.

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Autor

Juan Luis Recio

Blogger gastronómico y de tendencias, crítico de vinos (XL Semanal), letrista, sociólogo, mensista, poeta

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