La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

Feliz Navidad desde la ponzoña

Son días frenéticos. Navidad, Navidad, ¡feliz navidad! Carreras, trompicones, empujones, navajazos. Imagen de ayer tarde en un centro comercial: los tres Reyes Magos solos en su atril, hablando entre sí. De fútbol, supongo. Diez metros a la derecha, una larguísima cola: directa a una administración de lotería. Quince metros más allá: niños y padres rodeando un escenario tomado por lunáticos robots con figura de ratones gigantes. Un villancico metálico era lo que exhalaban sus figuradas voces humanas. Sólo faltaba un becerro de oro meándose en la cara de enloquecidas fans de Lady Gaga, esa musa feúcha, golfa, divertida y alocada: genial.

La sombra del Niño que nació entre la mierda de un establo para ser Dios del Amor, ¿dónde queda? Toc, toc, ¿Navidad? Vivimos tiempos de sequedad y dormición de los sentidos. Si ya no montamos un Diciembre del 10 (reflejo de un Mayo del 68 cañí) ni por asfixia de las pensiones ni por fiebre en los recibos…, ¿cómo vamos a evitar que suceda lo que en Semana Santa? Esto es: pasión, muerte y vía crucis ya sólo sirven para dar nombre a dulces postres. ¡Torrijas al poder!

Y la Iglesia, ¿qué dice? En primer lugar, al menos así debería ser: ¡firmes en el testimonio auténtico! Y uno que pensaba que esta bimilenaria institución vivía su época de mayor santidad y fidelidad… También se aprende a base de golpetazos y caídas del caballo. Un consejo: para seguir teniendo la mirada pura, con la ilusión sumergida en la candidez, hay que dirigir los ojos a los sencillos y cotidianos ejemplos: vengan de curias y jerarquías o provengan de tierras de misión: burdeles, comedores, centros de marginalidad o de servicio fiel en la pequeña parroquia o monasterio. ¡Y la vista también enfocada en los creadores de antitestimonio, que son legión!

Enumeremos (aunque duela): odiadores de diferentes, curadores de quienes no quieren ser curados, fariseos, hipócritas, totalitarios, energúmenos, cobardes, rupturistas, carreristas, habladores de una cosa y hacedores de la contraria, creadores de imagen pública con fondo podrido, corazones desbordantes de miseria y condena, regaladores de mentira, cínicos, golfos, amargados, barraganes y abarraganantes, encubridores, delincuentes, señaladores sin gafas de corto alcance (más bien íntimo), dibujantes de sonrisas oscuras por dentro, vividores del cargo, ausentes de coherencia, imprudentes ante el daño causado, tuertos de mente, dementes.

Éstos son los adjetivos que hoy marcan a muchos en la Iglesia de Cristo. Con corbata o con sotana, aquí están muchos. No los ocultemos. Son los legionarios del antitestimonio. Hieren, mas si sabes que la Iglesia la componemos podridos andantes, no tienen por qué matar. A la fe, digo.

Feliz Navidad desde la ponzoña.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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