La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

Delbosquiano o mourinhista

Aunque lo parezca, no hablo de fútbol. Mejor dicho, no hablo sólo de fútbol. Hoy, pocos personajes públicos reflejan mejor dos modos opuestos de vivir la vida y ser persona que estos dos: Vicente del Bosque y José Mourinho. Por supuesto, me refiero a su imagen pública, a lo que transmiten. Lo que puedan ser o no en el trasfondo de su día a día, en su intimidad, lo conocerán en su entorno cercano. Tomo aquí los modelos, y confronto.

Puedes ser una persona que hace bien su trabajo, como es el caso de los dos personajes. Dicho esto: puedes ser alguien que de esto hace un motivo para la soberbia, como Mourinho; o lo lleva con absoluta normalidad, como Del Bosque. En el trato con tus semejantes, puedes ser una persona que ve en el otro alguien que tiene que tener una opinión marcada sobre ti (ya sea de pura admiración o de rechazo total, pero sin dejar nunca a nadie indiferente), como Mourinho; o una persona que, como siempre trata con respeto a todo el mundo, corre el “riesgo” de pasar absolutamente desapercibido, como Del Bosque.

Puedes ser una persona que vive del conflicto y lo genera constantemente porque entiende que así todo le irá mejor, como Mourinho; o ser alguien que huye de todo posible malentendido, con lo que opta por dar preferencia al entendimiento y, llegado el caso, al silencio que no molesta al otro, como Del Bosque. Puedes ser una persona que, con su rictus público, provoca aparecer la gran mayoría de las veces como un ser enfadado con el mundo, como Mourinho; o ser alguien que, sin caer en la sonrisa vacía, puede ser siempre bonachón, aún desde la seriedad, como Del Bosque.

Puede ser alguien que se vale del sentimiento de un colectivo y se muestra como el único defensor del mismo, cuando en realidad no ama ese sentimiento y, en la dinámica del mercado, hoy defiende ése y mañana el contrario, como Mourinho; o puede ser alguien como Del Bosque, que ha dedicado toda su vida a una pasión, soportando desde el silencio incluso el rechazo de los actuales guardianes de ese sentimiento, como Del Bosque. Y aquí sí hablo de fútbol. Concretamente, hablo de madridismo. Produce bochorno que algunos becerros, en casa, tachen a Del Bosque de “antimadridista” a la vez que equiparan a Mourinho casi con Bernabéu. No, señores, no. Eso no.

Mourinho ser irá, y tras él, aunque deje títulos, no quedará sino división. Me quedo con nuestro verdadero estandarte: Don Vicente, desde la normalidad, el respeto a los demás y el señorío (sí, el señorío y los “valores” del madridismo que, a diferencia de los actuales, no da vergüenza ajena reivindicar), nos dejó estilo, paz y orgullo. Ah, y muchos más títulos que Don José. Aunque no se regodeé en ellos constantemente.

Como idealista que aún soy, me sigo quedando con la utopía de la autenticidad y no con el bufón engreído. Aunque sea muy consciente de que, en estos tiempos de mercadeo, vale (y vende) mucho más espectáculo dantesco que el sosiego respetuoso. Soy y seré delbosquiano. Aunque los bigotes (símbolo del fútbol de verdad, en una época de verdad y con jugadores de verdad) se hayan pasado de moda.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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