Policía española: «La gran faena es que siempre fuimos un paso por detrás de los autores del 11-M»

Respiran por la herida y de qué manera. Saben que fallaron, que podían haberlo evitado y como buenos profesionales y patriotas, se lamentan. Un instructor de la investigación del 11-M ha admitido hoy que «la gran faena es que siempre fuimos un paso por detrás» de los autores del 11-M, como el suicida Serhane Ben Abdelmajid, «El Tunecino», lo que impidió que la Policía conociera con antelación su intención de atentar en Madrid.

Así lo expuso este inspector de la Unidad Central de Información Exterior (UCIE) de la Policía al reconocer que «El Tunecino», del que dijo que era «un islamista de nivel», era una persona «digna de consideración» por sus ideas extremistas, por lo que lamentó haber estado «siempre» un «paso por detrás de ellos» y de lo que planeaban Abedelmajid y las personas que le seguían.

Este testigo manifestó también que cuando los GEO acordonaron los alrededores del piso de la calle Martín Gaite de Leganés (Madrid), en el que se suicidaron siete presuntos responsables del 11-M, «a raíz del supuesto tiroteo», él acudió allí con sus compañeros y al llegar «explotó la casa».

No obstante reconoció que «yo mismo no tengo nada claro lo que paso ahí porque he oído varias versiones», aunque precisó que «lo que si tengo claro es que dispararon desde la casa, pero creo que me estoy excediendo en contestarle porque lo que sé es por referencias», indicó el inspector a preguntas de la defensa de Rabei Osman El Sayed, «El Egipio».

«Lo que me dijeron (los GEO) es que les habían disparado, pero las personas que vivieron esto están citadas y se lo explicarán mucho mejor. Yo llegué cuando se produjo la explosión», insistió.

Por otra parte, explicó que en un principio se identificó a seis de los suicidas y no fue hasta meses después cuando se supo cuál era el séptimo, que resulto ser el argelino Allekema Lamari, quien se encontraba en libertad mientras se resolvía el recurso que interpuso ante el Tribunal Supremo contra una sentencia de la Audiencia Nacional que le condenó por pertenecer al Grupo Islámico Armado (GIA) argelino.

La identificación de Lamari, agregó, la propició, entre otros indicios, la declaración prestada por Safwan Sabagh, quien al ser detenido el 20 de agosto de 2004 en Valencia, aunque no está acusado por el 11-M, aseguró que éste le había dicho tras los atentados de Madrid: «no me cogerán vivo».

Las pruebas «no estaban perfectamente clasificadas»
El tercer testigo protegido perteneciente a la Unidad Central de Información Exterior (UCIE) que ha comenzado a declarar ante el tribunal que juzga a los procesados por los atentados del 11 de marzo en Madrid indicó hoy que «el caos» creado tras la masacre provocó que los efectos requisados en los registros a domicilios y el resto de pruebas halladas en distintos escenarios «no estuvieran perfectamente clasificados».

El inspector de la unidad, que se ocupó de los aspectos domésticos de la investigación, explicó que administró «toneladas de efectos localizados en los registros» que procedían de la Unidad Central de Inteligencia (UCI) y se trasladaban a la UCIE para su depósito.

Indicó, además, que se elaboró un inventario aunque «no siempre era fácil hacerlo» ya que había multitud de pruebas (objetos procedentes de detenidos que luego fueron puestos en libertad y a los que se devolvieron sus efectos, otros que acabaron constituyendo pruebas de cargo, pertenencias de víctimas no reclamadas. . . ).

Entre los objetos almacenados en depósito se encontraba una bolsa de asas azul, similar a la localizada en el distrito de Vallecas y que contenía un artefacto no explosionado, dijo el testigo que especificó que ésta fue adquirida en un comercio de Lavapiés situado enfrente de la vivienda de dos hermanos que pertenecían a la célula de Lavapiés. Una persona de su unidad compró la bolsa ya que se pensó que la Policía Científica, que se ocupaba del análisis de la encontrada en Vallecas, podría necesitarla con objeto de realizar un cotejo de las fibras.

El miembro de la UCIE indicó que la existencia de esta segunda bolsa provocó la confusión que llevó a pensar que fue su unidad la que custodiaba la original. No pudo confirmar si la comprada en Lavapiés por su sección fue entregada finalmente a la Policía Científica o no, dado el mencionado «caos» en los objetos almacenados y destacó que la UCIE nunca participó en el análisis de la bolsa original.

«Ideas suicidas»El inspector expuso, por otra parte, que no le cabe «duda» de que los procesados Fouad El Morabit, Basel Ghalyoun y Mouhannad Almallah Dabbas contribuyeron a inculcar «ideas suicidas» a Rifaat Anouar, uno de los terroristas islamistas que murieron en la explosión de la calle Carmen Martín Gaite de Leganés.

El inspector de la UCIE se basó en las declaraciones tomadas a Mohamed Bassa, persona que convivió con Anouar tras compadecerse de su situación –vivía en la calle– y «recogerle» en Madrid. Bassa explicó que después de pasar unos meses junto al suicida éste se marchó del barrio donde residían y comenzó a acudir a la Mezquita de la M-30.

Cuando volvió a verle le encontró «muy cambiado» e incluso le expuso «planteamientos doctrinales». La UCIE considera que Anouar comenzó a asistir durante este periodo a reuniones en el local de la calle Virgen del Coro en el que vivían Ghalyoun y El Morabit y que fue allí donde se produjo su cambio de actitud.

El testigo declaró que, tras las primeras detenciones que condujeron a pensar que los atentados eran «de corte islamista» comenzaron a recopilar información y toparon con la figura de Serhane Ben Abdelmajid Fakhet, alias «Sarhane El Tunecino», que también se suicidó en Leganés y que era conocido en su unidad por sus ideas extremistas. Acudieron a la vivienda donde éste residía habitualmente y la encontraron vacía. Tampoco localizaron el vehículo que utilizaba.

Tras ponerse en contacto con el propietario de la casa en la que vivía, el casero explicó que «El Tunecino» había sido su inquilino durante cinco años y que siempre le pagaba en efectivo los primeros días de cada mes. No obstante a principios de marzo de 2004, no acudió a pagar y el casero no pudo localizarle. Incluso acudió a denunciar su desaparición a comisaría, relató el inspector.

El miembro de la UCIE, que fue instructor en las detenciones de los acusados Larbi Ben Sellam y Hassan El Haski, indicó que «Sarhane El Tunecino» era «un islamista de nivel». Explicó que «el extremismo exagerado» del suicida pudo «salvar la vida» a varias personas que asistían a las reuniones de adoctinamiento que organizaba ya que «causaba miedo» e insultaba a aquellos que no querían respaldar su cruzada «cruel y asesina».

Respecto a «El Chino»En cuanto a otro de los suicidas de Leganés, Jamal Ahmidan, alias «El Chino», el testigo indicó que su hermano pequeño Youssef Ahmidan, declaró de forma voluntaria que «estaba convencido» de que éste era responsable de los atentados.

Se refirió, además, a una conversación que mantuvieron el hermano mayor, Mustaphá y «El Chino» en que le recriminó y reprendió «por haber asesinado a 200 personas» en un país que les había acogido y donde trabajaban. «El Chino» respondió que ese mismo número de personas «muere cada día en Palestina».

El inspector también relató en su declaración que se identificó al séptimo suicida de Leganés, Allekema Lamari, y su participación en los atentados a través del hallazgo de su perfil genético en un vehículo Skoda Fabia abandonado en la estación de cercanías de Alcalá de Henares. A la identificación contribuyó la declaración de una de las personas de su entorno, Satwan Sabagh.

De hecho, el inspector relató que la declaración de Sabagh aportó una gran cantidad de datos. Concretamente se refirió en una conversación telefónica intervenida entre ambos el 29 de marzo –tras la detención en Valencia de Sabagh por su presunta participación en la masacre–, Lamari al ser preguntado por su amigo sobre su vinculación en el atentado le responde con la siguiente expresión: «No me cogerán vivo». «Estoy en la cárcel por tu culpa, creen que has sido tú, has tenido algo que ver», relató el inspector reproduciendo las palabras de Sabagh.

Implicación de Ben Sellam
El funcionario policial también detalló que para la Policía quedó probada la participación de otro de los acusados, Mohamed Larbi Ben Sellam, al comprobar que impartía instrucciones a los miembros de las células. Las pesquisas, según el testigo, implicaron a Ben Sellam por su tráfico de llamadas telefónicas y por el contenido de sus conversaciones al confluir su investigación con la denominada Operación Tigris.

Especificó a su vez que en la intervención de las llamadas se podían comprobar instrucciones del acusado a diversos miembros que participaron en la masacre, y aclaró que la colaboración se estableció gracias al registro de sus llamadas en las terminales de telefonía móvil en Sabadell, donde residía el procesado.

El inspector de la UCIE concretó que el departamento de Acústica de la Policía corroboró la voz de Sellam y para comprobar que el número de teléfono intervenido era relamente suyo, se utilizaron «medios simples» como «llamarle y ver que se echaba la mano al bolsillo» para coger el aparato.

El testigo indicó a preguntas de las acusaciones particulares que su sección trabajó en una línea de investigación en base a las indicaciones proporcionadas por el procesado Rafa Zouhier a la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil pero no obstante señaló que pronto la abandonaron porque «no conducía a nada».

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