La tensión en Pakistán crece con choques entre la oposición y la policía

(PD).- Nawaz Sharif, ex primer ministro pakistaní y líder de la Liga Musulmana-N (PML-N), partido en la oposición, ha eludido el arresto domiciliario al que le ha sometido el Gobierno para encabezar, pese a la orden de mantenerse en su domicilio, las protestas contra el Gobierno que tienen lugar en Lahore en una Larga Marcha que pretende llegar mañana a Islamabad.

Los manifestantes y la policía pakistaní mantienen una fuerte lucha en las calles en una clara muestra del deterioro de la situación en el país.

El supuesto arresto domiciliario, negado por el ministro del Interior pakistaní, Rehman Malik, ha ocurrido algunas horas antes de que Sharif concurriese a la multitudinaria manifestación callejera. A pesar de la negación del Ejecutivo, la policía, ataviada para el combate, ha sellado la casa del político y ha bloqueado la calle. Uno de los agentes que han participado ha explicado que Sharif estaba bajo «protección por seguridad» por tres días.

Sharif, que ha decidido salir de su casa pese al despliegue policial, ha declarado a los periodistas que el Gobierno ha convertido el país en un estado policial. «Han bloqueado todas las carreteras, han usado toda clase de tácticas contrarias a la ley», ha dicho Sharif a los periodistas en la puerta de su casa. Cientos de manifestantes, muchos miembros del partido religioso paquistaní, han arrojado piedras a los policías fuera del Tribunal Supremo en Lahore. Muchos vehículos, además, han sido quemados. La policía ha respondido lanzando gases lacrimógenos y disparando pelotas de goma. Después, cientos de manifestantes han llenado la zona, obligando a retroceder a la policía.

La protesta, organizada por los abogados y los partidos de la oposición, amenaza con traer más turbulencias a un país en el que el Gobierno lucha por combatir a los militantes islamistas y revivir la decaída economía.

El riesgo del descontrol

Los hechos violentos de hoy llegan tras la oferta de diálogo que le hizo ayer el presidente, Asif Alí Zardari. Además de proponer a Sharif negociar fórmulas para restaurar a la alta judicatura del país, como demanda Sharif, el Gobierno anunció que apelará en el Tribunal Supremo el fallo que inhabilitó a Nawaz y su hermano, Shahbaz, para ocupar cargos públicos. Pese a la oferta de conciliación, las autoridades han seguido adelante con sus medidas para evitar la sentada de abogados y activistas opositores convocada a partir de mañana en Islamabad.

También han recibido ordenes de arresto además de Nawaz y Shahbaz Sharif, los líderes de los otros dos partidos convocantes de la protesta y destacados abogados, según distintas fuentes de los partidos y de la Policía citadas por los canales paquistaníes. Estas detenciones se suman al millar de arrestos de abogados y activistas de la oposición, en virtud de una normativa impuesta temporalmente que prohíbe las manifestaciones, realizadas desde el viernes por las autoridades.

Ese día, la Policía pakistaní enfrentó y reprimió a los abogados, activistas y disidentes mientras se dirigían a Islamabad para participar de la protesta. La llamada ‘larga marcha’ pretende llegar hasta la sede del Tribunal Supremo para exigir el restablecimiento en sus cargos de los jueces destituidos en 2007 por el general Pervez Musharraf.

En especial, exigen el regreso de Iftikhar Chaudhry, presidente de ese tribunal. El presidente paquistaní Asif Ali Zardari, viudo de Benazir Bhutto (mandataria asesinada el año pasado), considera que este magistrado es una amenaza para sus ambiciones políticas y se ha negado a reincoporarlo.

Ayer sábado, Zardari intentó reducir la confrontación con los disidentes al asegurar que solicitará una revisión de la sentencia del Tribunal Supremo pakistaní que prohíbe a los hermanos Sharif presentarse a las elecciones. Estos opositores han interpretado que detrás de la decisión de ese tribunal está el propio Zardari y han asegurado que la promesa es un intento para disolver la ‘larga marcha’.

El Gobierno, que se enfrenta a la crisis más grave desde su llegada al poder hace un año, ha prohibido la protesta y detuvo a más de 300 activistas el lunes pasado. Pese al despliegue de las fuerzas de seguridad, los disidentes han confirmado la determinación de llegar a Islamabad, donde, entre otras protestas, han convocado a una sentada en las afueras del Parlamento paquistaní. El clima de tensión ha aumentado el riesgo de que se produzcan enfrentamientos violentos entre los activistas y la Policía.

Los analistas políticos han advertido que un escenario de descontrol podría desencadenar la intervención del Ejército. Estados Unidos ha expresado su preocupación por esta crisis política interna, que podría afectar seriamente el propósito de Pakistán de eliminar los núcleos terroristas talibanes. El Gobierno estadounidense considera que este paso es esencia para estabilizar Afganistán.

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