Un Consejo de Seguridad Nacional para el siglo XXI

Un Consejo de Seguridad Nacional para el siglo XXI

(David Ignatius).- Uno de los enigmas de los primeros meses de la administración Obama era cómo iba a funcionar el Consejo de Seguridad Nacional bajo el General James Jones. Él tenía el delicado desafío de dirigir al «equipo de rivales» y trabajar con el joven presidente que apenas contaba con seis años cuando Jones partía para Vietnam en 1967 siendo segundo lugarteniente de los Marines.

Hasta el momento, el proceso de la política exterior ha sido fluido en general, y un motivo es que Jones ha desempeñado un papel discreto con respecto a sus predecesores como consejero de seguridad nacional. Ese estilo desahogado ha ayudado a evitar conflictos, pero algunos analistas vienen dudando de los propios juicios estratégicos de Jones. Para explicar su enfoque, Jones accedía a mantener una entrevista esta semana en la Casa Blanca.

La filosofía rectora de Jones, como la de Obama, parece ser el pragmatismo. Quiere crear lo que llama «un Consejo de Seguridad Nacional del siglo XXI» que abarque todos los elementos del poder nacional y las diversas amenazas a los intereses estadounidenses — desde la energía a la seguridad frente a piratas informáticos pasando por el terrorismo. En coordinación con los grandes egos de la política exterior, quiere un proceso de colaboración en el que el asesor de seguridad nacional sea un catalizador, en lugar de un agente por su cuenta.

«Quiero cerciorarme de tener a la gente adecuada y de que son capaces de decir lo que quieran de manera que nadie se marche enfadado porque sus opiniones no se hayan escuchado,» explica Jones. «Hasta el momento todo ha estado muy equilibrado a este nivel. El equilibrio me permite no tener que estar tanto tiempo en primer plano.”

Jones es un activista del asunto palestino, que enumera como una importante prioridad de la nueva administración. Quiere que Estados Unidos adopte un papel director en las negociaciones — presentando sus propias ideas para ayudar a romper cualquier estancamiento entre israelíes y palestinos. «Estados Unidos está en su elemento cuando se implica directamente,» dice Jones. Cita los esfuerzos diplomáticos estadounidenses en los Balcanes. “No dijimos a las partes que se pusieran en marcha y elaboraran esto. Si queremos resultados, tenemos que implicarlos directamente.”

Esta postura puede contrariar al nuevo ejecutivo israelí del Primer Ministro Benyamin Netanyahu, al igual que las perspectivas de diálogo diplomático estadounidense con Irán. Idealmente, a la administración le gustaría explorar una nueva arquitectura de seguridad para el Golfo Pérsico que reconozca el creciente poder de Teherán, pero que también imponga límites. Pero los funcionarios advierten de que conversaciones tan amplias no se van a desarrollar rápidamente, teniendo en cuenta la mezcla de señales contradictorias que sale de Irán.

Por ahora, la administración se opone a cualquier ataque militar israelí a las instalaciones nucleares de Irán. Preguntado si esa opinión había sido trasladada al gobierno israelí, un alto funcionario respondía: «Hemos trasladado a todos los actores regionales que ahora no es momento de ningún tipo de hostilidades.”

El problema más difícil de la lista de asuntos pendientes del Consejo podría ser Pakistán. Muchos funcionarios equiparan la situación en deterioro con el Irán de 1978, cuando un débil shah se enfrentaba a una insurgencia islámica cada vez más fuerte. Las lecciones de la historia, han dicho a Obama algunos altos funcionarios, apuntan a que el ejército paquistaní debe tomar medidas decisivas contra los insurgentes Talibanes ya, antes de que sea demasiado tarde.

Jones está convencido de que el funcionamiento del Consejo debe evolucionar para tratar todos estos problemas y otros que no son aún evidentes. Quiere una plantilla mayor y mejor financiada que pueda trabajar mejor más allá de fronteras de agencias, y está construyendo una nueva célula de planificación estratégica «para anticiparse y ver lo que viene.” Al describir sus planes para el Consejo, habla igual que un Marine destacando «agilidad, flexibilidad e iniciativa.”

Jones afirma que de la lectura de libros de antiguos consejeros de seguridad, está claro que «los presidentes tienen los Consejos de Seguridad Nacional que quieren.” Piensa que su enfoque colaborador es buena pareja del propio estilo de Obama: «esto es lo que encaja al nivel de comodidad del presidente, de manera que podemos sentarnos a la mesa y hablar con cualquier miembro del Consejo.”

Este tipo de colaboración administrativa siempre suena bien en principio. La cuestión es qué hacer cuando surgen acusadas discrepancias en política. El estilo discreto puede no funcionar entonces, y el General modesto retirado puede tener que convocar a su Henry Kissinger interior.

La impresión que deja Jones es la de un director experimentado y sólido con el incisivo enfoque de un Marine sobre los problemas. Preguntado si apoyaba la decisión de Obama de desclasificar los memorandos de la tortura, por ejemplo, Jones respondía simplemente: «Lo apoyé porque creo que es lo correcto. En mi experiencia militar, he terminado pensando que las malas noticias no ganan con el tiempo. Mejor darlas a conocer tan pronto como las conoces.”

© 2009, Washington Post Writers Group

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