La política internacional ha vivido un momento convulso en las últimas horas.
El presidente estadounidense, Donald Trump, ha declarado el final de la moratoria de treinta años sobre pruebas nucleares.
Este anuncio se produce a pocas horas de su inminente reunión con el líder chino Xi Jinping, en un contexto marcado por una creciente tensión global y la carrera armamentística como telón de fondo.
La decisión de Trump representa un cambio significativo.
Desde 1992, Estados Unidos había mantenido una moratoria sobre ensayos nucleares, alineándose con sus compromisos internacionales y buscando reducir el riesgo de proliferación y catástrofes nucleares.
El presidente justificó su postura señalando que “debemos estar al nivel de Rusia y China, que están modernizando y desarrollando sus capacidades sin las restricciones que nos hemos impuesto”, haciendo referencia directa a los avances militares de ambas potencias.
Trump ha dicho que EE.UU. puede firmar un acuerdo comercial con China bastante pronto después de que las conversaciones con Jinping concluyeran en Corea del Sur.
Añadió que el problema sobre el acceso de EE.UU. a las tierras raras ha sido resuelto, y que Washington reduciría inmediatamente los aranceles sobre las importaciones chinas.
Una frágil tregua en mayo redujo los aranceles de represalia que habían superado ampliamente el 100% en ambos lados —pero las tensiones sobre el comercio se habían intensificado de nuevo.
Los analistas esperaban un acuerdo final sobre la venta de las operaciones de EE.UU. de TikTok, propiedad china —y algo de estabilidad en una rivalidad de otro modo volátil.
Antecedentes: décadas de contención nuclear
La moratoria estadounidense sobre ensayos nucleares se estableció tras la Guerra Fría. Este gesto fue clave para la firma del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBT), que aunque no ha sido ratificado por Washington, ha guiado la política de contención. Durante estos años, el arsenal nuclear estadounidense se ha basado en simulaciones por ordenador y pruebas subcríticas, evitando explosiones reales.
Sin embargo, en la última década, tanto Moscú como Pekín han acelerado sus programas de modernización nuclear. Rusia ha puesto en marcha nuevos misiles hipersónicos y desarrollado ojivas avanzadas, mientras que China ha aumentado tanto el número como la sofisticación de sus cabezas nucleares, lo que genera inquietud en Washington sobre un posible desfase tecnológico y estratégico.
Momento crítico: el pulso con China y Rusia
El anuncio de Trump se produce en un contexto caracterizado por:
- Tensiones con China: La reunión con Xi Jinping abordará cuestiones como la competencia tecnológica y militar en Asia-Pacífico.
- Rivalidad con Rusia: El reciente despliegue de misiles avanzados por parte de Moscú ha sido interpretado en Washington como una señal alarmante para el equilibrio estratégico.
- Incertidumbres sobre tratados: Estados Unidos se retiró del Tratado INF en 2019 y ha mostrado reticencias a renovar otros acuerdos sobre control armamentístico.
El giro adoptado por Trump se entiende como una respuesta a lo que considera una desventaja estratégica. En sus propias palabras: “No podemos permitirnos quedarnos atrás en tecnología nuclear. Si Rusia y China no respetan las reglas, nosotros tampoco”.
Reacciones globales y posibles consecuencias
La noticia ha generado inquietud en diversas naciones europeas y asiáticas. Varias cancillerías han expresado su preocupación ante un posible regreso a la lógica propia de la Guerra Fría, lo que podría desencadenar una escalada armamentística y aumentar el riesgo nuclear.
- Naciones Unidas: Ha instado a retomar el diálogo y evitar acciones que puedan socavar décadas de avances hacia el desarme.
- China: Aunque no ha ofrecido comentarios oficiales inmediatos, la prensa estatal califica esta medida como “una provocación que pone en peligro la estabilidad global”.
- Rusia: El Kremlin ha advertido que reanudar las pruebas podría provocar una respuesta simétrica.
Expertos en seguridad internacional han señalado varios riesgos:
- Erosión del régimen de no proliferación: Otros países podrían sentirse legitimados para desarrollar o probar armas nucleares.
- Aumento de tensiones regionales: Especialmente en Asia-Pacífico, donde Corea del Norte podría aprovechar la situación para justificar sus propios ensayos.
- Impacto ambiental y humanitario: Los ensayos nucleares históricos han dejado huellas profundas en regiones como el Pacífico o el desierto de Nevada.
Un tablero geopolítico más incierto
La cuestión nuclear añade presión al encuentro entre Trump y Xi Jinping, ya tenso debido a la guerra comercial, la situación en Taiwán y los conflictos en el mar del Sur de China. La decisión estadounidense podría influir notablemente en el tono del encuentro e impedir cualquier avance hacia una cooperación real.
Mientras tanto, desde Washington surgen voces críticas dentro del Congreso y entre expertos científicos alertando sobre los costos y peligros asociados a reanudar pruebas nucleares. “No se trata solo de tecnología; es esencial mantener la confianza internacional y evitar una nueva carrera armamentística”, argumentan analistas.
El anuncio realizado por Trump plantea un desafío directo al orden internacional establecido tras la Guerra Fría. El mundo observa con inquietud si regresaremos a una lógica basada en la disuasión y escalada justo cuando las potencias deberían buscar soluciones conjuntas ante amenazas comunes.
La incertidumbre vuelve a marcar la agenda internacional, proyectando nuevamente la sombra nuclear sobre las relaciones entre las grandes potencias. Esto reabre debates que parecían cerrados e ilustra cómo la estabilidad sigue siendo un bien frágil.
