El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Censor «hachista»

CENSOR “HACHISTA”

A mi estimada tía Sofía, quien hace apenas unas horas ha finado su peregrinaje por este valle de lágrimas y ya está gozando de los bellos paisajes e insuperable paisanaje de la Gloria eviterna.

Tal vez el término “hachista”, cuya entrada no ha admitido todavía el DRAE, requiera esta sucinta exégesis. El vocablo susodicho nada (de nada) tiene que ver con el hachís, ese “estupefaciente obtenido de la resina del cáñamo índico, previamente desecado”, según la declaración que da de dicha voz el avance de la vigésima tercera edición. Con guasa a raudales, acaso le cabría esta definición: “Dícese de quien, blandiendo una apócrifa hacha, tala o se lleva por delante una preceptiva hache”.

Hoy, domingo, 8 de marzo de 2009, acabo de (re)leer en la página 37 de Diario de Noticias el artículo titulado “Censura fascista”, que firma Juan Kruz Lakasta.

Estoy totalmente de acuerdo con la tesis que defiende en él su autor. Que la concejala de Cultura del Consistorio pamplonés haya ordenado a las personas responsables de las bibliotecas municipales que dejen de comprar los periódicos Berria y Gara me parece un acto propio de una censora fascista.

Entiendo que, en tiempos de crisis, afloren los consabidos recortes presupuestarios; y que algunas partidas muden su orden de prelación, porque haya necesidades más perentorias que convenga cubrir y/o satisfacer sin falta. Ahora bien, no comprendo por qué esos diarios concretos, los señalados (en realidad, los lectores habituales o esporádicos de los mentados periódicos), deben pagar el pato de la recesión, quiero decir, la rebaja del dinero destinado a tal fin, no mediando al respecto un recomendable e inexcusable criterio democrático, verbigracia, una encuesta o informe que recoja y tenga en consideración la opinión de los usuarios de los citados centros de cultura. Vaya por delante que el menda no optaría (al menos, a priori) por eliminar ningún medio; sencillamente, los iría turnando; o sea, si ahora sólo se pueden adquirir cuatro diarios, compraría, por razones obvias, los dos periódicos comunitarios e iría alternando el resto (mutatis mutandis, una tesis semejante sostenía su seguro servidor de usted en una décima reciente, que tituló “Bienvenida la alternancia”).

(Mientras me hallaba trenzando los renglones torcidos que conforman el parágrafo precedente, me ha llamado al móvil mi dilecto primo “Pepe” para comunicarme la triste nueva de que el corazón de su señora madre, mi querida tía Sofía, había dejado de latir. Ergo; es lógico y normal que a ella y en su memoria vayan dedicadas las líneas quebradas que contiene esta urdidura o “urdiblanda” —el/la atento/a y desocupado/a lector/a de las mismas decidirá lo que más convenga—).

En lo que sí estoy en probo desacuerdo con Juan Kruz Lakasta es en que se haya comportado como cualquier censor “hachista” al escribir que “la concejala de Cultura evidentemente a (sic) ejercido su cargo con exceso de autoridad”.

A ambos, por si les sirve, me permito recordarles este pensamiento de Anne Dudley Bradstreet: “La autoridad sin sabiduría es como un pesado cincel sin filo; sólo sirve para abollar, no para esculpir”.

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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