¿A LA FIERA, JESÚS, HAS DESPERTADO?
Dilecto Jesús:
Ayer esperé la tarde en vano a que te dignaras comentarme (por supuesto, no tienes ninguna obligación de hacerlo; no lo tomes por el lado equivocado o torticero, porque no te estoy echando en cara nada), al menos, el último de mis poemas. Pensé que, tal vez, andabas trenzando un soneto con el que demostrarte y demostrarnos a cuantos te leemos aquí, casi a diario, que eres capaz de urdirlo como hizo el menda, sin mayor problema. Llegué a pensar a ratos que me odiabas (por haberte metido en un embrollo o mezclado en el compromiso de coronar otros catorce versos endecasílabos con los que contestar a los míos y hasta contrarrestarlos) y a ratos que no (si tú, con tu escolio, me habías espoleado a componer un soneto, aventuré que entendías que con el resultado de ese aguijonazo lo que servidor pretendía era, sencilla y simplemente, tres cuartas partes de lo mismo, acicatearte, incitarte a escribir otro con arte. De lo que no dudaba era de que estabas dedicando esas horas a estrujarte las meninges, a llevar a cabo el menester mencionado.
Esta tarde (tu apostilla ha aparecido en mi blog dos minutos antes de las cinco), como tus escolios seguían brillando por su ausencia, me ha dado por urdir, a partir de lo descrito, otro soneto. Este, que obra abajo y lleva el título de “Ignoro la razón, quid o motivo”, está escrito con fino humor (he aliñado sus versos con dos gotas, solo dos, de mordacidad; te pido perdón de antemano por verterlas, aun cuando las tales no pueden llegar, en modo alguno, a ser tenidas por mera aspersión de hisopo sarcástico; ni siquiera ha habido intención de criticarte con acritud o malignidad). Así como tú interpretas, de cuando en vez, el papel de fiscal, yo he adoptado esta tarde el rol de abogado del diablo o promotor de la fe. Ya sabes, Jesús, la persona que en los procesos de beatificación y de canonización de la Iglesia Católica intenta buscar contradicciones u objeciones a las buenas causas señaladas.
Espero y deseo que a ti y a cuantos lean esto hoy, mañana o cuando sea, te/les guste.
IGNORO LA RAZÓN, QUID O MOTIVO
Ignoro la razón, quid o motivo,
Por la/el que ayer, Jesús, no me escoliaste.
Pienso a ratos que sí y que no me odiaste.
Sospecho que estuviste creativo.
Soy un ser fantasioso, ente intuitivo.
Por tanto, como tú a mí me avivaste,
¿La manta a la cabeza te liaste?
¿Dudaste entre un buen postre o aperitivo?
Si Otramotro, que no es Quevedo, pudo
Componer en dos horas un soneto,
Jesús, como tú no eres un cateto,
Seguro que pensaste lo que el rudo
O tosco que la norma del embudo
Usó y no llamó nadie más paleto.
Ángel Sáez García
[email protected]