El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Pilar fue la mujer que más me atrajo

PILAR FUE LA MUJER QUE MÁS ME ATRAJO

(¿MI EDIFICIO VITAL RUINA AMENAZA?)

Aunque, gracias a Dios, Pilar no ha muerto (ojalá fine yo mis días antes que ella), voy a escribir esta urdidura (o “urdiblanda”) como si el fatal desenlace ya hubiera acaecido. Ignoro por qué razón (si es que la hay o cabe hallarla, de peso) me ha nacido la idea de trenzar su necrología. Tal vez, mi edificio vital ruina amenace.

El cuerpo de Pilar está frío, inerte. Y ella está condenada a la celebridad, a la posteridad, por obra y gracia de mi péñola. Teniendo en cuenta su inveterada timidez, si he de hacer caso (como debo y hago) a los pálpitos de su alma y a los de la mía, está agradecida a mi pluma y, a la vez, enojada con ella, pues siempre quiso pasar inadvertida.

Como de todo hay en la viña del señor, si alguien se ha alegrado por el óbito de Pilar, a mí su inesperado fallecimiento me ha apenado sobremanera, porque, a partir de ahora, el mundo se hará menos habitable y será más irrespirable.

Hace muchos años, cuando era un adolescente y el cronista de la revistilla que hacíamos en Navarrete, fantaseaba con ser un día un escritor reconocido. Hoy, sin embargo, de lo que más orgulloso estoy es de haber tenido la gran suerte de haber conocido (incluso bíblicamente, sí) a Pilar y de haber soñado tres, seis y hasta diez veces que me casaba con ella. Y, en una de ellas, que quien fue uno de mis profesores allí y es mi amigo, Jesús Arteaga, oficiaba la misa que santificaba nuestra unión.

Entiendo que para otras/os pudieron acaecer mil y una situaciones más dichosas que la que acabo de apuntar y apuntalar en el párrafo precedente, la onírica, pero para mí la citada o, sencillamente, pasear con Pilar, yendo cogidos de la mano, y sonreír (por el motivo que fuera), estuviéramos donde estuviésemos, en Tudela, Roma, París, Londres, Cornago o Cabretón, fue de una felicidad tan inmensa e intensa que se ha hecho digna merecedora de sumar a los mentados, otrosí, los adjetivos calificativos de inusitada e insuperable.

Pilar fue la mujer que más me atrajo. Un día me fascinaba por esto, otro por eso y otro por aquello, siendo esto, eso o aquello siempre un gesto bello. Entendía como nadie mi sentido del humor y eso era, precisamente, lo que favorecía que incrementara cada día un poco más, si cabía, que sí, que cabía, el amor que sentía por ella, mi rosa inmarchitable, mi fulgente y eviterna estrella.

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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