El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Bienvenida la coña marinera

BIENVENIDA LA COÑA MARINERA

Dilecto José Ignacio:

Como mero aperitivo de lo que podrás leer esta tarde (entonces te contestaré por extenso al correo, ya que dispondré de más tiempo), te adjunto un párrafo del parecer que acabo de darle a Pilar (con casi las mismas palabras):

Han pasado dos días y las cifras que das (que son las que las autoridades sanitarias brindaban, pero no eran las fetenes o reales, porque estas son muy superiores, ya que las que trascienden solo recogen los casos testados), en el supuesto de los infectados, casi se han multiplicado por dos y, en el de los muertos con (repara en la preposición que uso, con, no por) Covid-19, ya la sobrepasa. Pronto estaremos, si no lo estamos ya (como hay quienes están contagiados pero se muestran asintomáticos) infectados.

La intervención quirúrgica será, si nada (ningún inconveniente la impide o) retrasa, el próximo viernes, 13. Como abundo o coincido, cien(to) por cien(to), con el parecer que viertes en tu correo sobre la experiencia, nada agregaré o comentaré al respecto. Me ha parecido bien leer el circunloquio por el deseo que incluye (que todo me salga a pedir de boca) y por la expresión italiana que contiene, que tanto me ha agradado que empezaré a usar pronto: “tutto sommato” (todo sumado o habiendo considerado todo), por su eufonía.

Si has leído cuanto he trenzado esta semana, acaso no te haya pasado inadvertido cómo he dado en llamar al Covid-19 varias veces, virus coronado de espinas. A mí me sirve. Si a ti no, puedes seguir devanándote los sesos.

A mí lo que estamos viviendo ahora con el dichoso (malhadado) coronavirus me ha retrotraído en el tiempo a cuando leí, por primera vez, “La peste”, de Albert Camus. Me aprendí el párrafo final de dicha novela de memoria: “Oyendo los gritos de alegría que subían de la ciudad, Rieux tenía presente que esta alegría está siempre amenazada. Pues él sabía que esta muchedumbre dichosa ignoraba lo que se puede leer en los libros, que el bacilo de la peste no muere ni desaparece jamás, que puede permanecer durante decenios dormido en los muebles, en la ropa, que espera pacientemente en las alcobas, en las bodegas, en las maletas, los pañuelos y los papeles, y que puede llegar un día en que la peste, para desgracia y enseñanza de los hombres, despierte a sus ratas y las mande a morir en una ciudad dichosa”.

Bienvenida la coña marinera, guasa o zumba, para desdramatizar. Luego escribiré una décima sobre el caso, que llevará el título de “¿Qué originó el del bus vuelco?”.

Abrazos (del vagón repleto que te remito ya sabes qué has de hacer con uno y qué con el resto, un noble gesto).

Distinti saluti!

Ángel Sáez García

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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