El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Retrato moral o ético de Eugenio

RETRATO MORAL O ÉTICO DE EUGENIO

Hoy, viernes, al inicio de la tertulia del casino “La Fuerza”, de Algaso, Eugenio nos ha sorprendido a todos, tertulianos y oyentes. El maestro jubilado, el contertulio con más solera alrededor de su ancha mesa redonda, nada más sentarse, ha tomado la palabra y, poco más o menos, ha dicho esto (si no he olvidado nada importante y las notas que he apuntado en mi libreta las interpreto ahora correctamente, claro):

—No sé si para hoy habíais preparado un discurso sobre esto, eso o aquello, el asunto que fuera, más o menos elaborado, con el que habíais previsto luciros y quedaros en la gloria. Os ruego encarecidamente que lo pospongáis una semana o, como se dice ahora, aunque la voz “cras”, en castellano antiguo significaba “mañana”, que lo procrastinéis para dentro de siete días, porque puede que, a pesar de que hoy me encuentro estupendamente, servidor os deje antes de lo augurado.

Si no os importa ni manifestáis inconveniente u objeción, me gustaría que, como ya no me van a dar más sesiones de quimioterapia ni de radioterapia, y eso debe querer decir que el final de mi peregrinaje por este valle de lágrimas, o sea, mi catástrofe, está cerca; que son pocas las tertulias que me quedan o a las que podré asistir los viernes (acaso en el cielo, tras pasar por el purgatorio, me lleve un inopinado alegrón y, como he soñado, haya allí otra/s), me concedáis la gracia de proponer para esta semana o, como muy tarde, para la próxima, que quien quiera proceda a hacerme un retrato físico o moral, o sea, una prosopografía y/o una etopeya, de mi persona.

—Si alguien me pidiera que te pintara en unos pocos trazos (ha tomado la palabra el contertulio más joven y osado), diría esto: Eugenio Ruiz, desde la misma cuna o pila bautismal, hizo honor a su nombre. Por mi abuelo Edelmiro, sé que fuiste severo con mi padre cuando convenía, cuando fue alumno tuyo; y supo sacarle partido, máximo provecho, a tu intransigencia y, así, como corolario, ha llegado a ser quien es, el alcalde de nuestra villa durante cinco legislaturas, la máxima autoridad municipal de Algaso, verbigracia. Mi progenitor te menciona de continuo; se le viene, sin querer, tu nombre, cada dos por tres, a la boca; eres para él su estrella polar o norte: “Como decía don Eugenio, quien lo sabe lo demuestra en un pispás que sabe hacerlo y lo corona en un santiamén; quien no lo sabe ni hace el esfuerzo de asimilarlo, aunque esté todo el día, todo el año o toda la vida, no lo aprenderá jamás”; “en la escuela y el IES el docente, maestro o profesor, debe hacer el esfuerzo de que sus clases sean amenas, como las de don Eugenio, defensor a ultranza de la ‘navaja de Ockham’ y el ‘utile dulci’ horaciano, esto es, sencillas, enjundiosas y divertidas”.

—Aunque fueran alumbradas por sus madres en otros sitios, ha habido muchas personas bien nacidas en Algaso. Aunque don Eugenio no era originario de nuestra villa, procedió donde se hallara con lo que se predica de las/os tales: fue un agradecido redomado. Cuando a un discente le levantó la voz en el aula, no terminó la clase sin que previamente le hubiera pedido perdón.

—Han pasado muchos maestros por la escuela de Algaso y muchos profesores por las aulas de su Instituto de Enseñanza Secundaria “Juan de Mairena”, pero como don Eugenio, único en su especie, no ha habido otro que haya dejado una estela más imborrable de cómo impartir una lección con más salero y mejor rastro de cómo saber estar y comunicar, de cómo educar para la vida, no solo para la escuela.

—He conocido a colegas más ambiciosos que yo, que me decían: ¿Por qué te conformas con tan poco, apenas unas migajas? Y yo me sonreía por dentro y les replicaba: ¿Para qué aspirar a más, si con lo que tengo y consigo a diario, respeto ajeno y satisfacción propia, me basta y me sobra? Mis gustos y/o vicios son baratos y escasos. Durante los dos últimos años, con el cáncer o la cruz a cuestas, he visto más en él a un compañero puñetero, eso sí, pero compañero.

Ahora, mientras paso a los medios folios amarillos (gracias, “Chato”, por abastecerme de ellos, por suministrármelos), mis notas, me caen unos lagrimones que manchan y deslucen el papel, pero este no se queja, sino que se alegra de que sea así la cosa.

   Eladio Golosinas, “Metaplasmo”.

   Ángel Sáez García

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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