El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Cepíllate antes todos los prejuicios

CEPÍLLATE ANTES TODOS LOS PREJUICIOS

SUELEN ACARREAR MUCHOS PERJUICIOS

Está claro, cristalino, que todos los seres humanos somos ignorantes; aunque no todos ignoramos las mismas cosas, los mismos casos. Por ejemplo, el abajo firmante tiene para sí por verdad incontrovertible, apodíctica, que, desde la noche de los tiempos, desde que el homo sapiens está sobre la faz de la Tierra (no me extrañaría, nada de nada, que personas verdaderamente expertas en la materia, esto es, en antropología, enmendaran la plana al aficionado o diletante que redacta ahora estos renglones torcidos y adujeran cuanto conjeturo, porque así lo barrunto, elucubro e intuyo, que eso sí es la fetén, la versión radicalmente auténtica: y aun mucho antes), el bípedo implume (desde bebé, pues nacemos como amodorrados, sin chispa, incapaces, si nos comparamos con los recién nacidos de otras especies animales, que, a las pocas horas de ser alumbrados por sus madres, logran ponerse de pie, como un bebé equino, yegua o caballo, verbigracia, pues he visto con mis propios ojos cuanto acabo de describir o referir y, además, en vivo o en directo) ha intentado saber por varias razones de peso, la principal, seguramente, por mero instinto de conservación o supervivencia. Y, así las cosas, se habrá preguntado qué cabe, debe y puede hacer; y qué está vedado, por arriesgado o temerario; y qué se puede comer y beber y qué no, antes, mientras o después de ser aleccionado y comisionado o encargado por quien ostente la autoridad, el jefe de la tribu, hembra o varón, para llevar a cabo o culminar aquello para lo cual ha sido preparado.

Saber jamás de los jamases había tenido una importancia tan consensuada y decisiva como hoy le concedemos; y, asimismo, jamás habíamos sido tan exigentes, preventivos y suspicaces con él, pues este, que puede ser hoy considerado, por la inmensa mayoría, fetén, mañana puede devenir, para el mismo grueso, tras descubrirse su falsedad, falaz, mendaz.

Como la verdad, desde que leí al filósofo austriaco-británico Karl Raimund Popper, fundador del falsacionismo, es provisional, pues dura y perdura en el tiempo mientras no es contradicha o refutada por otra, que, en ese mismo momento, viene a ocupar el trono, donde la desplazada se sentaba, o el pedestal, sobre el que se enseñoreaba la abatida, solo la ciencia probada y comprobada, solo el método científico, y su técnica de indagación y averiguación heurística, fundado/a en el ensayo o prueba y error, es la fuente donde beben los saberes auténticos.

La realidad que nos rodea no es tan simple como, a veces, creemos o, a primera vista, pudiera parecer, sino compleja. Por ejemplo, hoy en día llama poderosamente la atención del observador atento e imparcial (ella o él), notorio notario, que la ciencia, bendecida y generosa o escasamente galardonada por entidades o instituciones de todo tipo (Universidades, a través de sus doctorados honoris causa, sus congresos, sus simposios, etc.; los patronatos de distintos premios, los Nobel, Princesa de Asturias, etc.), modernos mecenas, próceres o prohombres (de ambos sexos); prestigiada por los sabios actuales, del momento, despierta desconfianza, pero no solo entre la gente inculta, fácilmente influenciable, sino también entre quienes han probado que tienen una mente bien amueblada y criterio propio.

Igual que hacíamos con quienes sostenían tesis y/u opinaban de manera distinta y hasta contraria a la nuestra, ya que, desde el punto de vista de la honradez intelectual, nos veíamos impelidos u obligados a tratar de entender las razones que aducían para elaborar luego los argumentos que les demostraran, tras abatir sus mendaces razonamientos, que estaban equivocados o, por el contrario, que los errados éramos nosotros, tras haber reflexionado al respecto y habernos avenido a ser, amén de coherentes, justos, esto es, a aceptar como válidas sus verdades, tenemos que seguir haciendo tres cuartos de lo propio con los suspicaces.

Desde esta bitácora, palestra o tribuna, animo a cuantas/os lo deseen y dispongan, además de tiempo, de los recursos adecuados, a que se adentren en esa jungla virgen y la exploren a conciencia y, si lo tienen a bien, nos hagan entrega de las conclusiones a las que lleguen, habiendo procedido a cepillarse antes todos los prejuicios que acarreaban, por supuesto.

   Ángel Sáez García

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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