El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Con la salud de todos no se juega

CON LA SALUD DE TODOS NO SE JUEGA

TIENEN QUE PROMOVERLA LOS PODERES

Que (en determinadas acciones o circunstancias) el ser humano es un animal racional de costumbres fijas hoy nadie lo pone en tela de juicio o duda. Y, así, verbigracia, servidor lleva la friolera de más de dos décadas volando (en avión, además de con la imaginación), a fin de sacarle el máximo partido o provecho a sus vacaciones estivales, al archipiélago afortunado (por el clima, amén de por otras razones de peso; cada quien dará las suyas, sean estas coincidentes o no con las que brinden los demás) de las Canarias, en concreto, a la mayor de sus islas, donde se yergue imponente y majestuoso el Teide (hospedado en diversos hoteles del Puerto de la Cruz y Las Caletillas, barrio de Candelaria), Tenerife.

Durante las últimas y más recientes, que, por razones fácilmente deducibles, no las disfruté a tope (como sí intenté y logré hacer con las precedentes), que pasé allí, del 7 al 21 del mes pasado, el segundo día de las mismas, a las dos y media de la madrugada, me desperté sufriendo un inesperado y nuevo episodio, el tercero en mi vida, de fibrilación auricular rápida, FAR, o paroxística, FAP. Como no se pasaba, decidí levantarme de la cama, darme una ducha, vestirme y acercarme, a las siete y pico de la mañana, al servicio de Urgencias de un centro de salud, que quedaba a poco más de cien metros del hotel en el que me hospedaba, sito en la calle Cupido del Puerto de la Cruz. Que yo haya sido plenamente consciente de ellos (he podido sufrir otros mientras dormía; yo, al menos, esta posibilidad no la descarto), solo he tenido tres episodios similares al descrito arriba; uno, en el año 2018, otro, en el 2020, y el postrero y referido, en el 2022. El primero se solucionó solo, porque, cuando llegué al Hospital “Reina Sofía”, HRS, de Tudela, o, a fuer de ser más preciso, cuando pudieron atenderme los médicos de Urgencias, el ritmo de mi corazón había vuelto a ser normal, el sinusal. Cuando sufrí el segundo, llegué al citado recinto hospitalario padeciéndolo, y los cardiólogos juzgaron conveniente probar conmigo la flecainida, el medicamento que suele usarse en estos casos; bueno, pues se comprobó, de manera fehaciente, que yo lo toleré, pues resultó beneficioso (me solucionó el problema) y no cursó con efectos secundarios indeseados. El tercero me obligó a visitar (sin desear hacer tal cosa, claro) dos hospitales canarios, el Hospiten/Bellevue, del Puerto de la Cruz, y el Hospital Universitario de Canarias (HUC), en Santa Cruz de Tenerife.

A todos los galenos especialistas que me llevaron y me formularon idéntica o parecida pregunta, si este menda era alérgico a algún medicamento, les contesté, poco más o menos, con sorna/ironía, lo propio, que era alérgico a la estupidez, pero que ni siquiera yo había conseguido escapar a la atrayente influencia de dicha peste o plaga, porque más de una vez, de dos y de tres, me había comportado en mi vida como un tal, un idiota o imbécil redomado.

En los dos mencionados recintos hospitalarios canarios, donde permanecí ingresado, aproximadamente, un total de treinta horas, advertí el mismo y clamoroso error, que no había un canal abierto de comunicación, una interacción informativa, a fin de conocer mi historial médico, entre el Servicio Navarro de Salud/Osasunbidea, donde obra el susodicho, mi origen, y el Servicio Canario de Salud, mi destino vacacional. Dicho fallo debe subsanarse a la mayor brevedad posible, si se pretende lo lógico, normal y preceptivo, que no ocurra una desgracia, que alguien fallezca, porque esa falta persista, porque la negligencia, mayúscula, colosal, no se haya enmendado oportunamente. Llama poderosamente la atención que, en una sociedad tan interconectada como la actual, no lo estén los 17 Sistemas de Salud autonómicos (más los de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla) del país. Estoy convencido de que los 17 consejeros (ellas y ellos) de Sanidad y demás departamentos de las CC. AA. (más los de las ciudades autónomas citadas), la ministra de Sanidad (y el resto del Ejecutivo) y el presidente del Gobierno de España tienen amigos y deudos o familiares que suelen viajar, por razones de asueto o trabajo, a otras CC. AA., a los que les puede ocurrir tres cuartos de lo mismo que me sucedió a mí (o problemas aún peores al descrito).

Que se abra dicho cauce de comunicación o información es perentorio, prioritario. Con la salud cívica (de todos los ciudadanos, sin excepción) no se juega.

   Ángel Sáez García

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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