TIENE ANVERSO Y REVERSO UNA MONEDA
Si el lector lo prefiere, cara y cruz. Hay asertos que son indiscutibles; mas son pocos, el grueso ha de aceptar su refutación, sí, a regañadientes. Es público y notorio que leer beneficia a cualquier persona viva, tenga la edad que tenga quien sus ojos pase, o las yemas de sus dedos ledos, por las líneas mágicas de un libro.
Leer deparar puede beneficios, pero también perjuicios a raudales; sus usos pueden ser auxiliadores y, al mismo tiempo, viles, depravados. Del valor de los libros nadie duda, por eso se permiten y prohíben. Los unos por la causa o por el credo, que propalar conviene a todo trance; y los otros porque abren sendas nuevas a quien los lee sin ningún prejuicio.
Leer el libro que más libre te hace es impar desafío, noble reto, pero a esta conclusión solo se llega, tras su lenta y atenta pasar vista por todos los renglones que contenga, sin saltarse ninguno de los tales.
UN HECHO EDIFICANTE ES LA LECTURA
Un hecho edificante es la lectura,
Si solo en sus ventajas nos fijamos;
Pero cuantos leemos encontramos
Daños, mientras transcurre esa aventura.
Nosotros advertimos la apretura
Al dar con un vocablo que ignoramos,
Pero pronto ese obstáculo salvamos
Con un buen diccionario, criatura.
Este lector de libros desconfía
Del mentor que arrebata de las manos
El libro que jamás de él nos hartamos;
Su rótulo es “El mundo de Sofía”.
Permitan que el infante se equivoque;
Si no, lo hará de adulto, por bodoque.
Ángel Sáez García