MI AMADA TIENE NOMBRE Y ES TAMARA
Hoy he soñado el cielo y el infierno.
Lo óptimo guardaré para el remate.
Quizá le haga a lo pésimo un regate,
Juzgando que era onírico ese invierno.
Cual témpano ha dejado el sueño hodierno.
Al oír la sentencia, el jaque mate,
Mala nueva que vuela cuando abate
El ente prematuro, por ser tierno.
He dormido abrazado a quien amara
Durante tantos años en silencio.
Mi amada tiene nombre y es Tamara
(La nombro Amanda, como airea el cencio,
En mis sonetos y demás poemas),
Experta en resolverme los problemas.
Ancla, colega, compañera y musa,
Que dure cual redonda, no cual fusa.
Ángel Sáez García