"Fui cómplice de lo que ahora me parece el peor de los crímenes posibles"

Sánchez Dragó aplaude la medida antiabortista de VOX confesando un terrible secreto de su pasado

"Conste que yo, cuando era progre, ayudé a abortar en tres ocasiones a dos de las mujeres a las que amé. No es algo de lo que me enorgullezca"

Sánchez Dragó aplaude la medida antiabortista de VOX confesando un terrible secreto de su pasado

Fernando Sánchez Dragó reconoce este 29 de diciembre de 2019 en su tribuna en El Mundo no solo que está a favor de medidas como las que plantea VOX para evitar que el aborto se convierta en una barra libre, sino que también aprovecha la misma para hacer una confesión de algo que hizo en el pasado y de lo que no se siente precisamente orgulloso:

Déjalo nacer, ese es el eslogan elegido por Vox para convencer a las mujeres en apuros de que la forma de allanar las dificultades inherentes a los embarazos no deseados –horrendo eufemismo puesto de moda por la hipocresía de la corrección política– no es la de asesinar al nascituro. Asesinar, sí: matar con premeditación u otra circunstancia agravante (DRAE). El otro día, en el transcurso de una cena, la ginecóloga que cuida de todas las mujeres de mi familia explicó que en la escala del estrés hay tres causas de fuerza mayor enumeradas en orden descendente: la muerte del padre o de la madre, el aborto y el divorcio. Las mudanzas vienen a continuación.

Aplaude que se deje vivir la vida al ser recién concebido:

Fue Jung quien puso casualmente el dedo en la llaga de lo que Vox denuncia. Lo hizo sin proponérselo, porque se refería a otras cosas. «La vida no vivida», dijo, «es una enfermedad de la que se puede morir». No cabe definir con más exactitud la patología del aborto. En la luminosa Viena anterior a la primera guerra mundial los vecinos describían el alegre, tolerante e ilustrado espíritu de su ciudad con la frase «deja vivir a la vida». No conozco expresión más cabal de eso que los franceses llaman –o más bien llamaban–joie de vivre. Un júbilo, el así descrito, que jamás conocerán las criaturas abortadas ni, probablemente, las madres frustradas y abrumadas por el remordimiento que interrumpen de modo artificial la gestación. Hablo, obviamente, de abortos voluntarios, no de los naturales ni de los que se provocan por razón de enfermedad.

Reconoce que él, precisamente, fue parte activa de tres abortos a mujeres:

Conste que yo, cuando era progre, ayudé a abortar en tres ocasiones a dos de las mujeres a las que amé. No es algo de lo que me enorgullezca. Fui cómplice de lo que ahora me parece el peor de los crímenes posibles, ya que se ejerce contra un ser –ser, he dicho, pues la vida es un proceso que se inicia en el mismo instante en que un espermatozoo fecunda un óvulo– tan inocente y tan ajeno a la inconsciencia de sus progenitores como el embrión o el feto.

Y asegura que él tiene claro que apostará por respaldar a fuerzas que, como VOX, abogan por el derecho a la vida:

Hoy es ésa la única línea roja que a ningún precio puedo cruzar cuando me acerco a una urna. El voto, antes que político, tiene que ser moral. Si el libre albedrío vale para matar niños, vale también para justificar todos los restantes crímenes contra el quinto mandamiento: los de los genocidas, los de los terroristas, los de quienes desencadenan guerras, los de quienes tiraron sendas bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki… Y, por supuesto, la pena de muerte.

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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