Los votantes del PSOE y Podemos deben estar dándose cabezazos contra la pared, o ladrillazos en los ‘bajos’, al ver el esperpento del Gobierno de Pedro Sánchez.
Los socialistas y comunistas han protagonizado una nefasta gestión sanitaria de la crisis del COVID-19, enmarcada por la toma tardía de toma de decisiones, adquisición de material defectuoso y abandono del personal sanitario.
Un gran peso al que se suman los escándalos trasladados hasta los tribunales como son el reconocido ‘Delcygate’, protagonizado por José Luis Ábalos, o las fulminantes purgas en la Guardia Civil y Policía Nacional de Fernando Grande-Marlaska.
Sin olvidar a un Pablo Iglesias que comenzó un juicio intentando desmontar las ‘cloacas del Estado’ y terminó ahogándose en su alcantarillado por sus decisiones “machistas” de ocultar por meses la tarjeta con las fotos íntimas de su exasesora Dina Bousselham.
Todo mientras la económica se va a pique y las empresas que se sientan a negociar con Sánchez terminan anunciando despidos masivos y cierres a gran escala.
El desempleo prevé alcanzar los datos más traumáticos de su historia, pero desde el PSOE y Podemos están más preocupados por destruir a la Monarquía y hacerse con el poder absoluto del país.
Un dominio que, sin embargo, ya demostraron carecer en las elecciones autonómicas de Galicia y País Vasco.
Un dislate tras otro que hace que sus electores estén viendo con interés distraer el dolor de su voto con un ladrillazo en los ‘bajos’.