LA SEGUNDA DOSIS

Alfonso Rojo: «España no tiene ya quien la defienda»

Cuando reflexiono sobre España, veo el panorama y hablo en silencio con ese hombre que siempre va conmigo, me he preguntado en más de una ocasión cómo es posible que seamos descendientes de aquellos valientes, que hace cinco siglos cruzaron el Atlántico en cascarones de nuez y conquistaron América.

Algo tremendo tuvo que ocurrir hace unas décadas, alguna misteriosa alteración genética, porque resulta imposible encontrar rasgos comunes entre los que se batieron el cobre en Flandes o derrotaron al turco en Lepanto y los españoles de hoy.

En la España del siglo XXI la mitad de los ciudadanos no sacrificaría su vida por nada que, no fuera su familia y apenas el 16% estaría dispuesto, sin titubear, a poner el pecho para defender al país ante una agresión extranjera.

Son datos de una encuesta del CIS, pero no de las que cocina el socialista Tezanos. Tampoco fue solicitada cuando gobernaba el inefable Zapatero, el de mi Patria es el viento y la Alianza de Civilizaciones.

El sondeo fue hecho en 2013, cuando Mariano Rajoy ocupaba la presidencia del Gobierno y el PP tenía mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados.

El estudio fue encargado por el Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE) perteneciente al Ministerio de Defensa y se realizó en septiembre de 2013, sobre una muestra de 2.500 ciudadanos.

Supongo que alguno de ustedes, tras removerse incómodo en el asiento escuchando estos datos, dirá que no puede ser, que es imposible que por lo menos 8 de cada 10 españoles correrían como gallinas si, por ejemplo, las tropas marroquíes ocupan Ceuta y Melilla y saltan a este lado del Estrecho, como hicieron los moros de Muza en el 711.

Pues créanme, porque lo tremendo es que esos porcentajes tienen a empeorar y en varias regiones, como Cataluña, Navarra, Aragón, País Vasco, Galicia o Baleares, los porcentajes tienden a empeorar.

A mí me duele y creo que algo así sólo se podría revertir poniendo fin a este sistema educativo desguazado, cutre e insolidario, que ha traído aparejado el llamado Estado de la Autonomías.

Habría que aplicar con vigor una política proactiva, en defensa de España y de lo español, con especial énfasis en la Historia, en la que se implicasen a fondo y durante décadas los medios de comunicación, las cadenas de televisión, los periódicos, las escuelas, los colegios, las Universidades, los políticos y hasta los curas.

Durante casi cuatro décadas, como reportero audaz, estuve dando tumbos por el mundo, cubriendo desastres, guerras y catástrofes casi siempre generados por la estupidez humana y siempre me sentí muy español.

Sigo estando orgulloso de serlo y cuando echo la vista atrás y miro nuestra Historia, hasta se me hincha el pecho, pero les confieso que no albergo muchas esperanzas.

Esto, a este paso y con estos cenutrios, se va pronto a la mierda.

España no tiene ya quien la defienda.

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