Es un as en eso de recurrir a la ironía y al sarcasmo.
Alfonso Ussía, flamante fichaje al elenco de columnistas de El Debate, escribe este 10 de octubre de 2021 sobre la condena impuesta a Alberto Rodríguez, diputado de Unidad Podemos.
El Tribunal Supremo, después de ocho años de vaivenes judiciales, acabó imponiendo una pena de mes y medio de cárcel o el pago de una multa de poco más de 500 euros al político canario por haberse ensañado con un policía durante una manifestación en San Cristóbal de La Laguna (Tenerife) contra la ‘ley Wert‘ en el año 2013.
El escritor, con mucha retranca, afirma en su arranque que:
El Tribunal Supremo, con una dureza inesperada, ha condenado al elegante diputado de Podemos, Alberto Rodríguez, a un mes y medio de prisión por liarse a patadas con un policía. Esa terrible condena puede ser conmutada con el pago de 540 euros, cifra escalofriante para un modesto diputado que ha dado ejemplo en sus intervenciones y comparecencias parlamentarias de una exquisita educación.
Ussía se toma a coña la sentencia al asegura que se habrá tenido en cuenta la buena conducta del parlamentario en el Congreso de los Diputados:
En los años que lleva en el Congreso de los Diputados no ha dado ni una patada a un bedel, a un taquígrafo, y lo que es más importante, a ningún portavoz de la Oposición. Me figuro, que esa ejemplaridad ha sido tomada en cuenta por el Tribunal Supremo para mitigar la dureza de la sentencia. Al fin y al cabo, darle unas cuantas patadas a un agente del Orden Público, que en Francia está penado con más de tres años de cárcel, en España es una simple travesura.
Comenta que el patrimio de Rodríguez no corre ningún peligro porque seguro que su compañero Monedero ya tiene preparada la pasta requerida por el Alto Tribunal:
Monedero ya tiene preparados los 540 euros para saldar las cuentas de su compañero Alberto con la Justicia. Sucede, que un diputado condenado por el Tribunal Supremo está obligado a dimitir, y en el momento en que escribo estas dolorosas líneas, don Alberto no ha dimitido, lo cual, por otra parte, me parece beneficioso para no hurtar al parlamentarismo español de tan brillante representante del pueblo.
Ya poniéndose en un tono más serio y crítico, recuerda que si esa patada se la da a un gendarme francés, sus tres añitos a la sombra no se los quitaba nadie:
Otra cosa es que la patada, en lugar de propinársela a un policía español se la hubiera dado a un gendarme francés. En tal caso, el ejemplar diputado estaría en la cárcel cumpliendo una amarga condena de tres años de prisión.
Y propone que, en caso de no querer dimitir, la Cámara Baja le propone un certero puntapié en salva sea la parte:
Eso sí, como se espera de un parlamentario tan brillante y educado como lo es don Alberto, la dimisión, el abandono de su escaño y dejar de percibir el sueldo y dietas que le corresponden, aunque sean minucias, deben marchar unidas como consecuencia de una voluntaria dimisión. Y en caso contrario, de la patada en el culo que habría de propinarle el Congreso por haber sido condenado por el tribunal Supremo. Que es lo menos que merece el hombre.