Decida lo que decida el TC, tendremos problemas

El Constitucional y el grial

La última filtración ha puesto en pie de guerra a la clase política catalana

Con el presidente José Montilla a la cabeza, socialistas y nacionalistas han puesto el grito en el cielo

La vigilia a la espera de la última palabra del Tribunal Constitucional acerca del Estatuto de Cataluña desasosiega la vida política nacional.

Desde el «Expediente Picasso», infausta secuela judicial de los desastres de la Guerra de África, no se recordaba en la historia de España unas vísperas de sentencia seguidas con tanta desazón, tanta acritud y tanta incertidumbre.

La última filtración -que supone que del Estatuto, ya en vigor , entre otras cosas, podría ser declarado inconstitucional el preámbulo en el que Cataluña se define como nación-, ha puesto en pie de guerra a la clase política catalana.

Con el presidente José Montilla a la cabeza, socialistas y nacionalistas han puesto el grito en el cielo con advertencias que se avienen mal con los usos de una ciudadanía democrática hecha a la razonable costumbre de acatar las sentencias de los tribunales sin levantar juicios paralelos.

La parte «gramsciana» del asunto -la pugna, en ocasiones trágica, entre lo nuevo y lo viejo-, reside en que por obra de una combinación entre la frivolidad (Zapatero prometiendo aceptar lo que decidiera el «Parlament») y la audacia (Montilla y Mas) impulsando el referéndum y la entrada en vigor del Estatuto, pese a la escasa participación de votantes (menos de la mitad de los electores), al día de la fecha nos hallamos ante una situación política muy complicada.

Complicada y potencialmente explosiva porque decida lo que decida el TC, tendremos problemas.

Si tumba el Estatuto en aquellos artículos que los nacionalistas consideran señas intocables de identidad, el grial del catalanismo, entonces, transformarán la sentencia en agravio y sacarán a sus gentes a la calle.

Si, pese a la filtración, la sentencia deja las cosas más o menos como están, con el nuevo Estatuto como hoja de ruta, Cataluña iniciará una navegación cuyo horizonte se alejará cada vez más de la España que conocemos como tal. Mal asunto.

Las urnas deberían sancionar a aquellos políticos cuya frivolidad o inmadurez les lleva a crear problemas que exceden a su capacidad para resolverlos.

 

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