El Rezongón. Despedida dedicada a mis “improbables lectores”

Por Carlos de Bustamante

( Acuarela de Dusan Djukaric en dusandjukaric.com)(*)

Es lógico que ante la idea insistente de finalizar la ya larga etapa de mi colaboración en el blog “Tres foramontanos en Valladolid”, deje constancia de ello con un artículo. El que quisiera que explicara uno de los principales motivos, si no el principal, de cortar “por lo sano” el próximo ¿record? de los mil quinientos, más o menos, rollos macabeos escritos con un solo dedito e ilustrados con infinita paciencia y buen hacer de quien organiza un blog tan querido durante tantos años que hasta he perdido la cuenta de los que llevamos en él con dos artículos semanales cada uno.

¿Les he atormentado con escritos en su mayoría del campo que llevo en lo más profundo de mi ser castellano-Montañés, ante y sobre todo español?, les pido sinceramente perdón. En todos ellos procuré, tal vez en demasía, dejar impresas mis convicciones de cristiano. Ésas, que sin necesidad de letrero, son el sello de una identidad que bien quisiera se cumpliera en ellas la sabiduría popular de: “Obras son amores y no buenas razones”. Eso que si no lo cumplo, es lo que de verdad quiere -lo “sienta” o no- mi voluntad.

Les he escrito de asuntos filosóficos y antropológicos relacionados con nuestras creencias mayoritarias, que son los de la religión católica. Ley divina y Ley natural. De las tendencias normales y anomalías en las conductas del ser humano. Nunca me corté por respetos humanos de mirar por “el bien común” de España y los españoles; en especial de los pertenecientes a nuestras muy queridas FF.AA.

Les escribí largo y tendido, repito, sobre el campo castellano, la nobleza de sus gentes e idioma peculiar del castellano antiguo en el valle del Duero. Expresiones que quise rescatar del olvido en que hoy se encuentran por desuso, (es decir, no se encuentran). Desde mi observatorio en la “cabaña de Ignacio” contemplé y describí la belleza de la flora y la fauna. Las aventuras y desventuras de los Boanerges (Los Hijos del Trueno), dan fe de cómo compaginar el amor a los animales creados para servicio del hombre, sin ser animalista, sino apasionados cazadores en un rincón tan querido como lo fue -y es- la Dehesa de Peñalba “la Verde”. Dando rienda suelta a una imaginación, calenturienta por amor a la naturaleza y a todos los seres que la pueblan, entablé un diálogo ficticio con el “consejo de la raposera” sobre los pros y contras del progreso imparable -¿Lo recuerdan?-, sin llegar a una conclusión definitiva y convincente. En el no va más de las convicciones religiosas, les procuré relatar fielmente, aún “en clave de ficción la historia más bella jamás contada” e intenté vivir en ella la maravilla de las escenas de la vida de Jesús, Nonato, Niño, Adulto y Joven en las impresionantes páginas de su Pasión y muerte en la Cruz. Con la apariencia sólo de ingenuidad hubo y hay en “Tarsicio el esclavo libre” más contenido doctrinal del que parece en la ficción representada. Y llegó, por fin, lo que el Rezongón “sin pretender aconsejar… dice nada más”. Y escribí en demasía de una asignatura de la que no tengo más idea que la que me dicta el sentido común.

También, les quise poner al corriente de la impresionante evolución de la agricultura. Artículos que he recogido luego en la edición no venal de “Castilla tierra viva”.

Les he narrado, incluso intimidades en “Buscando mis amores”. Y si de mis muchos amores he tratado, no podían faltar los que también recogí en “Historias de mi Madre”.

Y así, y no sin enorme tristeza, pienso en dejar el blog y la tecla, para, si Dios ser servido, dedicar mis menguadas fuerzas, que no ilusiones, a otros menesteres que apacigüen el tremendo estado de peligrosa inquietud.

Tanto para los que me leyeron como para los que no, vaya ésta mi posible despedida. Más entrañable cuanto más les haya aburrido. Y mucho me temo, que “hasta a las ovejas”. Pues hasta a ellas pido perdón por tan mortal aburrimiento. También por ésta mi jactancia.

Sí quisiera en este quizá mi último artículo dejar una clara constancia: más que neurólogo alguno, éste nuestro blog me ayudó a salir del lamentable estado en que quedó mi mente tras el “pampurrio” o ictus cerebral. De rellenar folios y folios de palotes, como los niños de jardín de infancia, lo dejo con más de doce novelas escritas, editadas o no editadas. De apenas articular palabra, lo dejo con un manejo aceptable de “esta máquina de los demonios… “. De habérseme olvidado hacer la “o con un canuto”, he recibido varios premios literarios. Vanidad de vanidades. Y publicado los artículos dichos en el blog e infinidad de ellos en periódicos y revistas.

Forzosamente, pues, y pese a dejarlo por razones que corresponden a mi intimidad, no debo, ni quiero, ni puedo dejar de estar muy agradecido a quien nos organiza y colabora como foramontano. Los que, con ustedes, mis amigos, lo seguirán siendo y muy entrañables. Como tantas veces: “Nos vemos…si Dios es servido”.

P.D.: hasta agotar los artículos remitidos y aún no publicados, y si les pete, pueden seguir aguantando a este viejo rezongón y cascarrabias…un poco cansado. De corazón, gracias. ¡Ah!, y ¡velay que por añoranza y descansado, vuelva a las andadas!


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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