Por Carlos de Bustamante

( Joaquín Navarro Valls en 2014. Foto en Wikipedia) (*)

A propósito no antepongo el acostumbrado Rezongón. Y no lo hago, porque he de comunicarles una noticia triste producida hace ya unos meses –el 5 de julio- de cuando les llegue este artículo: nos ha dejado, inesperadamente para mí, nuestro querido Joaquín Navarro Valls. De sobra conocido por su cercanía al Papa San Juan Pablo II y puesto de trabajo en el Vaticano. No es preciso, por conocidas, que exalte sus no pocas virtudes. Como sabrán –y si no ahora se lo digo- era miembro Numerario de la Prelatura de la Iglesia Opus Dei. Con los datos –no todos- de su extensa biografía que sigue, entenderán algo del porqué título tan rarito… (Balcooning).

Joaquín Navarro-Valls nació en Cartagena (España) el 16 de noviembre de 1936. Frecuentó la “Deutsche Schule” de su ciudad natal y realizó los estudios superiores en las facultades de Medicina de las Universidades de Granada y Barcelona. Fue ayudante en la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona y encargado del Servicio Policlínico en el departamento de Patología Médica.

Joaquín Navarro-Valls entró en relación con el Opus Dei cuando, siendo estudiante de Medicina en Granada, pidió plaza en el Colegio Mayor Albayzín. En aquellos años universitarios, se dedicó bastante al teatro, no solo como espectador, sino sobre todo como actor. Después de terminar la carrera en Barcelona, regresó a Granada. Entre tanto había pedido la admisión en el Opus Dei, y “al volver a la ciudad andaluza se le encomendó precisamente la dirección de aquel mismo Colegio Mayor en que había sido residente”.

De la medicina a la comunicación: Después de terminar la carrera de Medicina hizo la especialización en Psiquiatría. Para no abandonar sus inquietudes literarias, emprendió también los estudios de Periodismo, que completó en 1968. Algunos años más tarde, su actividad como periodista le dará acceso al trabajo por el que llegaría a ser más conocido.

Joaquín Navarro-Valls, con san Josemaría Escrivá: En los años sesenta, fue secretario de la Delegación del Opus Dei en Barcelona y colaboró generosamente en la puesta en marcha de diversas iniciativas apostólicas, sociales y educativas, en Cataluña y Aragón. Los directos promotores del Colegio Xaloc, en L’Hospitalet de Llobregat, la ciudad más populosa del cinturón obrero de Barcelona, no han dejado de poner de relieve cuánto deben al impulso tenaz y optimista que recibieron, en aquellos primeros momentos, de Joaquín Navarro-Valls. También fue uno de los impulsores del inicio de la labor formativa con familias en la ciudad de Tarragona.

A inicios de los años 70 se trasladó a Roma, y colaboró con san Josemaría Escrivá en las tareas de comunicación del Opus Dei. Allí le tocó informar del fallecimiento del fundador (26 de junio de 1975) y de la elección del sucesor, el ahora beato Álvaro del Portillo. Años más tarde, días antes de la canonización del fundador del Opus Dei, escribía estas palabras en el Obsservatore Romano: “Josemaría Escrivá nos hace ver que el santo no se mueve en un mundo de sombras y de apariencias, sino en este mundo nuestro de realidades humanas y concretas, en el que hay un ‘algo divino’ que ‘está ya ahí’ esperando que el hombre sepa encontrarlo”.

En Roma también trabajó como corresponsal del diario ABC. Ese cargo comprendía los países del Mediterráneo oriental, lo que le obligó a viajar con frecuencia a los países de Oriente Medio. Hizo muchas amistades entre sus colegas, y en 1983 fue elegido presidente de la Stampa Estera, la asociación de corresponsales extranjeros en la Ciudad Eterna.

Con san Juan Pablo II y Benedicto XVI: En 1984, san Juan Pablo II le nombró director de la Oficina de prensa del Vaticano. Desde entonces, su figura ha estado asociada a la del Papa Wojtyla hasta su muerte en 2005, y después también a la de Benedicto XVI, con quien siguió desempeñando el mismo cargo durante los quince primeros meses de su pontificado.

Con el beato Álvaro del Portillo: Su relación con san Juan Pablo II fue muy estrecha: el Papa le encargó misiones delicadas ante figuras como Gorbachov o Fidel Castro, y con él y otras pocas personas pasó durante muchos años algunos periodos veraniegos de reposo en la montaña.

-Después de tantos años, ¿piensa que vale complicarse la vida en el Opus Dei?:- “Al ciento cincuenta por ciento”.

Por Juan Pablo II sentía sincera veneración. “Soy consciente de que tendré que rendir cuentas a Dios —decía en 1993, todavía en vida del pontífice polaco— por la inmensa suerte de haber podido trabajar cerca de un hombre, en cuyo entorno se palpa la existencia de la gracia. Mejor dicho, se palpa en la hondura de su oración, y en las decisiones que toma como consecuencia de esa oración”. Su conmoción en las horas previas a la muerte del Papa, el 1 de abril de 2005, quedó inmortalizada por las cámaras de televisión.

En 2006, al cumplir setenta años, fue relevado en la Oficina de prensa de la Santa Sede por el padre Federico Lombardi. Después colaboró por algún tiempo como columnista del diario La Repubblica y en varias televisiones italianas e internacionales. En los últimos años de su vida, desde enero de 2007, fue presidente del Advisory Board de la Universidad Campus Bio-Medico de Roma. Además, se involucró en otras iniciativas de interés social y cultural.

Muchos han visto en la persona de Joaquín Navarro-Valls un testigo de fidelidad a la Iglesia, a su vocación al Opus Dei, a sus familiares y amigos. “Después de tantos años, ¿piensa que vale la pena complicarse la vida en el Opus Dei?”, le preguntó por ejemplo un periodista de la RAI en 1995, en el marco de una entrevista televisiva. “Al ciento cincuenta por ciento”.

Algunos Caballeros Cadetes de la A.G. M. de Zaragoza, frecuentábamos un Centro del Opus Dei en la capital maña denominado Colegio Mayor Miraflores. Allí un teniente de Caballería- hoy sacerdote: don Manolo Sancristóbal, destinado en el Regimiento de Torreros, y que también visitaba el Colegio, junto con el Teniente de infantería Don Rafael Magán, nos invitaron a hacer un Curso Internacional de Verano en un Carmen de Granada, que la familia Rubio Moscoso había donado a la Obra para formación de jóvenes estudiantes. Se denominaba Carmen de las Maravillas, situado en lo más alto del Albaycín. No sin sacrificio, mi madre lo autorizó y pagó. Tras un viaje que parecía interminable, al fin llegamos.

Era un caserón antiguo, y viejo por ello, estaba relimpio pero un tanto destartalado. Nuestra juventud –éramos 20-30 chavales de 18-20 años- lo hizo nuevo con una alegría singular. Además de las clases que recibí de un cadete íntimo amigo sobre geometría descriptiva y del espacio suspendida por motivos que no vienen al caso. La formación que recibimos en el Curso fue, fundamentalmente de doctrina cristiana, impecable. Nos la impartía un sacerdote muy santo, que si mal no recuerdo se llamaba don José Orlandis. Y como director del curso J.A. Llamas casualmente director también del primer Centro de la Obra- el Rincón- en Valladolid.

El Jardín era amplio y contaba con un embalse para el riego, más profundo que largo y que utilizábamos como piscina en algunos ratos de asueto.

Poco antes de finalizar el curso, celebramos una gymkana deportiva con recorrido por el jardín y caserón hasta el piso alto del Carmen. Zambullida luego en la piscina, con buceo para recoger unas monedas u otro objeto que no recuerdo. Como “deportista de oficio, más fuerte que un toro y más tonto que picio”, aún ofrecido a Dios como todo quehacer, éste incluido, quise ganar la prueba. Con zancadas poderosas, subí pronto los tres o más pisos que tenía el caserón de las Maravillas. Asomado a la ventana, pensé en el subconsciente: en el recorrido estaba incluido subir y bajar desde lo más alto; pero no constaba el cómo. Decidí ganar tiempo. Miré el pequeño recuadro de la “piscina” y sin pensármelo dos veces, inventé el “balcooning”.

Por muy poco, pero caí en el agua; justo, justo, donde estaban las monedas. En tiempo record, llegué a la meta. El “crono” me dio la victoria, y el jurado el premio a la inconsciencia temeraria. Carmen de las Maravillas. Colegio Mayor Albaycín donde unos años después Joaquín Navarro-Valls fue residente y luego Director.

Al atardecer de una de las noches mágicas del Albaycín y acompañados por los sones de la guitarra que rasgaba “como los ángeles” José Gabriel Zaraueta, (don José luego) bajaba hasta el Sacramonte la canción recia y varonil, a la vez que melodiosa, del coro de hombres jóvenes que terminaban el Curso: “En tus ojos se ha dormido todo el verdor de la Alhambra/ y tu voz es el poema de las fuentes de Granada/… ¡Qué blanca es la nieve blanca de tu carita de Virgen, de Virgen de las Angustias que entre lágrimas sonríe!/ ¡Qué negra es la negra noche de tu pelo perfumado/, no quiero ver más el día, si tú te vas de mi lado/…El Albaycín canta y llora su dolor en la guitarra…. Descansa en paz, Joaquín Navarro-Valls.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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