Antaño y hogaño. Recuerdos de Navidad

Por Carlos de Bustamante

( Acuarela de Chema Fraile, de felicitación de las Navidades) (*)

Leído el artículo navideño de nuestro foramontano Javier, difícil que en éste les sugiera algo más atractivo y apropiado para el tiempo de Navidad que estamos viviendo. No me resisto sin embargo de comentar algunos recuerdos, que por ser de antaño, ahora en la vejez de hogaño pasan como una película por las deterioradas neuronas de quien se los relata.

Si de niño la ilusión de poner el Nacimiento, por ejemplo, fue desbordante, lo es más ahora-hogaño-, si cabe, por el mejor sentido que damos a lo poco pero amoroso y con más consciente del significado de lo que no falta quien lo califica de ingenuo o pueril. ¡Bendita niñez que dejó un poso indeleble que tanto perdura! Hay, no obstante, algún concepto que los años y posterior formación recibida, son ahora más diáfanos y certeros.

“Tragoncete” de niño y en aumentativo luego, el niño preguntaba a su madre: -Mamá ¿el día 28 (el de los Santos Inocentes) es de turrón? El “no hijo, no” era desolador. Y es que turrón para él significaba Navidad. Hoy, niño g. a D. en algunas cosas navideñas, el que lo fuera así antaño, muy antaño, sabe que se toma como postre extraordinario el turrón “porque es Navidad”.

Hogaño no son pocos los que piensan en reunión familiar como ocasión sólo de reencuentros para “hacer familia” en torno a una mesa repleta de exquisiteces. Parecido, pero no lo mismo como lo anterior del turrón, las familias se reencuentran y reúnen en torno a una mesa para “hacer familia”, `porque es Navidad´. Igualmente podríamos seguir con parecido argumento, pero sentido diferente con infinidad de detalles que bien por no laborables, incrementar las ventas, difundir productos de consumo, adornar plazas o calles de pueblos domicilios o ciudades los atribuimos por lo accidental con olvido de lo principal: “¡porque es Navidad!”. ¿Ven…?, casi igual, pero no lo mismo.

Más importante aún porque es de concepto era la idea que el niño, adolescente, joven, e incluso en período posterior pensaba, creía celebrar en estas fechas, principalmente Nochebuena y Navidad, el aniversario o cumpleaños del “acontecimiento, sí, más grande de la humanidad”. Pues va a ser que no. Intento explicarme y aclararlo: no es cumpleaños, ni aniversario del nacimiento de Cristo, sino acontecimiento que sucede, realmente, cada año en estas fechas.

¿No será, amigo, se preguntarán algunos, que las muchas letras y pese al buen yantar, nos está usted perdiendo el juicio como el ingenioso hidalgo?

Y les contesto a lo humanamente imposible, que el que fue “y es ahora” Niño-Dios, que Él hace posible no sólo cada Navidad, sino cada día en la Santa Misa. Momento el de la Consagración –misterio humanamente imposible y por misterioso difícil de comprender por la limitación de nuestras mentes humanas- en que un poco de pan y otra pizca de vino se convierten, ¡realmente!, en Su Cuerpo y Sangre. Y es mis amigos y únicos probables lectores, que, como muy bien saben, para Dios mil años son como un día; e incluso la temerosa eternidad como un momento en presente. Ni ayer, ni hoy ni mañana…: ¡hoy y ahora! Pues por esa omnipotencia de Dios el día que cronológicamente marca el calendario como de Nochebuena y Navidad, nace realmente Dios.

No es pueril re-presentarlo en figuras en nuestros nacimientos. Figuras del Niño en el pesebre del portal de Belén, que nos recuerdan a Dios Niño; pero que se le parecen pero no son. Como no es nuestra esposa o hijos la fotografía que tal vez llevamos en la cartera o en el salpicadero del automóvil. Lo parecen, pero no son.

No sucede lo mismo con las Sagradas Formas que recibimos al comulgar o están en el Sagrario. Éstas, no lo parecen, pero lo son. Es Dios quien está en Ellas. De forma similar-aunque, limitados, no alcancemos a comprenderlo del todo-Dios nace en cada Navidad. En esta Navidad del 25 de Diciembre de 2017. El recuerdo, pues, del que, lástima quisiera hacerse como niño, no es el del turrón, ni de las luces, ni de las comidas caseras o de empresa extraordinarias. Lo son así, porque siendo Navidad, celebramos que Dios se hizo niño y está realmente con nosotros. Y nos llena de alegría. Dicho esto como colofón de las felicitaciones de este foramontano, continuaré, si Dios es servido, con los períodos interrumpidos en el de la juventud.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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