Así era nuestra Plaza Mayor

Por José María Arévalo


( Plaza Mayor. 4º día de fiesta de la Cofradía de la Vera Cruz. 1656. Felipe Gil de Mena) (*)

Nuestra Plaza Mayor es últimamente noticia por las vicisitudes de las obras de supresión de las entradas al aparcamiento que tanto afean la tan bonita plaza que le quedó al consistorio de León de la Riva, que ordenó el enlosado rojizo del suelo y el revocado de las casas con almazarrón, por mucho que no tuviera antaño ese aspecto más que –creo- circunstancial y parcialmente. Aunque hay quien discute que valga la pena tan importante esfuerzo económico de la supresión de entradas, parece evidente que si el actual edil lo consigue, Puente pasará a la historia de nuestra ciudad como el alcalde que lo ejecutó, aunque este mérito quede minimizado –lo que me temo- por ser también el que se cargó el soterramiento del ferrocarril.

Me parece, pues, buen momento para recordar la historia de nuestra Plaza Mayor, como hicimos hace años concretamente el 13.02.14 –todavía puede verse en este blog con el estupendo buscador que tenemos-, en nuestro artículo “Rincones con fantasma. 41. Fuente Dorada, Plaza Mayor y el convento de san Francisco”, siguiendo el libro de Juan Carlos Urueña “Rincones con fantasma. Un paseo por el Valladolid desaparecido”, que reseñamos en aquella serie de artículos. Ahora vamos a seguir un buen artículo publicado en la revista “El Mirador”, de la asociación de jubilados de Renault a la que pertenezco, Amsafa, y que se titula “Historia, arquitectura, rincones y curiosidades de la Plaza Mayor”, sin que figure autor; como fue el resultado de una visita guiada que organizó la asociación y creo que contó con una guía municipal, supongo que es un resumen de lo tratado en ella, con ayuda de alguna información de las distintas webs que hay sobre nuestra ciudad.

“Hoy vamos a dar un paseo –comienza el artículo- para ver la historia, arquitectura, curiosidades y pequeños secretos de la Plaza Mayor de Valladolid. La Plaza Mayor de Valladolid ocupa un lugar preferente en nuestro país, tanto por la diversidad de funciones que asumió como por el hecho de producirse en función de una planificación. La significación mercantil marcha en vanguardia. En el siglo XVI los grandes mercados se sitúan en el área de la actual provincia vallisoletana como el de Medina del Campo.

( Auto de fe en la Plaza Mayor. Grabado flamenco del siglo XVII) (*)

Este año se celebra el IX centenario de la muerte del conde Pedro Ansúrez (1037 ?-1118) a quién el rey Alfonso VI le encomendó la misión de repoblar Valladolid. Aunque el Conde Ansúrez figura en numerosos textos como fundador de Valladolid, no ocurrió así estrictamente, sino que fue el repoblador de una aldea ya existente y su principal engrandecedor como villa. Enterrado en la Colegiata por él fundada en Valladolid, tras la construcción de la catedral renacentista de Juan de Herrera sobre los terrenos de la antigua colegiata, su sepulcro fue adosado al ábside del Evangelio de la nueva catedral.

La escultura del Conde Pedro Ansúrez que preside la plaza, es obra del escultor vallisoletano Aurelio Pérez Carretero (autor, también, del monumento a Zorrilla) y está fechada en 1903. Pero nos fijaremos en un par de detalles: uno que el Conde porta en su mano derecha el pendón de Castilla; y otro está en el pedestal de piedra, de base cuadrada pero adopta forma piramidal el basamento y la base de la estatua, obra del arquitecto municipal Juan Agapito y Revilla que entre bajorrelieves que recrean algunas escenas de la vida del Conde y otras decoraciones, reproduce el que pudiéramos considerar primer símbolo de la ciudad de Valladolid. Datado en 1255, representa torres almenadas formando un círculo, como si fuera una medalla. Es, en realidad, un sello hallado en un pergamino.

( Auto de fe en la Plaza Mayor. Copia de verico de la lámina del Voyage de Laborde, pag 393 X 2009) (*)

HISTORIA, ARQUITECTURA Y URBANISMO DE LA PLAZA MAYOR

La Plaza Mayor de Valladolid hay que analizarla entre un antes y un después del incendio acaecido en el año 1561.

ANTES DEL INCENDIO

La Plaza Mayor, antes del incendio, tenía una configuración en sus edificios con una importante herencia medieval, y por ello una fuerte influencia mudéjar (“corrales”), lo que la daba cierta regularidad de proporciones a algunas casas, si bien es verdad que la irregularidad de trazado y alzado era nota común en todas ellas. El ladrillo como material más abundante y propio de la tierra, como el tapial o el adobe, darán origen a estas villas y sus plazas, como surgidas del mismo suelo, sin guarnecer ni blanquear. Acaso solamente algunos elementos embellecedores del conjunto como jambas, enmarques de ventanas y balcones además de los pies derechos de piedra o madera en sus soportales. Incluso los tejados darán ese aspecto rojizo y terroso a todo el conjunto de la Plaza.

( Así se vería la portada de san Francisco en la plaza Mayor si se hubiera conservado. Reconstrucción de Juan Carlos Urueña en su libro “Rincones con fantasma. Un paseo por el Valladolid desaparecido”) (*)

En definitiva, toda una tradición de piedra y barro, piedra y ladrillo que va a conformar en sus múltiples combinaciones la estructura y fachada de la Plaza Mayor. La Plaza Mayor era un conjunto de casas diferentes, con ventanas y soportales construidos en diferentes épocas y situadas cerca de la fachada de un gran convento o iglesia (San Francisco). Aquí tenían su espacio los botoneros y guanteros, mercaderes de joyas, vinateros, bolseros, lecheros, torneros, yeseros….y un sinfín de oficios: herreros, caldereros, cerrajeros, pasteleros, zapateros, vidrieros, lorigueros (relacionan su nombre con la “lorigas”), tratantes de fruta….Tan magna concentración humana constituía el centro urbano y mercantil de la plaza y mercado mayor antes del incendio de 1561 que suponía mucho para la villa y sus habitantes.

( Antiguo Ayuntamiento de Valladolid. Foto en es.slideshare.net) (*)

Hay que tener en cuenta que sólo con la Edad Moderna se impone un nuevo concepto urbano con edificios que asumen un nuevo papel: la Casa del Ayuntamiento, la Panadería, la de alguna otra agrupación gremial o estatal (Audiencia), la Iglesia de un monasterio o su Capilla abierta en alto, que se utilizaba los días de mercado, que se transformarán en hecho relevante con el crecimiento de la actividad comercial. Esta vinculación del Ayuntamiento y Mercado venía de antiguo, ya que las primitivas casas radicaron en la Plaza de Sta. María (Plaza de la Universidad) que fue el primitivo mercado. Los Reyes Católicos quisieron acentuar el carácter de plaza municipal en la nueva plaza del mercado o Plaza Mayor por disposición real de 10 de abril de 1499, reuniéndose a partir de entonces el Consejo en la Casa del Ayuntamiento que estaba ubicada en el Convento de San Francisco, en la Plaza del Mercado (así se llamaba la plaza antes de tener la denominación actual), donde se reunía el Concejo de la ciudad.

( Construcción del nuevo Ayuntamiento. Foto en es.slideshare.net) (*)

Es hacia 1546 cuando se piensa en la construcción de un nuevo Consistorio ante la precaria situación del que se hallaba junto al Monasterio de San Francisco. El Consistorio que no tenía puerta directa a la Plaza Mayor sino por la entrada de San Francisco, reparado en diversas ocasiones, era insuficiente y en mal estado. Se proyectó otro en el mismo lugar, más amplio, y cuyas trazas fueron de Francisco de Salamanca y Rodrigo Gil de Hontañón. Los retrasos y pleitos con los joyeros hasta 1560, unido al imprevisto incendio de 1561, lo dejaron inacabado. Interrumpida su edificación, se planeará por fin otro, en lugar preeminente frente a San Francisco y en medio de la Plaza Mayor. Este nuevo Consistorio, bajo la dirección de Salamanca, tendrá sucesivos ejecutores y modificaciones hasta su término a fines del s.XVI.

En cuanto a la configuración urbanística y gremial del conjunto de la Plaza Mayor y calles, es de destacar la frecuente irregularidad de su trazado, unido a estrecheces, requiebros o recodos, además de todo un desfile de tipologías de la herencia medieval con soportales o no, que entorpecían el paso o la vista y hacían necesaria sus reformas.

EL INCENDIO DE 1561

Hay muchos testimonios contradictorios en cuanto al número de casas destruidas, pero el Ayuntamiento es el que mejor precisa tanto la duración del mismo hasta su terminación (unas 50 horas) del 21 de Setiembre, domingo, día de San Mateo, de madrugada, al martes 23 de Setiembre. Afectó a unas 700 casas, destruidas casi en su totalidad, de la zona más rica y extensa de la ciudad.

( Plaza Mayor en los años 30. Foto en valladolidweb.es) (*)

DESPUES DEL INCENDIO

Muy rápida fue la reacción del Concejo nada más ser extinguido el fuego, pues al día siguiente ya se enviaron misivas al rey Felipe II, y al arquitecto Francisco de Salamanca se le encargó que hiciera las trazas de cómo estaba la ciudad antes del incendio, y de cómo habían de reconstruirse las calles. La reconstrucción es un reto a pesar de irse la corte a Madrid y el proyecto por su grandiosidad es un éxito de Felipe II. La Plaza Mayor se cierra en cuadrado y al mismo nivel. Todo armónico y asombra a los contemporáneos. Es una reestructuración ampliada a su entorno, es decir a su gran zona comercial (barrios mercantiles), con sus calles más anchas y plazas aportaladas (Ochavo, Corrillo, Rinconada, Platerías, Fuente Dorada, Angustias,…).

Nuestra Plaza Mayor como estructura regular y culminación de todo un proceso urbanizador se convirtió en modelo para el resto de las plazas mayores de España: Córdoba (Plaza de la Corredera), Toledo (Plaza del Zocodover), Madrid.…, y la América Hispana. Orden y proporción con estilo clásico, grandes casas de ladrillo, las columnas de los soportales, similares a los foros romanos.

( Plaza Mayor en los años 50. Foto en es.slideshare.net) (*)

Se proyectó en 1570 y en 1573 muere su trazador y proyectista Francisco de Salamanca y continúa su hijo Juan. En definitiva, se cancela la urbanística medieval y se comienza la urbanística moderna. Para su construcción, se utilizaron materiales de buena calidad, ladrillos, yeso, cal, vigas para el tejado, piedra de Cardeñosa (Ávila), madera de pino Valsain (Segovia) y otros en experimentación. La piedra de Cardeñosa es la que se utiliza en todos los soportales de la zona reedificada y por ello va a ser fundamental en la Plaza Mayor y calles adyacentes; es una clase de piedra de color gris, de granito más duro y consistente.

En resumen, la única obra que le va a dar fama, como trazador, a Francisco de Salamanca, será la Plaza Mayor de Valladolid y la reconstrucción de su entorno, que hoy en día se halla desfigurada por las modificaciones efectuadas en el tiempo. La Plaza Mayor como centro vital de la villa es un espacio organizado en donde todo se hace con sentido de la medida y exigencia de la perspectiva, ello tiene su reflejo en la geometría.

( Foto antigua de la Plaza Mayor. Foto en Vallisoletum) (*)

Las casas de la zona reconstruida eran todas iguales en su estructura. Constaban de bodega, piso bajo con soportal de columnas de piedra, primer piso de balcones y segundo y tercero de ventanas, corriendo las buhardillas por encima de los aleros.

Dentro de las plazas mayores españolas, la de Valladolid ocupa un lugar de primer orden y merecido renombre como la primera plaza mayor regular. Las de Madrid (2ª) y Salamanca (3ª) ocupan el pódium de las más representativas. Finalmente su estilo se define como la primera Plaza Mayor “Austria” de corte clasicista.

QUÉ NOS QUEDA DE LA PLAZA MAYOR ACTUALMENTE

Escasamente un par de bloques de casas, situadas en la confluencia de esquina a calle Jesús y calle Pasión, muy retocadas. Es cierto que el resto presenta una disposición similar en las casas levantadas en el s.XIX (cambian las alturas, de tres a cuatro pisos y se desproporcionan los edificios, con más balcones, según fotos antiguas), pero han perdido todo su sabor; y no digamos nada de otras construcciones del s. XX, que ni son modernas por su forma a la antigua, ni son clásicas por su falta de adecuación al proyecto original, incluso presentan sus fachadas revestidas con aplacados de piedra, algo antitradicional en Castilla y un gran error.

Se ensancharon las calles y solo la calle Manzana conservó los soportales. De edificios tan ilustres e interesantes como el Antiguo Consistorio y la Portada de San Francisco (capilla abierta) junto al Monasterio, derribado con la Desarmotización de 1837, no queda nada; o la casa de la Panadería que perdió su destino y no se la recuperó, al igual que la casa del Juzgado; sólo quedará a finales del s. XIX el Ayuntamiento herreriano y “Austria”. La construcción del Nuevo Consistorio en 1908, eliminó el último vestigio monumental de la Plaza de 1561. En diferentes épocas hubo intentos de cerrar la Plaza Mayor. Quizás ello la hubiera salvado de su destrucción, pero la validez de su función como plaza abierta y centro de reunión y circulación con otros ejes varios, es decir su “carácter funcional” como lo puede ser un puente o una puerta, explicará su pervivencia como plaza abierta y a la vez amoldable a las necesidades de los tiempos.

Cuando se remodeló la plaza, ya en los años 90 del siglo pasado, se acometió la tarea de radiografiar cada una de las columnas que tuvieran granito para saber en qué estado se encontraban, pues el granito “rompe” de dentro hacia afuera, no como la caliza, que se va descomponiendo a la vista y por tanto dando la cara de su verdadero estado de conservación. Y si nos vamos fijando en el techo de los soportales, sobre todo en el tramo de la calle Ferrari hacia la de Santiago, unos pequeños ventanucos indican que aún se conservan mirillas por las que los habitantes de estas casas podían mirar a ver quién llamaba a la puerta.

Mas no hemos de dejar de interesarnos por algunos callejones de oficios de los que aún se puede observar la traza, con especial atención al de Boteros (botas de vino y pellejos), que se muestra tras la puerta de los números 32 y 34 de Ferrari, y el de Torneros (se vendía el pescado) que hace pared entre el Café del Norte y la Óptica Vara. Ambos son visitables pues no se trata de una propiedad privada, sino de un espacio público: son vestigios del viejo trazado de Valladolid.

Terminaremos el paseo delante de la fachada del Ayuntamiento. Inaugurado en 1908, sustituyó a otro anterior en el mismo solar, pero llamo la atención sobre algunos orificios junto a cualquiera de las ventanas de la segunda planta. Se trata de disparos efectuados cuando el Alzamiento Nacional del General Franco, y se han conservado deliberadamente sin restaurar como recuerdo de aquel periodo histórico.

Si miramos desde aquí a los soportales del edificio que hace esquina entre Ferrari y la plaza, se observará que son muy parecidos a los del Ayuntamiento. Esto apunta a que se trata del mismo arquitecto: Enrique María Repullés. Este edificio se inauguró en 1904 y se construyó con destino a hotel: Hotel Moderno. Ahora está ocupado por oficinas y despachos. La fachada de acceso al convento de San Francisco no era especialmente grande. Una curiosidad son los dos escudos de Valladolid que hay en el dibujo de la fachada, se nota claramente que eran postizos y estaban colgados en sendas argollas, como simbolizando que el Ayuntamiento estuvo en el convento, pero de prestado.

En la parte de atrás del Ayuntamiento, el callejón próximo trata de reproducir una calle abierta que había antes de que se cegara con la construcción del edificio que hoy es Banco de Santander.”


(*) Para ver las fotos que ilustran este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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