Generando caos innecesarios y contraproducentes

Por Javier Pardo de Santayana

( Viñeta de Puebla en ABC el pasado día 15) (*)

Acostumbrados como estamos a oír como desbarran nuestros gobernantes manteniendo el rostro imperturbable, y hechos ya a oír argumentos que vulneran cualquier lógica posible, la pregunta que nos surge es qué será lo siguiente, pues es seguro que superará cualquier machada conocida. El resultado es que no nos asombraremos ya de nada en el ámbito de la política española.

Uno de las últimos detalles que salen a la palestra de este caos es lo que está ocurriendo con la forma en que nuestro gobierno aborda la relación entre la circulación rodada y la pureza del ambiente. De entrada su primera idea ha consistido en anunciar a los dueños de los coches de gasóleo que la solución preferible por ser la más barata y duradera, e incluso menos contaminante, se encuentra ya “en vías de extinción”. Y lo ha hecho por boca de la señora ministra de la “Transición Ecológica”: qué menos podría esperarse de quien se ocupa de tal cursilería.

En efecto, ha asegurado que el combustible que utilizan los taxistas y las clases modestas está ya en trance de ser prohibido o inutilizado. A ver quien es el guapo que después de oír eso no renuncia a adquirir un vehículo de estas características o no se pregunta qué va a ser de él en un futuro que, por lo que dice la ministra, es ya presente. Esto sucede cuando un alto porcentaje de españoles estira la vida del coche que utiliza porque no se encuentra en condiciones de comprarse otro.

Lo cual llueve sobre mojado, porque el actual gobierno ya nos comunicó su decisión de subirnos los impuestos en general y particularmente el que se aplicará al citado carburante. O sea que nos costará bastante más recargar nuestro depósito.

Menos mal que simultáneamente nos informan sobre los nuevos letreros con que las hasta ahora llamadas “gasolineras” – nombre ya, por supuesto, inadecuado – deben identificar los diferentes tipos de productos, pues sólo faltaría que nos armáramos un lío fastidiándonos el coche y el bolsillo.

Y llueve también sobre mojado porque los aparcamientos ya nos penalizaron – así, con estas palabras ofensivas – para forzarnos a cambiar de coche; que, como verán ustedes, ni siquiera tratan de dulcificar sus expresiones a la hora de cargar contra quienes no podemos permitirnos otra cosa. Luego, aún no contentos con estos detalles orientados a los ciudadanos “menos favorecidos”, anunciarán haber decidido cobrar peaje por el uso de las autovías hasta ahora libres de ese pago.

Pues bien, por si esto fuera poco, todavía vuelven a la carga asignando ya fecha a la extinción total del ya citado carburante que llamaremos “de pobres”: será dentro de unos veinte años e incluirá también la desaparición de los vehículos de gasolina e incluso de los llamados “híbridos”: aquellos que nos parecían casi pertenecientes al futuro. Menos mal que quienes así se comportan con nosotros se consideran “socialistas”, es decir, gentes sensibles y preocupadas por las clases con menores medios, como los “trabajadores” o los jubilados.

Dirán ustedes que quienes así nos machacan diariamente no hacen sino advertirnos sobre lo que será el futuro en un ejercicio de información y de visión que llamaríamos estratégica; por consiguiente, que quienes privan a muchos de cualquier esperanza en este aspecto coincidirán en sus objetivos con los fabricantes de automóviles. Pero es el caso que son precisamente éstos quienes se muestran más sorprendidos e indignados, porque a ver quién es el valiente que ahora quiera comprar un coche usado o nuevo de gasolina o de gasóleo, o incluso adquirir un coche eléctrico que no se sabe ni dónde repostar y que se eternizará en el trance. Y, sin embargo, da la casualidad de que la fabricación de automóviles – que está cerca de ser el 10% del PIB de España – es uno de los sectores donde nuestra nación está en el grupo de cabeza. El resultado es el caos, el canguelo, y la preocupación de muchos españoles, incluidos, claro está, los desorientados transportistas.

Y finalmente queda la cuestión de la energía. Porque son precisamente quienes nos informan de estas cosas para lucir el tipo quienes han impedido a toda costa que nuestro país – carente de reservas suficientes para atender las necesidades de los millones de automóviles que nos la demandarán cuando desaparezcan la gasolina y el gasóleo – los que hasta ahora más nos privaron de poder utilizar la que tenemos más a mano y es menos contaminante y más segura: aquélla que llamamos “nuclear”.

Y no me diga usted que no son gafes quienes propugnan su sustitución por las energías “renovables” de la luz del sol y el soplo de los vientos, pues se les ocurre proponerlo en un momento de dudosas posibilidades económicas y frente a las veleidades de un panorama meteorológico que incluye cambios planetarios difícilmente manejables.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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