La escuela de imaginería de Medina de Rioseco. I

Por José María Arévalo

( Cristo Yacente de Mateo Enríquez) (*)

En artículo anterior les contaba la excursión que hice con la asociación de jubilados a la que pertenezco, Amsafa, a la villa leonesa del bacalao, Valderas, que les relataba apoyándome en la crónica, en su revista El Mirador, de mi compañero José Ignacio Morillo, que también explicaba el comienzo con la visita al Museo del pan de Mayorga y la conclusión en el Museo de Semana Santa de Medina de Rioseco, que hoy recojo. La crónica de Morillo es muy breve, y la información del Museo en la red muy escasa, mentira parece con tanto como hay sobre esta Semana Santa de Rioseco.

Acostumbrado a lo mucho y maravilloso que tenemos en Valladolid de escultura y de Semana Santa, el Museo de Medina de Rioseco me pareció bastante pobre, una decepción. No obstante me fui animando en el recorrido guiado, al conocer que en Risoseco hubo varios escultores de talla que permiten hablar de una escuela riosecana, aunque no a la altura de la vallisoletana. Pensé que encontraríamos también algunas obras de las grandes gubias del manierismo y del barroco vallisoletano, quizá confundido por la leyenda de que Rioseco rechazó la Piedad de Juan de Juni que tenemos en la iglesia vallisoletana de Las Angustias, por el gran zapato que sobresale de la imagen sedente, por lo que se la conoce ahora como “La zapatona”; y que esculpió otra para la ciudad de los Almirantes de Castilla, que esperaba ver en el museo.

Pues no, nada hay de Juni en éste. Hay, en el actual Museo de San Francisco de Medina de Rioseco dos grupos modelados en barro cocido que le fueron encargados por el Almirante de Castilla don Fadrique Enríquez hacia el año 1537; y el retablo de la Capilla de los Benavente en la iglesia de Santa María. Pero nada para la Semana Santa riosecana.

( Museo de Semana Santa de Medina de Rioseco) (*)

Pero vayamos ya con la crónica de José Ignacio Morillo. “Cuando llegamos a Medina de Rioseco nos dimos un paseo hasta la iglesia de Santa Cruz que es la sede del Museo de Semana Santa de esta ciudad. El Museo de Semana Santa de Medina de Rioseco, creado en el año 2000, es el primero y único de estas características de la provincia de Valladolid y uno de los más destacados de España.

En un entorno especialmente cuidado se reúnen la casi totalidad de los pasos procesionales de la ciudad, ya que salvo el paso del Longinos y el paso de la escalera [los Pasos Grandes, que se guardan en el almacén contiguo a la iglesia de Santa María], todos se encuentran allí. Llama la atención, desde el suelo, con una pavimentación esmerada, la colocación de los pasos para dar una sensación de unidad procesional, desde la oración del huerto hasta la crucifixión y los cristos yacentes, las vitrinas explicativas de las cofradías y todos los detalles vinculados a la Semana Santa, además del Retablo Mayor del altar y el propio altar con su magnífico frontal de plata de Juan Sanz.

( La Virgen Dolorosa De Tomás de Sierra) (*)

La escuela de imaginería de Medina de Rioseco es muy importante, forman parte de ella Pedro de Bolduque, Mateo Enríquez, Tomás de Sierra, etc. Ángel Martín [en nuestros días] ha trabajado en diferentes esculturas, entre ellas destacan la escultura en bronce homenaje al cofrade que preside el atrio del museo de semana santa y las esculturas en madera del paso del Cristo de la paz y la misericordia.

Contentos pero helados, pues en el museo hacía un frío que pelaba, salimos disparados para concluir la visita con un café con leche y abisinios en Cubero que es algo tradicional en esta ciudad”.

Como dice nuestro compañero Morillo en su crónica, los tres escultores más destacados de la escuela de imaginería de Medina de Rioseco son Pedro de Bolduque, Mateo Enríquez y Tomás de Sierra. Vamos a ver sus biografías, y después enmarcaremos su importancia en el conjunto de la escultura castellano leonesa. Dada la longitud del texto, lo daremos en dos artículos, dedicando un segundo artículo a Tomás de Sierra y el significado de la escuela riosecana en la escultura castellano leonesa.

PEDRO DE BOLDUQUE

Aunque no se conserva ningún paso de Pedro de Bolduque, es el –podríamos decir- fundador de la escuela riosecana de escultura y su taller el primero de ella en la villa. Dice Wikipedia que nació y murió en Medina de Rioseco (1545–1595), de origen flamenco, y que trabajó principalmente en Medina de Rioseco y Cuéllar. Miembro de una familia de artistas de ascendencia flamenca, probablemente de la ciudad de Bois-le-Duc, dedicada a la talla y el ensamblaje, fue hijo del maestro Mateo de Bolduque, fundador de la dinastía, y de Juana Muñoz, y recibió el bautismo en la iglesia de Santa Cruz de su villa natal el 13 de julio. Fue hermano de otros escultores como Juan Mateo, Andrés y Diego.

Inicia su carrera muy influido por Juan de Juni, Gaspar Becerra y Esteban Jordán, que habían trabajado en Medina de Rioseco, por lo que su obra, manierista, se considera una continuación estilística de ellos. Su primera etapa la realiza en su villa natal, pasando hacia 1580 a Cuéllar, donde abre un taller y contrae matrimonio, con Ana Velázquez, de quien tiene dos hijos. Ana Velázquez era hija de un administrador del duque de Alburquerque que en ese periodo era Beltrán III de la Cueva y Castilla.

En Cuéllar comienza una relación profesional muy estrecha con la familia Maldonado (Julián y Gabriel, principalmente), pintores locales que trabajaron en gran parte de la provincia de Segovia y las zonas más próximas de la de Valladolid. Con ellos trabajará desde entonces hasta su muerte: las obras que a partir de entonces realiza el escultor, son pintadas y decoradas por la familia Maldonado.

( Uno de los dos grupos modelados en barro cocido, de Juan de Juni, en el Museo de San Francisco de Medina de Rioseco) (*)

Una década después, regresa a Medina de Rioseco donde realiza su última etapa, que continúan sus hermanos y sobrinos. De Pedro de Bolduque hay mucha más información en https://revistas.uam.es/anuario/article/viewFile/2498/2614

MATEO ENRÍQUEZ

De Mateo Enríquez procesiona el Viernes Santo la Cofradía del Santo Sepulcro un paso: Cristo Yacente. Hasta mediados del siglo XX desfilaba con una imagen de vestir de la Virgen María y otra de talla completa de un ángel, ambas desaparecidas, la imagen de Cristo lo hacía dentro de una urna de cristal. Los hermanos visten túnica de algodón blanco. Así que en la web de esta hermandad hemos encontrado más información.

Tras la muerte del escultor Pedro de Bolduque le sucedió al mando del taller familiar, ubicado en Medina de Rioseco, su sobrino y oficial Mateo Enríquez de Bolduque. Enríquez había nacido seguramente en 1568 y se formo junto a sus tios en el oficio de la talla, en un ambiente marcado por la influencia juniana. Los primeros datos que poseemos de él hablan de un papel importante en el taller, como persona de confianza de Pedro de Bolduque, cobrando en su nombre obras segovianas como el retablo del Santo Sepulcro de Fuentepelayo (1588) o del Rosario en el convento de Santa Cruz de Segovia (1599). Pedro de Bolduque mantuvo su actividad intermitentemente entre Medina de Rioseco y Cuellar, y junto a él aparece su sobrino Mateo. Hasta la muerte de Pedro de Bolduque, Mateo Enríquez desarrolla un papel secundario (sale como fiador en el retablo mayor de Santa Clara de Rioseco, 1593), sin embargo en esos años la avanzada edad de Bolduque hizo que poco a poco fuera tomando mas protagonismo. Asi, se encargo de terminar el retablo mayor de Berrueces (1593) y todas las obras que no pudo concluir Bolduque por su fallecimiento (1596). A partir de entonces, como cabeza visible del taller familiar, su personalidad sale a flote.

Su obra como artista independiente se localiza sobre todo en la zona de Medina de Rioseco y la comarca de Tierra de Campos. Para el convento de San Francisco talló la figura yacente del doctor Mena y el retablo de su capilla, de la que solo se conserva la primera (1598). Ese mismo año realizó el retablo mayor del convento de Santo Domingo de Villalón y la sillería del riosecano de San Pedro Mártir, conventos dominicos ambos, así como un paso procesional para Rioseco que representaba el tema de la Circuncisión, con cinco esculturas.

La gran actividad artística que en esos momentos experimentaba la ciudad de los Almirantes hizo que en pocos años se encargara de un buen numero de obras en ella: en 1601 retoco el relieve de la Asunción y esculpió los profetas del retablo mayor de Santa María, iglesia para la que ejecutó el retablo de San Bartolomé (1604), hizo el retablo de la Virgen de Loreto en la parroquial de Santa Cruz (1605), e incluso intervino como perito en el proceso abierto por el milagro del Cristo de Castilviejo (18 de junio de 1602). Acompañado por el ensamblador riosecano Andrés Crespo, acudió a Nava del Rey para hacerse con el contrato del retablo mayor de los Santos Juanes de aquella villa, obra que finalmente fue realizada por Juan de Muniategui y Gregorio Fernández.

( Talla de Cristo del conjunto de la Flagelación. Anónimo del s. XVII) (*)

Precisamente este último gran escultor le traspaso en 1616 parte de la obra del retablo mayor del monasterio benedictino de Sahagún, encargo que probablemente dejaría sin terminar ya que Mateo Enríquez falleció seguramente en septiembre de 1616. Otros encargos no pudieron ser atendidos, como un paso del Ecce Homo para Rioseco. De calidad a veces muy variable, dependiendo del tipo de encargo, es un escultor de estética fría y distante. Coloca a sus esculturas dentro de gruesos pliegues heredados de la estética juniana pero que son cada vez mas pesados y secos. Sus rostros son hieráticos de ojos almendrados y finos labios, con una particular forma de tallar los cabellos.


(*) Para ver las fotos que ilustran este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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