Recuerdo de un visionario

Por Javier Pardo de Santayana

( Sala del Centro Atlántico de Arte Moderno que acoge hasta el 29.09.19 la muestra Universo Manrique, dedicada a la obra y la figura de César Manrique -Lanzarote, 1919-1992-. Foto en hoyesarte.com) (*)

La noticia es que este año se cumplen los cien del nacimiento de un personaje extraordinario por su condición de artista de vocación total. Un hombre que, sobre todo, tuvo un sueño y fue capaz de realizarlo, para lo cual hubo de convencer a todo un pueblo, incluidos también sus gobernantes. Tarea que ya de entrada parece poco menos que un milagro.

César Manrique era, en efecto, amén de creador a tiempo entero y poseedor de múltiples facetas, un visionario en campos que más tarde acabarían por ser reconocidos: un ecologista a su modo y a su estilo, fundador de quimeras, líder también y convincente comunicador tanto de masas como de élites fueran éstas culturales o políticas. Pero la más destacable de su biografía es el haber llegado a ser un profeta en su patria. Rara avis.

Su objeto de deseo sería, sí, su propia tierra: aquellas bellas islas españolas que están ancladas en medio de un océano, africanas en su geografía a la vez que europeas y españolas por vocación e historia: ese esplendor de volcanes y de arenas incitador de ensueños, que se adornan con el lujo de la brisa y la palmera.

Su visión se centraría en el paisaje, en la autenticidad y en el respeto a la naturaleza, y en la fusión de la obra del hombre con su tierra. Así según él toda edificación tendría que ser sencilla, de una humildad consciente y franciscana: esencialmente cúbica en sus líneas y solamente blanca de color. Y toda planta de jardín sería autóctona. Así se construyeron los pueblos y jardines, de tal forma que cualquier versión distinta de la del maestro sería rechazada por ir contra el espíritu vigente. Y así sería como todo el mundo los concibió en su día, cuando mis responsabilidades oficiales me permitieron contribuir jubilosamente en el empeño. De entonces procede esta mi escueta descripción del esplendor de Haría:

Haría

Haría de lava y cal
como un vuelo de palomas
posado en un palmeral.

Yo no sé qué pasaría
si entrara un águila real
en el palmeral de Haría.

Haría
a la luz del mediodía

En la visión de Manrique las ventanas y puertas sólo podían ser verdes – azules si cerca del mar – a simplemente de color madera, así que no se aceptarían estridencias. Y en determinadas zonas el firme de la carreteras tomaría el color negro para no romper la magia de la lava. Luego él plantaría sus “juguetes del viento” para adornar los cruces de caminos, y crearía un jardín de cactus, y llenaría de vida los jameos habitados de cangrejillos ciegos, y plantaría palmeras en su casa y transformaría ésta en museo y en un lugar de encuentro y de cultura. Mas, sobre todo, sería capaz de convertir su obra y su concepto en dogma de fe para sus compadres los canarios, que ya sabrían lo que debía ser su rostro y su expresión externa y el modo de protegerse del previsible envite del turismo.

Supongo que de haber vivido en nuestros días, César Manrique sería considerado un “influencer». Y el caso es que lo fue cuando no había redes sociales ni teléfonos móviles; cuando para serlo era preciso hacer valer la capacidad de convicción y seducción que él mismo atesoraba. Y un buen ejemplo vivo como el suyo.

Todo lo supo hacer tomando como ejemplo a Lanzarote, la isla en que el artista volcó su fantasía y que me dio en su día la inspiración para estos versos:

Descripción de Lanzarote

Lanzarote es un titán
que surge del mar violento.
Lanzarote es el acento
del viento sobre el volcán.

Lanzarote es la palmera
solitaria entre la lava,
la tierra en que el mar se acaba
para tornarse quimera.

Lanzarote es una fragua
donde se forja la luna.
Lanzarote es la laguna
donde se hace luna el agua.

Lanzarote es un altar
de sencillez franciscana,
es una humilde ventana
que mira al azul del mar.

Lanzarote es la posada
blanca como una paloma
en donde esconde su aroma
la buganvilla morada.

Lanzarote es un lamento
que se hace espuma en la roca;
sabor a sal en la boca
y en la frente, el sol y el viento.

Lanzarote:
mi sueño imposible a flote.

¡Quién pudiera navegar
buscando el confín del mar
para anclar en Lanzarote!

PS: Pasado el tiempo desconozco si el sueño de Cesar Manrique se ha mantenido vivo en la mente de su gente y de sus gobernantes. Sí que lo estuvieron en mi tiempo, y éste es el gran recuerdo que conservo.

(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
http://live.staticflickr.com/65535/46886239275_817507d10d_b.jpg

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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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