Casos vivos de “memoria histórica”

Por Javier Pardo de Santayana

( La Beata María del Carmen Lacaba Andía y compañeras mártires) (*)

Ya sabe mi improbable lector que suelo ir escribiendo al hilo de la vida. Pues bien, mi vivencia de este día es un acontecimiento histórico tan duro que necesariamente ha de revivir en mi memoria acontecimientos que marcan la existencia.

Parece ser un sábado cualquiera cuando contemplo en la pantalla de mi televisor escenas que me transportan a mi niñez; cuando tenía unos tres años. Sí; por muy extraño que parezca, lo que ahora evocaré no trata de unos hechos acaecidos en un circo romano o en los lejanos días de los bárbaros, puesto que yo mismo pude conocerlos. Ahora el escenario es el de un templo, la Catedral de la Almudena, donde domina el color de unos hábitos azules: los de la congregación de las hermanas Franciscanas Concepcionistas, que celebran la beatificación de catorce monjas vilmente asesinadas el año treinta y seis del siglo XX; todas ellas retratadas en una tapiz que las reúne en el recuerdo.

Y ¡qué casualidad! Tan sólo hace unos días habíamos tenido la ocasión de visitar otro templo de la capital de España donde yo quedaría impresionado por una enrome retablo iluminado por un grupo de veintidós religiosos oblatos y un seglar padre de familia igualmente asesinados en parecidas fechas.

Eran entonces los días de la Segunda República en España y de un Frente Popular en el que los comunistas imponían su ley a sus aliados socialistas. ¿Les suena a ustedes? Quizás ahora, cuando en algunas cosas parecen repetirse determinadas situaciones y acontecimientos, esto nos sirva para intentar comprender la propia historia y así evitar que se repita. Y puesto que nos fuerzan a hablar de la “memoria histórica”, aprovechemos la ocasión que se nos brinda para que ésta quede clara en algunos aspectos que hoy se eluden.

Lo explicó bien el Cardenal Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos al recordar – buena ocasión para que algunos tomen nota – que sus muertes respondieron a “un sistema de odio organizado”. Un odio racionalmente incomprensible que se refleja en la persecución y en el ensañamiento de los chequistas y los milicianos del mono y la pistola. Y, por supuesto, en la pasividad de un gobierno que nunca movió un dedo para evitar tales barbaridades, sino que más bien las alentó. Porque uno se pregunta qué mal puede nadie ver en unas mujeres de entre veintiocho y setenta y cinco años entregadas a la caridad y la oración.

Tres comunidades – tres monasterios – lo sufrieron y en cada caso la persecución de las madres y hermanas seguiría, obsesiva, hasta prenderlas en aquellas casas de acogida donde algunos arrojados madrileños se jugarían su suerte. Y seguirían los ataques a los templos: esos lugares sagrados para los cristianos a cuyo incendio vuelven a incitarnos los nuevos – y las nuevas -comunistas.

Mártires: ese es el nombre. Ahí están esos veintitrés religiosos oblatos y esas catorce monjas franciscanas engrosando una lista inacabable de la que los dos casos son tan sólo una muestra significativa que la actualidad nos trae a la memoria. Ahí tenemos al hermano – también religioso – de una de las monjas, que asistió al acto de la beatificación de la Almudena. Lo cual quiere decir que pese a vivir en un lugar del mundo y un siglo teóricamente inmunes a la persecución de los cristianos, tampoco podemos sentirnos tan seguros. Supongo que el año treinta y seis de marras tampoco considerarían probable que aquello sucediera, y mire usted por donde ahora estamos rememorando un panorama de templos incendiados y personas de bien en las cunetas.

Por cierto, ¿qué dirán las organizaciones feministas empeñadas en la memoria histórica respecto a unas mujeres ancianas, maduras y jóvenes que son caridad pura, perseguidas, vejadas, y literalmente asesinadas por un odio irracional y vengativo?

PS: ¿Qué más quisiera yo que tal cosa no hubiera sucedido o que se nos animara a no traer de nuevo a colación aquellos tiempos en los que, como en los actuales, se incitaba al odio y a la destrucción de la España de muchos siglos? Pero a veces la actualidad nos brinda una noticia que nos obliga a recordarlo siquiera para que no se vuelva a repetir lo mismo. Por otra parte, quienes ahora nos gobiernan parecen querer borrar estas cosas del panorama en flagrante contradicción con su obsesión por la “memoria histórica”.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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