Permitidme, por favor, que disparate… un poco

Por Carlos de Bustamante

( Leticia entrega el ramo de boda de su hija a la abuela Carmen)

Se lo decía a mi querido amigo y foramontano Josemari : Hoy por hoy, no me apetece escribir nada que no sea sobre mi recién fallecida amadísima esposa Carmen. Como esto es así, asumo el riesgo de que, llevado por el gran amor a quien` fue´- ¡ay! – mi esposa durante 63 años, haga referencias que a buen seguro sobrepasan el contexto de incluso lo prudente. Disparate o atrevimiento que, hipersensible, espero disculpen mis amigos lectores.

Una y otra vez me viene al pensamiento como si fuera de hoy, esa mirada que viniendo de comulgar llegó a lo más hondo de todo mi ser hasta sentirme conmovido. ¿Qué me quiso expresar con ella? Y en el o los atrevimientos disparatados pudiera estar la respuesta. Copio y pego lo que, en días sucesivos al increíble 3 de agosto, leí como acostumbro cada mañana en los Santos Evangelios: Tú también estabas con Jesús el galileo, le dijo una mujer de la servidumbre; la misma portera, según san Juan. No lo conozco, no entiendo lo que dices, le dijo. Y cuando salía al pórtico, narra san Marcos, la sirvienta comenzó a decir a los presentes: Éste es de ellos. Pero Él lo negó rotundamente. Apenas pasada una hora, nos dice san Lucas, un pariente de aquél a quien precisamente Pedro había cortado la oreja, le dijo: ¿No te vi yo en el huerto con Él ¿(narra ahora san Juan). Y otros le decían: Desde luego tú también eres de ellos, pues tu misma habla lo manifiesta (Mateo). Pedro se sintió acorralado y comenzó a decir y a jurar: No conozco a ese hombre (Mateo). Estaba fuera de sí.

En el silencio de la noche volvió a oírse el canto de un gallo.

En el libro de don Francisco Fernández Carvajal, `Vida de Jesús´, que me permitiréis recomendar como lectura espiritual, comenta que a Jesús lo llevaban por una de aquellas galerías que daban al patio. Y se volvió y “miró” a Pedro (san Lucas), que estaba abajo (san Marcos). San Pedro casi no reconoció al Maestro por los golpes y malos tratos que había recibido, pero su “mirada” la conocía bien. Jamás podría olvidarla. Sus ojos se cruzaron un instante y Pedro quedó sobrecogido. Entonces conoció la gravedad de su pecado. ` Había más gente en el patio, pero Jesús – escribe don Francisco F. Carvajal – sólo le vio a él´. Como la escena que el autor dicho es de una belleza singular, permitidme, amigos, que prosiga con el texto, al que aludo sin su permiso y que, salvando, claro está las enormes distancias, tiene alguna similitud con la mirada de Carmen posada sobre mis ojos con el Señor recién recibido por ambos: “Pedro quedó atraído como por un imán, como en otras ocasiones, por aquella mirada de infinita misericordia. Igual que aquel día en el que no pudo resistir la autoridad y el encanto de otra similar que suscitó su vocación. Y aquel otro en el que le hizo temblar cuando él, Simón, quiso apartar la cruz del camino del Señor. Y en tantas otras ocasiones…

Y, sin embargo, nunca contempló una expresión parecida a la que ahora descubre en el rostro de Jesús. Aquellos ojos impregnados de tristeza; pero no severos; una mirada que parecía decirle: Simón, yo he rogado por ti. Fue una mirada alentadora, misericordiosa, en la que Pedro se sintió comprendido y perdonado”.      

Ahora, con   vuestro permiso (o sea, sin él), permitidme otro nuevo disparate por el atrevimiento en la comparación de `miradas´: 4ª Estación del Vía Crucis escrito por San Josemaría (recuerden, el santo de lo ordinario):

“Apenas se ha levantado Jesús de su primera caída, cuando encuentra a su Madre Santísima, junto al camino por donde El pasa.

Con inmenso amor mira María a Jesús, y Jesús mira a su Madre; sus ojos se encuentran, y cada corazón vierte en el otro su propio dolor. El alma de María queda anegada en amargura, en la amargura de Jesucristo.

¡Oh vosotros cuantos pasáis por el camino: mirad y ved si hay dolor comparable a mi dolor! (Lam I,12).

Pero nadie se da cuenta, nadie se fija; sólo Jesús.

Se ha cumplido la profecía de Simeón: una espada traspasará tu alma (Lc II,35).

En la oscura soledad de la Pasión, Nuestra Señora ofrece a su Hijo un bálsamo de ternura, de unión, de fidelidad; un sí a la voluntad divina.

De la mano de María, tú y yo queremos también consolar a Jesús, aceptando siempre y en todo la Voluntad de su Padre, de nuestro Padre.

Sólo así gustaremos de la dulzura de la Cruz de Cristo, y la abrazaremos con la fuerza del amor, llevándola en triunfo por todos los caminos de la tierra”.

Aunque, con solo seguir los Santos Evangelios, podría citar muchos más ejemplos de `miradas´ de Jesús (al joven rico, a la hemorroísa, a Judas, a Zaqueo, al buen ladrón…) basten los citados con más detalle para comprender lo que vi en la mirada de mi Carmen al incorporarse a su asiento cuando venía de recibir al Señor. Fue de un gran Amor primero; y con él, comprensión; perdón por mis muchos fallos de correspondencia a la entrega total   a su marido “en la salud y en la muy larga enfermedad”; en la austeridad bellísimamente generosa de hijos, queridos, deseados, más que en la pobreza. Y una inmensa ternura que superó con creces en las obras, más que en las palabras.

Hoy, que sigo viendo sus ojos posados con dulzura inmensa en los míos, siento ese bálsamo citado, cuasi irreverente de atrevido, y que he incorporado al sentimiento que vi en su mirada de impagable profundidad. Y con él, la paz que -gracias mi `polvorilla´-, tanto necesito en circunstancias de extrema tristeza, aún alegre en aparente contrasentido. De ello, y si Dios es servido – otra vez sin vuestro permiso-, me pete hablar en el próximo desahogo escrito.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

Lo más leído