Castilviejo en la Galería de Arte Rafael

Por José María Arévalo

(Una de las acuarelas de Castilviejo en la exposición)

La vallisoletana Galería Rafael de la calle Miguel Iscar reúne unos 30 óleos, acuarelas y grabados de José María García Fernández, “Castilviejo”, el más popular pintor de los afincados en nuestra tierra, que falleció el 11 de marzo de 2004, a los 79 años. Creo que habíamos visto varias de las obras expuestas en muestras de hace años, en la antológica de su obra en la sala del Banco Bilbao Vizcaya, de Valladolid, en Octubre de 1997, en la propia Galería Rafael en 2001, en varias del Colegio de Lourdes en las que aparecían obras suyas – como en el 2012 la titulada “25 años de arte”, sobre la que escribimos el 23 de noviembre de aquel año “Pintores castellanos en El Colegio Lourdes”- o en la del 2012 en la galería “Espacio 36” de Zamora, por lo que pensamos que algún coleccionista quiere ahora desprenderse de algunas obras y las ofrecerá a precios más asequibles, porque hasta ahora sus lienzos estaban por las nubes.

Cuando he visto esta exposición de ahora estaban acabando de montarla, así que no pudieron informarme de los precios y de cuánto tiempo se mantendría la muestra (días después la prensa asegura que hasta el 7 de marzo), aunque auguraban que mucho, por no decir indefinidamente (por lo menos contar con las obras no vendidas); como tampoco los títulos de las obras, que me gusta incluir con las fotos que ilustran los artículos, así que disculpen esta vez no los exprese y la poca calidad de las fotos, que tomé con mi móvil. Puede verse de lunes a viernes, de 12 a 14 y de 18 a 20,30 –los sábados solo por la mañana-.

Como acuarelista, me ha encantado ver varias de sus acuarelas –éstas no las conocía- en que como era habitual en él demuestra su dominio de esta tan dificilísima técnica, de una limpieza y colorido extraordinarios. Como veremos ahora, el maestro pintó muchas acuarelas cuando se afincó en Valladolid, probablemente porque tenía que darse a conocer entre nosotros y la acuarela se puede vender a precios más bajos. Pero su fama y mejor técnica es bien sabido está en sus óleos y murales, estos últimos tan famosos como los del Banco de Bilbao en sus instalaciones de la vallisoletana calle Duque de la Victoria o los de la Universidad Laboral de Zamora. Las instituciones castellano-leonesas tienen bastante obra suya pero lo que es increíble es que nuestros museos en cambio no cuenten con nada suyo (como tampoco de Cuadrado Lomas ni otros del grupo Simancas, del zamorano Pedrero, del salmantino Zacarías González o del gran acuarelista palentino Jesús Meneses; solo son excepción Vela Zanetti y Esteban Vicente, que cuentan con museo a ellos dedicado pero no están en los varios importantes de arte contemporáneo de nuestra comunidad), lo que nos ha hecho repetir en estas páginas “nuestros pintores a nuestros museos”.

Con obras de Castilviejo hemos ilustrado cientos de artículos en este blog, y específicamente hemos escrito sobre él muchas veces temas específicos, como el 10.11.11 “Castilviejo, vida y obra”, el 24.11.11 “Castilviejo y otros pintores taurinos”, el 30.03.12 “Castilviejo en Zamora”, sobre la citada exposición de la galería “Espacio 36”, o «Nuestros pintores en nuestros museos» de 21.05.07 con el que abríamos este blog. Así que hemos reseñado su vida y obra en varias ocasiones, de las que seleccionamos la amplia que le dedicó el folleto de la antológica del Banco de Bilbo, ya citada.

»José María García Fernández, “Castilviejo”’ (Zamora, 29 de octubre de 1925 – Valladolid, 11 de marzo de 2004), fue el pintor español de los famosos en el Madrid de los 50, el artista de los Dominguín, y el gran plasmador de la esencia castellana. «Son temas de mi pintura -decía el artista- los parajes amenos, los arroyos, los chopos, los campesinos abrasados por el sol de la siega, los barbechos y rastrojos, las espadañas de las viejas iglesias, los palomares arruinados». Reflejó, como pocos, la Castilla que estaba desapareciendo, los oficios a extinguir, las tareas devoradas por la mecanización agrícola, los campos de surco abierto. Pastores con la capa del Aliste, labriegos de las comarcas zamoranas de Sayago, Tierra del Pany Tierra del Vino, pueblos vallisoletanos de Torozos, de Tierra de Campos. Siguiendo las descripciones de los pintores de la España negra, Ignacio Zuloaga, José Gutiérrez Solana, refleja con una expresión, a veces también tenebrista, pero de ordinario más luminosa, las costumbres y tradiciones, las faenas agrícolas, y, su gran afición, el espectáculo taurino.

En el 2002, Castilviejo fue galardonado con el Premio Castilla y León de las Artes, que otorga la Comunidad Autónoma, por la “trayectoria vital del artista ligada a Castilla y León”. Su estilo de pintura “ha sido modelo para toda una generación de discípulos, lo que acredita también su importante labor docente”.

Cuentan con obras de Castilviejo numerosas colecciones, como la Edward G. Robinson y la Rotschild, así como el Museo de Arte de Nueva York.

Castilviejo nació en Zamora el 29 de octubre de 1925, hijo de Baldomero y María del Tránsito. Comienza a pintar a los 8 años, con una acuarela que regaló a su padre, un toro pintado sobre la madera de una caja de puros.

«¿Por qué Castilviejo?», le preguntaron en una ocasión: «En honor a mi padre, que era de Rioseco, y para él la Virgen de Castilviejo era su virgencita, la que en medio del campo tiene la ermita. Y era tal la devoción que tenía y no era un beato, que entonces yo quería devolver a mi padre algo de lo muchísimo que me dio. Era algo en su honor y para mí es un orgullo».

En 1942 ingresó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, de Madrid. Son sus compañeros Ramiro Ramos, García Donaire, Eduardo Capa, Ricardo Macarrón, Villaseñor, Rafael Reyes Torrent y Ricardo Montero, entre otros que le distinguieron con su amistad. De los profesores destaca uno sobre todos los demás docentes, Joaquín Valverde, catedrático de Colorido, del que afirmó Zuloaga, cuando le conoció a través de Domingo Ortega, que «si yo fuera joven, mi indiscutible maestro sería Joaquín Valverde». Castilviejo es tan categórico como el artista vasco. Y dice que «de Valverde aprendí a sentir la pintura».

Parte de su variedad temática y de géneros tiene su origen en las necesidades familiares que, tras la muerte de su padre, en 1946, le impulsaron a pintar carteleras de cine, apuntes taurinos, vistas ciudadanas, copias de clásicos en el Museo del Prado, retratos de señoras y portadas de novelas del Oeste. Su afición a los toros – en la que sigue a su padre, muy relacionado con las figuras de entonces, y que había colaborado con diversos artículos en las revistas taurinas- le pone en contacto con la familia Dominguín. Pepe “Dominguín” se convierte en uno de sus mejores amigos. Desde 1946 a 1952, el mecenazgo de éste llega hasta el extremo de buscarle clientes para su pintura, entre ganaderos y toreros.

Aunque tiene que regresar a Zamora, donde viven su madre y su suegro, después de traspasar su estudio sigue frecuentando Madrid. En 1947, Daniel Bedate, que había sido alumno de Cecilio Pla, organiza con Castilviejo la Escuela de San Ildefonso en Zamora, en un local que rápidamente se quedó pequeño, «porque llegamos a tener trescientos alumnos». De ella sale una nueva y potente generación de pintores, entre ellos Antonio Pedrero, Alberto de la Torre, Higinio Vázquez y Ramón Abrantes. Castilviejo mantiene que allí se «les enseñaba a ver y después a dibujar».

(Grabado, en la exposición)

En 1955 recibe el encargo de pintar varios murales de tema castellano para la iglesia de la nueva Universidad Laboral de Zamora, con los que alcanza gran éxito. Contrae matrimonio en 1956 con la montañesa palentina Julia Carretero, joven universitaria a la que había conocido durante su estancia vallisoletana para cumplir el servicio militar. Se traslada a Valladolid en 1959. En Zamora deja, además de aquellos murales, abundante obra en muchas de sus instituciones, especialmente en la Diputación –que le había becado en su juventud- y el Ayuntamiento. En el Museo de Semana Santa de Zamora hay un gran lienzo mural con Cristo crucificado fechado en 1958.

(Grabado, en la exposición)

En Valladolid se ve obligado a empezar de nuevo, buscando clientela. Varias familias le encargan retratos infantiles a la sanguina, y vende acuarelas a amigos de su familia, a precio razonable para salir adelante. Obtiene gran éxito con unos murales al estilo Sert, que le encargan para una lujosa tienda de muebles, que le sirve para que la Cámara de Comercio le encargue nuevos murales para su sede. Nuevo encargo de murales para el Aéreo Club, y el más logrado lo realiza en 1963 para la sede principal del Banco Bilbao Vizcaya en Valladolid, que concibió como una alegoría o metáfora de la existencia castellana. Rodeando al espectador, con una superficie de 53 metros cuadrados, este mural revive la esencia castellana, con figuras de grandes dimensiones, resueltas con esquemas angulares. Por entonces ya ha presentado varias exposiciones en las galerías de Valladolid, y todos sus cuadros son adquiridos el día de la inauguración. “Hay que ser muy rápido –cuenta su biógrafo, García-Osuna- para convertirse en coleccionista de Castilviejo, ya que las reservas de sus obras se producen como si se rematasen en subasta”. También ahora forma escuela, de la que es su más fiel seguidor, en temas y formas, Pedro Alonso.

En 1969 traslada taller y vivienda a Cubillas de Santa Marta, pueblecito cercano a Valladolid y aborda con gran éxito también el grabado en los últimos años de su creación artística. Muere el 11 de marzo de 2004, a los 79 años, dejando tras de sí una gran obra que enorgullece a los pueblos de Zamora y Valladolid.»

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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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