La ideología, contra la cultura

Por Javier Pardo de Santayana

(Tetralogía de la ejemplaridad, de Javier Gomá)

En este artículo de hoy me propongo transmitirles una teoría que se refiere a la posición que conviene adoptar ante las conclusiones que suelen obtenerse sobre determinados aspectos del comportamiento de la sociedad española. Y como pertenecen a un filósofo, y ésta es especie escasamente conocida, pensé que su opinión les podría resultar interesante.

Debo decir, además, que el susodicho es uno de los pocos filósofos vivos españoles  relativamente conocidos. Esto, y el hecho de haber tratado a un tío suyo que era, como mi padre, agregado en la embajada de Lisboa, más el hecho de haber coincidido con él personalmente en una sesión de trabajo en que ambos aportábamos nuestra desinteresada colaboración intelectual, han hecho que siga sus pasos cada vez que se habla de él por alguna causa significativa. Intentaré por tanto resumir el contenido de uno de sus últimos artículos. Su nombre es Javier Gomá y en esta ocasión ocupa una “tercera” de ABC.

Si mal no entiendo, su pensamiento se centra en este caso en la evolución experimentada por el itinerario tradicionalmente seguido por el hombre en su preparación para vivir la vida. Se nos recuerda que en su evolución personal el ser humano siempre se ha apoyado en la cultura a la hora de adquirir una cosmovisión que le permita pasar de ser “un pequeño salvaje” —  como es siempre al nacer – a ser un ciudadano de pleno derecho, esto es, con sus derechos y sus obligaciones.

Siempre fue así, en efecto, hasta que, ya en el siglo XIX, la influencia de la tradición era sustituida por las teorías marxistas de la ”ideología”, de tal manera que la continuada socialización “virtuosa” proporcionada por la absorción de una cultura propia y muchas veces milenaria sería sustituida por un programa de dominación elaborado simplemente por una minoría que de esta forma nos imponía su doctrina. Y el ciudadano, que antes gozaba de los derechos y oportunidades propios de su condición de tal, pasaría a adoptar una actitud desconfiada de permanente crítica respecto a cuanto le rodea y acontece, con lo cual ha terminado imaginando con el colmillo retorcido que existen poderes más o menos ocultos pero conocidos que permanentemente ponen en peligro el disfrute de la ciudadanía.

Lo que quiere decir que en lugar de disfrutar – “gozar” dice el autor – de sus derechos, el ciudadano de nuestros días se comporta como malhadado “sufridor” de una conspiración que le atosiga y le convierte en un ser “desgraciado” de por vida que cada vez ve más en la cultura, no una valiosa herencia que le protege y perfecciona, sino, como el articulista nos expresa, una “invisible espada de dominación”.

El resultado suele ser que, convencido por el discurso único de una ideología convertida en desconfianza total hacia el vecino, a la par que reconociendo su propia incapacidad para cambiar las cosas, el ciudadano acogotado se refugia en la idea de que por lo menos “no se chupa el dedo” – cita literal. Para esto cuenta con la superioridad que piensa que le proporciona el ser consciente de que existe una conspiración global de los todopoderosos; que incluso hay algo así como un “amo del mundo” que todo lo controla.

Ante lo  cual está la autorizada opinión del autor, que directamente nos aclara que él no cree que haya tal cosa, como tampoco algo así como “el empresario” o “el banquero”, sino, afortunadamente, seres individuales que pretenden su propio beneficio. En resumidas cuentas, que lo que de verdad existe es una especie de “chapuza creadora” – así la identifica – que amén de garantizar la libertad acaba haciendo que la humanidad siga avanzando.

PS: Quede claro que el autor del artículo, además de ser doctor en Filosofía, licenciado en Filología Clásica y Derecho y nº1 de su promoción del Cuerpo de Letrados del Consejo de Estado, es autor de un buen número de publicaciones propias; entre ellas de una interesante “Tetralogía de la ejemplaridad”.

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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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