Los lunes, revista de prensa y red

“El PSOE contrata a un estratega para desmovilizar a los votantes del PP y Vox: «Es un ‘killer’»”, de Ana Martín; “El latido del embrión y el derecho a la información”, de Nicolás Jouve; “`No enseñamos, engañamos´: la carta viral de Daniel Arias Aranda, profesor universitario, que ha generado debate en redes”, de Nuria Serena; y “Qué risa lo de Cibeles (o no)”, de Isaac Rosa

(Viñeta de Ricardo en El Mundo el pasado día 25)

EL PSOE CONTRATA A UN ESTRATEGA PARA DESMOVILIZAR A LOS VOTANTES DEL PP Y VOX: «ES UN ‘KILLER’»

Artículo de Ana Martín publicado en El Debate el pasado día 25

Los socialistas quieren que el electorado de centro derecha se quede en casa el 28-M. De ahí el fichaje del consultor Aleix Sanmartín, cuyos métodos son muy controvertidos. «No tiene escrúpulos».

Las decenas de miles de personas que el sábado abarrotaron la madrileña Plaza de Cibeles en protesta contra las políticas de Pedro Sánchez son, según María Jesús Montero, gente que quiere «volver a la España negra».

De puertas afuera, los socialistas se han dedicado a menospreciar una manifestación multitudinaria y unitaria. Pero intramuros de la Moncloa y Ferraz han tomado nota, porque lo sucedido en el epicentro de la capital no hace sino confirmar la peor noticia para el PSOE: a cuatro meses de las elecciones municipales y autonómicas, el centro derecha está muy movilizado. Lo que, sumado a la desmovilización de la izquierda, resulta un cóctel letal para Sánchez.

Los socialistas son conscientes de lo complicado que va a resultar espolear al electorado de izquierdas para que salga de la abstención y vaya a votar masivamente, puesto que agitar el miedo a Vox hace tiempo que no les funciona (lo han vuelto a intentar con Castilla y León, y nada). Así que han decidido probar suerte a la inversa: su objetivo prioritario para el 28-M será que los votantes del PP, Vox y Cs se queden en casa.

En esa estrategia se enmarca el reciente fichaje del polémico consultor político Aleix Sanmartín, un profesional afincado en México con 15 años de experiencia en campañas electorales cuyos métodos son de sobra conocidos en el sector. Y criticados. La especialidad de Sanmartín no es movilizar a los propios, sino desmovilizar a los del adversario.

En España, su trayectoria empezó con José Luis Rodríguez Zapatero en 2008 y siguió con el exministro de Asuntos Exteriores Miguel Ángel Moratinos. Más tarde dio el salto al continente americano de la mano del consultor José Luis Sanchis, donde alcanzó la fama y el éxito. Allí hablan de él como un «experto en guerra sucia». Hasta que, en 2018, los populares llamaron a su puerta.

«Aleix es una bomba de relojería. No tiene escrúpulos», señala a El Debate un dirigente del PP de Andalucía que lo conoce bien, puesto que Sanmartín ha trabajado en las dos campañas electorales de Juanma Moreno, especialmente en la de 2018 y solo tangencialmente en la de 2022. Otro popular andaluz añade: «Su especialidad son el juego sucio y las redes sociales. Se dedica a crear perfiles falsos y a intoxicar. Es un killer».

Lo más irónico es que, en paralelo al fichaje de Sanmartín, el PSOE acaba de crear un «comité contra la desinformación de la derecha». Con el objetivo de desmentir los «bulos» que, según los socialistas, difunden el PP y Vox contra los gobiernos socialistas.

De Sanmartín fue la idea de que Moreno iniciara aquella primera campaña a las puertas del puticlub –ya entonces cerrado– Don Angelo, en Sevilla, para denunciar que altos cargos socialistas se habían gastado el dinero de los parados en prostíbulos de Sevilla, Cádiz y Córdoba.

La campaña que acabó ante la JEC

Después de esa campaña, que llevó a Moreno a la Junta de Andalucía a pesar de que el PSOE ganó las elecciones, el entonces secretario general del PP, Teodoro García Egea, se fijó él y lo fichó para su equipo en Génova 13. Unas semanas antes de la repetición electoral de noviembre de 2019, apareció una misteriosa campaña en vallas de varias ciudades, páginas web y redes sociales llamando a los votantes del PSOE y de Unidas Podemos a abstenerse. Con mensajes como «Yo no voto» o «10-N, no contéis conmigo» junto a imágenes de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.

La campaña de desmovilización de la izquierda que denunció Errejón

Supuestamente, la campaña había sido lanzada por simpatizantes de Más País. Eso querían sus auténticos creadores que pareciera, pero nada más lejos de la realidad. Pronto se descubrió que el responsable era un trabajador de la consultora de Sanmartín, aunque éste último alegó que su empleado había actuado por su cuenta y riesgo, sin su conocimiento ni permiso.

Errejón llegó a denunciar la campaña ante la Junta Electoral Central (JEC) por «generar un descrédito para (…) todas las fuerzas políticas de la izquierda que concurren a las elecciones del 10-N, favoreciendo de manera evidente a las fuerzas políticas del espectro de la derecha o incitando directamente a la desmovilización del voto».

Después de aquello, Pablo Casado García Egea prescindieron de los servicios del ahora asesor de Pedro Sánchez. «Es un bulero, un intoxicador», resume una fuente de la consultoría política a este periódico. «En América Latina sus métodos están muy extendidos, pero aquí no», añade.

Aunque Sanmartín es de Granada, estudió en España y llegó a militar en las Juventudes Socialistas, hace 15 años que vive en México (tiene la doble nacionalidad), su centro de operaciones y desde donde ha dirigido campañas electorales de aquel país y también de Panamá, Uruguay, El Salvador y República Dominicana. Ha prestado sus servicios tanto a candidatos de izquierdas como de derechas: «Independientemente de mis valores, a mí no me contratan para que yo les vote, me contratan para ganar elecciones. Si me contrataran para que yo les votara sería el voto más caro de la historia», decía él mismo hace unas semanas en un podcast organizado por la Asociación de Comunicación Política, ACOP.

Se prodiga poco en los medios de comunicación, pero en una entrevista que concedió a la revista de comunicación política C&E (Campains and Elections), resumió así su filosofía de trabajo: «Para mí la ética en elecciones la establece la legislación de cada país. Es ético todo lo que esté dentro de la ley. Se deben utilizar todos los medios que la ley permita para ganar una elección, que es para lo que nos contratan. Todo lo que permita la ley es legítimo, todo lo que esté fuera de la legislación es condenable y no se puede ni debe utilizar. Ahora bien, si la ley lo permite es mi obligación utilizar todos los recursos para lograr el objetivo de mi cliente, que generalmente es ganar una elección. De lo contrario estaría siendo desleal a quien me contrato y eso si no es ético». Y eso es lo que está haciendo para el PSOE.

Artículo en: https://www.eldebate.com/espana/20230124/psoe-contrata-estratega-desmovilizar-votantes-pp-vox-killer_88062.html

EL LATIDO DEL EMBRIÓN Y EL DERECHO A LA INFORMACIÓN

Artículo de Nicolás Jouve, Catedrático Emérito de Genética, Presidente de CíViCa y ex miembro del Comité de Bioética de España, publicado en Actuall el pasado día 24

Si se reconoce al aborto como drama, habrá que plantearse qué hacer para tratar de reducirlo. Negar la información viola la Ley de Autonomía del Paciente. No hay duda de que desde el momento de la concepción hay una vida humana única e irrepetible.

Es curiosa la tendencia a no informar de quienes tendrían la obligación de hacerlo sin prejuicios o condicionamientos ideológicos o intereses políticos. A pesar de los conocimientos actuales se siguen diciendo cosas como que un embrión no es más que “un amasijo de células”, que el feto no es más que “un coágulo de la madre”, que “hasta que no anida el embrión en el útero no hay embarazo”, que “el aborto es un derecho de la mujer”, y otra serie de mitos y falsedades sobre el inicio de la vida y el valor del embrión humano.

Y, ante la resistencia de quienes defienden la vida, se ha pasado a negar toda posibilidad de que la mujer embarazada sea informada sobre lo que supone el aborto y sobre la realidad de la vida que lleva dentro frente al drama de acabar con ella si ese fuese su deseo…. Negar la información va en contra de un principio básico de la bioética, el derecho a la información como garantía de la autonomía del paciente. Negar una información veraz y segura como la que ofrecen las ecografías durante el embarazo es negar el derecho a conocer los pros y las contras de una decisión de la que paradójicamente se reconoce que es un drama.

Frente a ello, se buscan argumentos falsos. Causa estupor oír en una tertulia de televisión a una conocida periodista, habitual tertuliana en muy diversos medios, que hacer una ecografía durante el embarazo pone en riesgo la vida del bebé y que por lo tanto esto no se debe ofrecer a las mujeres…

Es evidente que la base de su argumentación no tiene nada que ver con sus conocimientos médicos o científicos sobre las consecuencias de unas pruebas inocuas a las que atribuía vaya usted a saber que nefandos efectos teratógenos, sino en que así se lo habían asegurado los ginecólogos… y porque sabe lo que es estar embarazada. Magnífica argumentación y estupendo ejemplo de los bulos a que tan acostumbrados nos tiene la progresía mediática, que se considera defensora exclusiva de los derechos humanos y que, hasta promueve la creación de servicios oficiales para desmentir bulos.

Y al parecer lo políticamente correcto en el caso del aborto es anteponer el pretendido derecho a decidir por encima del auténtico derecho, que es el derecho a la vida. Este es el genuino derecho a defender de acuerdo con la única doctrina que debería ser válida, la de la realidad de la vida desde la concepción de acuerdo con los datos de la ciencia mantenida por el tribunal constitucional, desde la sentencia 53/1985, que declaró el aborto disconforme con la Constitución por incumplir en su regulación exigencias constitucionales derivadas del art. 15: “Todos tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral, sin que, en ningún caso, puedan ser sometidos a tortura ni a penas o tratos inhumanos o degradantes”. Ese todos incluye a todo ser humano, toda vida humana, y por tanto a los concebidos en las primeras etapas de la vida.

Abortar es más que torturar o tratar a alguien de forma inhumana o degradante. Abortar es segar la vida del no nacido. Abortar es matar. A no ser que vivamos en un mundo al revés en el que lo blanco sea negro y matar a un concebido no nacido o a un adulto, como en la eutanasia, sea defender un derecho superior al derecho a la vida. Es evidente que el aborto no puede ser un derecho, aunque la ONU, la OMS y los gobernantes de muchos países lo quieran convertir en un derecho y retuerzan la verdad para mantenerlo así de forma ilegítima. Incluso con la pretensión de convertirlo en derecho constitucional a nivel europeo, como defiende el presidente de la república francesa Emmanuel Macron.

Frente a esta insensatez, suena con fuerza la voz del papa Francisco en su alocución en la habitual audiencia a los diplomáticos ante la Santa Sede hace tan solo unos días:

“La paz exige que ante todo se defienda la vida, un bien que hoy es puesto en peligro no sólo por los conflictos, el hambre y las enfermedades, sino demasiadas veces incluso desde el seno materno, afirmando un presunto “derecho al aborto”. Nadie puede arrogarse el derecho sobre la vida de otro ser humano, especialmente si este está desprotegido y por tanto privado de cualquier posibilidad de defensa» … «Trágicamente, cada vez somos más testigos de la aparición de un “miedo” a la vida, que se traduce en muchos lugares en un miedo al futuro y una dificultad para crear familias y traer hijos al mundo».

En cuanto al tema de las ecografías durante el embarazo, que tanto revuelo han suscitado desde que el Gobierno autonómico de Castilla y León desvelase su deseo de ofrecerlo de forma voluntaria a las mujeres embarazadas, a quien hay que escuchar es a los ginecólogos, no a los políticos ni a los comunicadores. Y así, como muy bien señala el Dr. José Ignacio Sánchez Méndez, prestigioso ginecólogo que presta sus servicios en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid, respecto a las mujeres embarazadas: «La ley de autonomía del paciente (41/2002) recoge que tienen derecho a conocer, con motivo de cualquier actuación en el ámbito de su salud, toda la información disponible sobre la misma» (artículo 4.1), y que «La información clínica forma parte de todas las actuaciones asistenciales» (artículo 4.2), y obliga al médico no sólo a la correcta prestación de sus técnicas, sino al cumplimiento de los deberes de información» (artículo 2.6).

Entonces ¿dónde está el problema de ofrecer esta información que no solo es que puede ayudar a la mujer que lo desee a informarse antes de decidir, sino que, además, se reconoce como una obligación deontológica de los médicos? Sobre todo, cuando de lo que se trata es de aceptar o rechazar lo que todo el mundo reconoce como un drama.

Ante la situación creada por los políticos tras la propuesta del gobierno de Castilla y León, más de medio millar de médicos de toda España, entre ellos dos centenares de ginecólogos han firmado el llamado “Manifiesto de Médicos por el Latido Fetal”, promovido y difundido por la Fundación masvida y firmado en primer lugar por el Dr. Sánchez Méndez. En el mismo se señala como punto partida que “el embrión-feto tiene latido”. Esta es una evidencia irrefutable desde los conocimientos de la embriología que explica que el desarrollo embrionario es un proceso continuo que crece en complejidad desde la fecundación, de modo que entre la tercera y cuarta semana ya se ha constituido el esbozo del corazón que late, como una muestra más que evidente de que ahí hay una vida humana.

La pregunta que se formula el Dr. Sánchez Méndez es por qué se trata de ocultar el latido, pudiendo ofrecer esta evidencia a la mujer que ha de tomar la decisión de abortar o no. Una decisión que no se puede hacer a la ligera, pues tiene consecuencias obvias para la vida del embrión-feto, y también para la de su madre.  Y afirma que “Si la interrupción legal del embarazo es algo digno de ser promocionado, como parece deducirse de algunas declaraciones oídas estos días, pues adelante, a ver si este año hay más que el pasado. Pero si lo que sabemos es que realmente es un drama, habrá que plantearse qué hacemos para disminuir el número de dramas”.

El manifiesto termina afirmando que “no se puede confundir a la opinión pública alertando sobre los daños potenciales que le puede producir a un embrión, en peligro inminente de ser eliminado, la comprobación mediante una ecografía Doppler de que su corazón está latiendo”.

Es importante por lo tanto salir al paso de las afirmaciones frívolas y desconocedoras de la verdad, de que una ecografía doppler produce daño a quien se le práctica. Ya causa asombro oír esto esgrimiendo la defensa del bebé, cuando lo que se pretende es precisamente lo contario, no permitir que se le reconozca con toda la vitalidad de su corazón latiente para ocutarlo y facilitar su eliminación.

Las ecografías o sonografías, son técnicas de diagnóstico por imágenes, no radioactivas, no invasivas, inocuas y seguras para la madre y el bebé. Se suelen realizar una por trimestre durante el embarazo, la primera entre la 11ª y 14ª semana, pero no hay problema en realizarla antes si se desea. Una ecografía doppler, que se realiza más adelante, a partir de la semana 20ª combina el uso de ultrasonidos y el doppler con el fin de conocer las estructuras vasculares. Son técnicas seguras que permiten estudiar el flujo sanguíneo en puntos concretos y practicarlas especialmente en los embarazos de riesgo.

Cuando está en juego una vida y tenemos medios para conocer esta realidad ¿qué razón existe para ocultarla?

Artículo en: https://www.actuall.com/vida/el-latido-del-embrion-y-el-derecho-a-la-informacion/

«NO ENSEÑAMOS, ENGAÑAMOS»: LA CARTA VIRAL DE DANIEL ARIAS ARANDA, PROFESOR UNIVERSITARIO, QUE HA GENERADO DEBATE EN REDES

Artículo de Nuria Serena publicado en Cadena Dial el pasado día 23

La carta viral con la que Daniel Arias Aranda ha revolucionado las redes. Daniel nació en Madrid en 1972. Y la vocación le convirtió años después en profesor universitario. En la actualidad, ostenta la cátedra del departamento de Organización de Empresas de la Universidad de Granada. Y todos sus años de docencia le han llevado a reflexionar sobre cómo ha cambiado el alumnado en los últimos años, y no precisamente para mejor. Daniel ha decidido leer en voz alta y ha sido en una carta abierta en Linkedin donde ha decidido cuestionar el nivel del alumnado universitario y diseccionar los problemas de un sistema educativo hipertrofiado. Huelga decir que sus reflexiones no han sido bien recibidas en redes sociales donde se ha generado un intenso debate sobre el tema.

Carta viral de un profesor universitario

Y es que, tras 20 años de experiencia docente, Daniel Arias considera que el nivel de los estudiantes es cada vez más bajo lo que ha obligado entre otras cosas a disminuir también la exigencia de los profesores a la hora de impartir el currículo. Mientras -afirma- «la sociedad disimula y mira para otro lado».

La carta viral: «Querido alumno universitario de grado: Te estamos engañando» Daniel Arias-Aranda. Llevo impartiendo clases en la universidad cerca de 25años, dos de ellos en la Universidad Complutense de Madrid y el resto en la Universidad de Granada. Por mis clases han pasado directivos de grandes empresas que tenían más o menos mi edad cuando les di clase y otros que, en sus generaciones respectivas, han ido ganándose un puesto en la sociedad gracias a su formación y a su esfuerzo. La primera asignatura que impartí fue en el curso 1997/98. Era Dirección Estratégica de la Empresa (sigo aún impartiéndola), entonces del plan antiguo de 5 años de Económicas y Empresariales. Tenía matriculados 524 alumnos en cada grupo. Era imposible distinguir las caras de los que se sentaban atrás en aquellas gigantescas aulas del Pabellón de Tercer Curso de la UCM.

Eso sí, las aulas estaban llenas. Algunos alumnos se tenían que sentar en las escaleras porque no cabían. En las horas de tutoría, los alumnos hacían cola en la puerta de mi despacho. Responder todas las consultas, curiosidades, dudas… era tan agotador como satisfactorio. Las constantes preguntas de los estudiantes en clase me obligaban a llevar la materia muy preparada. Yo ya tenía 25 años y no recuerdo estudiar más que entonces. La asignatura era dura y las preguntas de desarrollo configuraban exámenes que duraban horas. Era imposible corregir todo aquello en menos de diez días. Las revisiones eran complejas (sobre todo para los que estaban entre el 4 y el 5).

Todo lo anterior es tan sólo un eco del pasado. Hoy me dedico a engañar más que a enseñar. Me explico a continuación. Los grupos hoy son de unos 50 alumnos, de los cuales raramente viene a clase más de un 30%. Los que vienen, lo hacen en su mayoría con un portátil y/o un teléfono móvil que utilizan sin ningún resquemor durante las horas de clase. Las caras de los alumnos se esconden tras las pantallas. De hecho, me sé mejor las marcas de sus dispositivos que sus rasgos faciales. Es raro que alguien pregunte, por mucho que se les incite a hacerlo. Quince minutos antes de que acabe la clase ya están recogiendo sus cosas, deseosos de salir. Cada vez me siento más como un profesor del instituto de una serie mediocre de los 80 que como un catedrático. A menudo tengo que callarme porque el rumor generalizado se extiende por el aula y me da vergüenza mandar callar a universitarios constantemente. He separado a gente para que no hablen entre ellos, he expulsado alumnos del aula y me he llegado a marchar de clase ante el más absoluto desinterés. Soy consciente que para vosotros, soy sólo un estímulo más que compite con las redes sociales y el vasto imperio de internet. Evidentemente, soy más aburrido que un video de influencers de Tiktok.

Como respuesta a este panorama y, siguiendo las cambiantes normativas universitarias (siempre peores que las anteriores), los profesores hemos tomado cartas en el asunto con las siguientes medidas: -El nivel de la asignatura ha bajado. Impartimos menos temas de manera mucho más superficial. – Hacemos parciales tal y como establece la evaluación continua para tratar de aprobar a un mayor número de alumnos, pues un número de suspensos superior, a lo que la universidad establece como límite, conlleva una sanción que influye en el presupuesto del departamento, esclavizado a través del denominado contrato-programa. – El nivel de los trabajos y presentaciones de los alumnos no pasaría, en su mayoría, los estándares del teatrillo de Navidad de primaria. Pero eso, para nosotros es más que suficiente para poner un 5. De este modo, cumplimos el contrato-programa, el departamento es feliz, la universidad es feliz, nuestros alumnos aprueban, creen que saben algo y son felices y nosotros languidecemos ante la triste realidad. Por eso, te digo que me dedico a engañarte, querido alumno/a. Vives en una mentira que nosotros edulcoramos. Por eso, es mejor que si quieres seguir viviendo en tu burbuja, mientras puedas, no sigas leyendo, ya que voy a contar lo que hay detrás de Matrix. Bueno, si sigues leyendo, lo haces bajo tu propia responsabilidad. No digas que no te advertí.

Aquí van algunas realidades que no te van a gustar: 1.Te faltan habilidades básicas indispensables en estudios superiores. No tienes capacidad de expresión. Tu vocabulario es muy básico y se limita a verbos débiles (hacer, ser, estar) en lugar de específicos como desarrollar, evolucionar, ampliar, … 2. Por ello, cuando entregas un trabajo o haces una exposición de un texto que has copiado de Wuolah, El rincón del vago u otros, donde plantas frases como «considerando la posibilidad de articular el concepto de selección adversa con las bases teóricas de la economía de las organizaciones…», sé de sobra que no lo has escrito tú porque, para más INRI, cuando te pregunto en clase sobre el significado de esa frase, no sabes qué contestar. 3. Por supuesto, al exponer en clase, la frase del punto anterior la has leído literalmente de tu móvil, del que no despegas los ojos aún enfrente de tus compañeros, y la has colocado en una transparencia de Powerpoint cuyo diseño en 1995 ya estaba obsoleto. El resto de tu presentación se limita al «efecto karaoke», leer los interminables párrafos que has cortado y pegado. 4. No sabes estar. Sí, estar. Balbuceas, te encorvas, no fijas la mirada, llevas una o las dos manos en los bolsillos, vienes a una exposición en chándal o con leggins… No te dignas a respetar la institución milenaria que te acoge y que se llama universidad. No entiendes lo que eso significa y tampoco tienes ningún interés en saberlo. 5. Si tu expresión es limitada, tu escritura lo es más. Se nota que ya no se hacen dictados en educación secundaria. Caso aparte merecen los alumnos que no hablan español y no comprendo que hacen ocupando un asiento, especialmente aquellos provenientes del país creador de Tiktok. 6. Jamás hubieras superado esta asignatura hace 10 o 20 años. De hecho, de tu clase, no más de 10 personas seguirían admitidas en estos estudios. Te lo dice un licenciado que acabó dos titulaciones en la Universidad Carlos III de Madrid donde tras 4 convocatorias suspensas de una asignatura, ibas a la calle. 7. Tu nivel de lenguas extranjeras es nulo. Doy clases en un Máster íntegramente en inglés donde apenas hay españoles y el nivel de los estudiantes extranjeros es infinitamente superior. De hecho, el máster es lo único que alimenta mi motivación a enseñar. 8. Las habilidades blandas brillan por su ausencia. ¿Liderazgo, resiliencia, trabajo en grupo? Son básicas para cualquier empleo. Cuando me escribes un email para decirme que te has peleado con tus compañeros de grupo o envías a tu madre a una revisión de exámenes, mi perplejidad no cabe en mi persona. Hace años que no recomiendo a ningún alumno para ninguna empresa. 9. Vives anestesiado por las redes sociales. ¿Te crees que no me entero? Mientras doy clase veo tu cara de soslayo tras la pantalla con risitas y yo sé que explicar la cadena de valor de la empresa es de todo menos gracioso. No estás en clase, estás en Instagram. Pero yo me hago el tonto y miro para otro lado. Estos puntos son sólo la cima del Iceberg. Los profesores estamos hartos de formarnos en técnicas docentes multidiversas y de pelajes exóticos para motivar al alumnado.

Lo que está claro es que si tú, estudiante, no tienes interés, yo no puedo plantarlo en ti. Pero sí puedo hacerte creer que vales, aunque sepa que es mentira. Me he convertido en un experto en hacerlo porque el sistema me lo exige y cumplo. Y rezo por que esto sólo me ocurra a mí, y como mucho en mi facultad, pero no ocurra en Medicina o Ingeniería de caminos, sobre todo cuando cruce un puente o, Dios no lo quiera, esté en la camilla de un quirófano. Podemos echarle la culpa a la universidad pública y tiene bastante, pero no toda. «Si quieren calidad, que se vayan a la privada», he escuchado por ahí. Y los números van apuntando en esa dirección. Quizás, el pago de una matrícula de cuatro ceros aumente la motivación en lugar de las irrisorias tasas académicas públicas. Puede que la universidad pública reaccione cuando la privada le coma la tostada, cosa que está haciendo muy bien. No obstante, mis evaluaciones docentes son muy buenas y las he publicado. Pero no soy una excepción. Cuando hablo con compañeros coinciden con mi visión. Escribir esto es arriesgado y es más cómodo callar y obrar. Lo entiendo perfectamente, patada y al área es la actitud mayoritaria. No quiero terminar exponiendo un problema sin dar soluciones. Las hay. Pero para ello, hay que romper el paradigma en que estamos sumergidos y ser muy valientes.

He aquí algunas propuestas incómodas: 1. No somos todos iguales. Hay estudiantes con vocación e interés eclipsados por la mediocridad imperante. Centrémonos en ellos. La universidad es para formar a las élites intelectuales. Antes de que me llaméis facha, esa frase es del insigne Gregorio Peces-Barba, mi rector cuando estudiaba en la Universidad Carlos III, padre de la Constitución y socialista de los de verdad (cómo han cambiado las cosas). La Formación Profesional forma grandes profesionales que no han de ser universitarios. 2. Devolvamos al profesorado universitario las competencias perdidas como autoridad intelectual a la hora de diseñar planes de estudio, modelos de enseñanza y currículum. No podemos esperar dos años a que la ANECA dé el visto bueno a una modificación de los planes de estudio. El mundo cambia demasiado rápido para seguir impartiendo contenidos obsoletos. 3. Reforcemos las capacidades básicas en enseñanzas no universitarias: Enseñar a pensar,a enfrentarse a obstáculos, a expresarse, a tener modales, a leer y escribir bien en español e inglés, a tener tolerancia a la frustración y, sobre todo, a buscar la superación constante. 4. Eliminemos cualquier rastro de gadgets tecnológicos en la enseñanza (lo que incluye ordenadores portátiles). Darle un Chromebook a un niño de 10 años es como darle una cuchilla de afeitar a un bebé. SEÑORES TECNO-PROGRES LEAN ESTO POR FAVOR: Cruzar un puente no te hace ingeniero de caminos, de la misma manera que tener un ordenador no te hace nativo digital. Mis alumnos no saben, en su mayoría, elaborar un Excel o dar formato a un texto en Word. Las TICs a edades tempranas sólo sirven para distraer. La plasticidad neuronal se desarrolla con lápiz y papel, no con la dictadura de los teclados. 5. Hacer sentir a los chavales orgullosos de quienes son y donde están, con admiración hacia lo que les rodea y hacia otras culturas. Fomentar la curiosidad innata y el respeto. Crear descubridores y jamás plantar la semilla del odio o la desolación. Huir de los nacionalismos, siempre manipuladores y huir de los populismos, de cualquier cosa negativa que acabe en ismo. La mente de un niño es sagrada. 6. Fomentar la cultura de la competición y la colaboración en todo tipo de enseñanzas. El esfuerzo conlleva recompensa, a veces a largo plazo. Los mejores serán premiados y los peores se quedarán fuera de juego y, si quieren volver a entrar tendrán que esforzarse más, o bien, centrarse en otro juego, esto se llama flexibilidad académica. Si tu hijo es malísimo en matemáticas, pero le encanta tocar la guitarra, quizás tengas que ponerle un profesor particular en guitarra y no en mates. Y el sistema ha de aceptar esto. Saquemos lo mejor de cada individuo. 7. Con 18 años no sabes, salvo que tengas una vocación innata, que es lo que quieres estudiar (yo no lo sabía, pero tuve suerte al elegir). Flexibilicemos los primeros años universitarios y de FP. Las titulaciones no han de ser bloques de cemento. ¿Empiezas Informática y no te gusta? Hagamos pasarelas. Implantemos el major y el minor como en EE. UU. Que una mala decisión no frustre una vida. En fin, querido estudiante, esto es lo que hay. Quizás seas la excepción a todo lo escrito, ojalá sea así, pero los números me dicen que las probabilidades son inferiores al 10%. En todo caso, no busques la solución en el estado, ni en los sindicatos, ni en los cantos de sirena de los -ismos, ni en las redes sociales. La solución está en ti. Si tú cambias, el mundo cambia. Y si no quieres cambiar, no te preocupes, te seguiremos engañando, haciéndote creer que lo estás haciendo muy bien.

Artículo en: https://www.msn.com/es-es/estilo/familia/no-ense%C3%B1amos-enga%C3%B1amos-la-carta-viral-de-daniel-arias-aranda-profesor-universitario-que-ha-generado-debate-en-redes/ar-AA16DuYN?ocid=msedgntp&cvid=1de16de7621a4fdd967fd1a77a64f29c

QUÉ RISA LO DE CIBELES (O NO)

Artículo de Isaac Rosa publicado en El Diario.es el pasado día 22

Qué risa la mani facha del sábado en Cibeles, qué de memes y chistes con las pancartas, los cánticos y las pintas de la gente, qué ridícula la conspiranoia de los convocantes con lo del “plan oculto” y la “mutación constitucional”, qué risa todo hasta que el lunes oyes a tu compañero de trabajo, tu vecino en el ascensor, un padre en un cumpleaños infantil, la señora que te da la vez en la frutería, el grupo de WhatsApp de viejos amigos del instituto, el audio reenviado que te comparte tu primo, lo que tu hija te cuenta que dice uno de su clase, la conversación que escuchas a tu espalda en el bar, y resulta que repiten las mismas palabras del sábado en Cibeles. Y otras peores.

El okupa de la Moncloa. El del Falcon. El coletas rata. Los marqueses de Galapagar. La Yoli. La rubia. Los amigos de ETA. Los putos catalanes. El ministerio de “igual-da”. Los chiringuitos feministas. La paguita. La corrección política. La dictadura progre. Nos lo quieren prohibir todo pero ellos no se privan de nada. Quieren legalizar la pederastia. ¿Tendremos que firmar un contrato para follar? Que metan a los inmigrantes en su casa…

Podría seguir varios párrafos la lista de frases hechas. No las he tomado del programa de Federico, ni de un chat interno de Vox o del PP, ni del diario de sesiones del Congreso de los Diputados. Todas las he escuchado en los últimos meses en boca de cualquiera de los enumerados en el primer párrafo. Y sin necesidad de acercar la oreja: me las dijeron directamente en la frutería, el parque de perros, el cumpleaños infantil o el grupo de WhatsApp a poco que, tras los intercambios de frases de cortesía entre desconocidos, la conversación se fue animando y en seguida viró hacia la política. Imagino que también les ha pasado a ustedes.

No digo que sean mayoría, ni siquiera que sean muchos. Pero están muy convencidos, concienciados, excitados, movilizados, y a su manera “informados”. Algunos pareciera que reciben cada mañana el argumentario para la jornada. No es que lo parezca, es que en efecto lo reciben: en tertulias radiofónicas y televisivas, en medios digitales, en redes sociales, en grupos y reenvíos masivos de WhatsApp, en las mismas conversaciones que he presenciado y que supongo reproducen varias veces al día, orgullosos en su apostolado. La mayoría no tiene carné de ningún partido, ni acude a convocatorias como la de Cibeles. Les basta discutir con la tele, reenviar lo recibido, confrontar de vez en cuando con quien les lleva la contraria, disfrutar de la complicidad con los que comparten los mismos bulos y frases hechas.

Me acuerdo cuando hace una década, tras la crisis de 2008 y la sacudida del 15M, una serie de temas, valores y posiciones políticas parecieron volverse transversales, compartidos por la ciudadanía a izquierda y derecha: la banca necesitaba control público, la democracia debía ser más horizontal, la gente no podía ser desahuciada de sus casas. Pensamos entonces que se estaba construyendo “un nuevo sentido común”, expresión muy repetida entonces. Un nuevo sentido común de época, democrático, igualitario, progresista, que se plasmaría en el nuevo ciclo político. Todavía hoy se oye a líderes de la izquierda apelar a la necesaria construcción de un “nuevo sentido común” para hacer frente a la emergencia climática o ganar derechos.

Pues resulta que a la vuelta de una década, después de una crisis territorial, una pandemia y una guerra, con más incertidumbre, malestar social y una inflación empobrecedora, parece que se abre paso un nuevo sentido común de época, sí, pero ahora un sentido común reaccionario, conspiranoico, autoritario, agresivo, nacionalista, machista y xenófobo, que ya no habla de familias desahuciadas sino de okupas, no de mejorar la democracia sino de echar al presidente «ilegítimo», no de rescatar a la gente sino de paguitas.

Una derechización que está capitalizando buena parte del malestar, el miedo y el resentimiento, favorecida mediáticamente, que tiene algo de revancha del ciclo anterior y también es transversal (no diría yo que son ultraderechistas todos los que hoy dicen cosas ultraderechistas). Y lo más preocupante: está alcanzando a los jóvenes, y eso lo sabe cualquiera que tenga hijos en edad escolar.

Así visto, ya no dan tanta risa los del “plan oculto” que llaman a una “movilización permanente y masiva hasta echar al dictador de la Moncloa”. Más nos vale prepararnos para lo que viene.

Artículo en: https://www.msn.com/es-es/noticias/espana/qu%C3%A9-risa-lo-de-cibeles-o-no/ar-AA16Dunq?ocid=msedgntp&cvid=1de16de7621a4fdd967fd1a77a64f29c

 

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

Lo más leído