Baviera deja de ser feudo absoluto de la Unión Cristianodemócrata

(PD).- El estado de Baviera dejó este domingo de ser feudo absoluto de la Unión Socialcristiana bávara (CSU), partido hermanado a la Unión Cristianodemócrata (CDU) de la canciller Angela Merkel, que durante 42 años gobernó en solitario en el estado más tradicionalista y a la vez próspero de Alemania.

Las elecciones regionales de este domingo apearon a la CSU de la mayoría absoluta, al obtener un 43,3 por ciento, su peor resultado desde los años 50 y una clara caída de electorado respecto al 60,7 por ciento obtenidos en 2003 por el entonces primer ministro y líder de la CSU, Edmund Stoiber.

El Partido Socialdemócrata (SPD) se mantuvo como segunda fuerza a distancia, con un 18,6 por ciento, según resultados provisionales de las televisiones públicas ARD y ZDF, lo que significa que ha cedido un punto más respecto al 19,6 de cinco años atrás y sumó un nuevo récord histórico a la baja. Los grandes beneficiados serían, por contra, los partidos pequeños y concretamente la plataforma Electores Libres, que de fuerza extraparlamentaria salta al 10,4 por ciento, otro mazazo para la CSU, puesto que parte de su electorado se ha ido a esa formación.

El Partido Liberal (FDP), hipotético socio natural de la CSU para formar gobierno, obtuvieron asimismo escaños, tras 14 años fuera del Parlamento bávaro, se disparó a un 7,5 por ciento.

Menos espectacular fue el ascenso de los Verdes, que del 7,7 por ciento subieron al 9,3 por ciento, mientras que la Izquierda, aglutinante de la disidencia del SPD y los pos-comunistas, que debutaba en Baviera, quedó en el 4,7 por ciento, rozando el listón mínimo del cinco por ciento para obtener escaños.

Ruptura

Nada impedirá a la CSU seguir gobernando en Baviera, pero sí se rompió la especie de simbiosis identificadora entre ese estado y la formación fundada por el «padre de la patria» Franz Josep Strauss, de cuya muerte se cumple este 3 de octubre el 20 aniversario. El resultado podría acarrear consecuencias para el dúo formado por el primer ministro, Günter Beckstein, y también para el presidente del partido, Erwin Huber.

Ambos políticos comparten el liderazgo del gobierno y el partido desde la retirada de Edmund Stoiber, hace un año, forzado por las presiones internas a favor de un cambio generacional.

Stoiber llevaba 14 años al frente del gobierno y ocho como jefe del partido, pero cedió tras un largo tira y afloja, iniciado por la «rebelde» de la CSU, Gabriele Pauli, ahora en los Electores Libres, y luego continuado por otros que apremiaban a modernizar el partido.

Calma

Tras conocerse las primeras proyecciones, Huber llamó a mantener la calma y aseguró que no habría decisiones precipitadas, en alusión a quienes ya durante la campaña pronosticaban alguna dimisión en la cúpula, en caso de perder la mayoría absoluta.

Beckstein admitió, con su habitual sinceridad, que los resultados no eran los deseados, pero trató de desdramatizar el hecho de que a partir de ahora la CSU deberá hacer como cualquier otro partido en el poder en Alemania y gobernar con un socio.

Al margen de las consecuencias en Baviera, los comicios tenían carácter de barómetro entre el votante ante la maratón de 2009, en que confluyen varias elecciones municipales, presidenciales -por parte de la Asamblea Federal-, las europeas, cuatro regionales y finalmente las generales, en septiembre.

El ministro de Asuntos Exteriores y candidato a la cancillería del SPD, Franz Walter Steinmeier, se apresuró a calificar eufóricamente lo ocurrido en Baviera de «terremoto político». Las palabras y el gesto de Steinmeier, a quien los sondeos no dan por ahora ninguna posibilidad de arrebatarle la cancillería a su jefa, Merkel, sonaron exagerados, sobre todo teniendo en cuenta que su SPD no estuvo precisamente entre los que sumaron puntos.

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